Causa La Escuelita: cada juicio revela nuevos datos del horror en la región

Identificaron a los torturadores. Los sobrevivientes develaron nombres de quienes los sometieron en el centro clandestino de detención neuquino.

En cada juicio, en los que la constante de los relatos son los tormentos, la desesperación hasta aspirar la muerte ante cada sesión de tortura, surgen datos nuevos sobre la actuación de la dictadura militar en la región.

Audiencias atrás un director teatral que a los 17 años asomaba como titiritero (en 1977) identificó como su secuestrador (una detención a los golpes desde la librería Libracos hasta la Policía Federal ) al civil de inteligencia que fue absuelto en el segundo juicio; lo que derivó en una nueva remisión a la fiscalía para establecer su responsabilidad en el caso.

Ese testimonio puso de relieve cómo un año después del golpe de Estado y cuando una gran cantidad de víctimas era torturada en La Escuelita, en la Federal había al menos 20 personas tabicadas e interrogadas a los golpes mientras a sus familiares también les era negado su destino.

“Me llamó la atención la cercanía”, dijo el exfiscal Wálter Grosso durante la inspección al centro clandestino La Escuelita, en referencia a que desde ahí, se veía la cuadra donde dormían los soldados en el batallón.

El tribunal del tercer juicio fue el único que quiso conocer “in situ” donde se torturó y dimensionó de otra manera los dichos de los sobrevivientes. Tanto que el fiscal que desde 2005 trabajaba los testimonios de víctimas, se asombró con el escaso trayecto entre el centro clandestino y donde estaban los conscriptos.

La edificación blanca en la que permanecían desnudos, atados y vendadas las víctimas fue derribada en 1995.

Para acceder fue necesario ingresar por la tranquera ubicada en Chaco y Beltrán, que tiene el cartel de “prohibido pasar”.

A unos 300 metros hacia el interior del campo militar los sobrevivientes describieron la ubicación de los álamos que el viento hacía sonar por el golpeteo de las hojas y ramas, las dianas que se escuchaban en el inicio de actividad de los conscriptos y, el sonido del tren al otro lado de la ruta 22, de los aviones que llegaban y salían del aeropuerto y el ruido del agua por las crecidas del Limay.

A unos 80 metros del centro clandestino, se veían las cuadras de los soldados.

Viejos testimonios plasmados con reticencias cuando se abrieron las causas en 1987 dieron nuevos datos en las audiencias que ampliaron la investigación y derivaron en otros pedidos de los abogados; algunos receptados por los jueces, otros derivados a instrucción.

En el cuarto juicio en desarrollo la querella de la APDH pidió que 7 de los militares que se ocupaban del funcionamiento del centro clandestino y de los oficiales de inteligencia identificados en la tortura fueran responsabilizados por la brutal violación que un municipal de Cipolletti sufrió en su cautiverio.

El tribunal definirá sobre éste aspecto porque en los anteriores juicios la violencia sexual contra las detenidas no se penalizó.

Los juicios develaron aspectos desconocidos de la represión en la zona, como la tortura en la comisaría de Cutral Co y Cipolletti.

O la persecución política en Chos Malal a partir de la audiencia en la que se ventiló el caso del desaparecido Felipe Lara, en abril pasado.

Los familiares de las víctimas que no lograron (por muerte, o salud delicada, o porque permanecen desaparecidos) llegar con su testimonio ante los jueces, se plantaron y dieron nombres de policías, gendarmes o militares que fueron derivados a investigación.

Algunos sobrevivientes identificaron en las audiencias al interrogador “Pedro” como aquel de la picana en manos de Mario Gómez Arenas y sus segundos, Raúl Guglielminetti y Jorge Molina Ezcurra.

También a Oscar Reinhold -a cargo de Inteligencia del Comando-, Enrique Casagrande –otro oficial de Inteligencia– o el comisario de la federal que murió antes de la apertura de estos juicios, Jorge “el perro” González.

y Río Negro presenciaron audiencias del IV juicio.

Mauro Pérez

Mañana el fiscal Walter Romero iniciará, con los alegatos, la última etapa.

Final del IV juicio

Falsos testimonios sin castigo

Nunca se resolvieron –por sí o por no– los casos de testigos que fueron derivados de las audiencias con esta acusación.


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