Los pequeños productores de vino buscan más calidad y nuevos mercados

Dejaron de hacer vino patero para dar pasos firmes hacia la máxima calidad. Los pequeños elaboradores afirman que hacen lo mismo que las bodegas de renombre pero en pequeña escala. Las inversiones y el aprendizaje en el arte del buen vino los llevan, de a poco, a ser grandes.

“El vino casero antes se relacionaba con un vino defectuoso y eso con la asistencia técnica se erradicó. El vino es vino, y a ninguno se le perdona el defecto”, dijo Mario Gallina del área viticultura, del INTA Alto Valle.

En región patagónica en los últimos años surgió el mayor número de elaboradores artesanales a nivel nacional. En Neuquén, hay 56 productores de los que 40 son elaboradores inscriptos en el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). La mayoría está en Confluencia (65%), en Picún Leufú (5%) y en el norte y centro de la provincia.

El INV clasifica a los productores de vino en tres categorías: productor de vino casero hasta 4.000 litros; productor artesanal, entre 4.000 y 12.000 litros y; bodega más de 12.000 litros de vino.

Julio Penrós y Viviana Goldstein son los dueños de la bodega Puerta Oeste de Senillosa y producen unos 1.500 litros. Los dos trabajan la chacra y en 2009 “arrancamos huérfanos, pero después nos asesoraron y avanzamos”, dijeron en medio del Encuentro Vitivinícola, en el que ganaron medalla de oro con su malbec (ver aparte).

“Nuestro vino es de garaje. Pequeñas cantidades con buena calidad. Empezamos con 200 litros y la demanda nos hace crecer”, dijo Rosana Jurio. Ella es agrónoma, su marido médico y juntos hacen con pasión el vino Impasse en Valentina Norte.

Silvia Moschini, coordinadora de programa de Centro PyME, contó que el programa en la provincia empezó en el 2010, con el aporte de la cadena de valor de Nación. Hoy la tecnificación que tienen es muy buena, y desde hace dos años la asistencia enológica semanal hizo que la calidad trepe más alto.

La técnica contó que arrancaron con menos de diez productores y hoy son más de 40, de los cuales algunos viven de esto. A su vez, hace dos años salió la idea de hacer una marca paraguas. “Una vez que lo tengamos, podremos pensar en la ruta del vino artesanal. Para esto hay que hacer otra inversión que es en las bodegas, para acondicionar las chacras y dejarlas listas para recibir a turistas”, dijo Moschini.

Los vinos se venden en ferias o los consumidores llegan a las tranqueras de las chacras. La publicidad es el boca en boca, pero el cuello de botella, para todos, es la comercialización.

Edgardo Tejeda de la estación Valle Inferior comentó que todos logran muy buena calidad, pero les cuesta acceder al mercado. “Hay muchas etiquetas y la gente a veces piensa que es inferior, pero antes hay que darles la oportunidad”, dijo Tejeda.

Comparar estos vinos con los de las bodegas con millones de pesos de presupuesto es injusto. Ellos juran que cumplen la meta de la calidad y hay una sola forma de saber qué hacen: probándolos.