La reconversión tiene forma de invernadero en el Valle Medio

Las carpas de nailon blanco crecen en esta isla productiva, al mismo ritmo en que se levantan los montes frutales viejos. Tres productores que dieron el paso cuentan sus experiencias.

La producción frutihortícola es muy dinámica y busca alternativas para mejorar rindes, minimizar riesgos y ampliar utilidades. Entre ellas figuran los invernaderos, que crecen en Valle Medio en distintas escalas, producto de la falta de rentabilidad en la producción tradicional de manzanas y peras. Y también por las heladas de los últimos años que arrasaron con las frutas de carozo.

Los invernaderos aquí van desde sistemas grandes, casi industriales, hasta los más artesanales. Bajo el nailon se producen plantines de frutales, hortalizas para vender en fresco y delicadas frutas finas como las cerezas.

La producción abastece a las siete localidades del Valle Medio y se destina también a puntos de venta en Neuquén, San Antonio Oeste y la Línea Sur.

A la vera de la Ruta Nacional 250 se levantó en cuestión de días un invernadero que tiene poco menos de una hectárea. Su propietaria es Lourdes Morales, de 39 años. Junto a su esposo apostaron todo en este emprendimiento.

“Acá vamos a producir morrones, tomates, zapallitos y todas verduras de hoja. Es una verdura que se hace con muy buena calidad porque no esta maltratada por el frío. Así que vamos a arrancar haciendo de todo un poco. Si plantamos lo que es hoja, como rúcula y lechuga, en 40 días podemos estar cosechando. Lo que produzcamos lo voy a vender en la feria de Lamarque, y si no acá mismo, en el invernadero”, explicó la mujer, que se muestra orgullosa ante la enorme nave de poliuretano y madera.

Para los 9 invernaderos en que se divide la estructura, la pareja invirtió 600 mil pesos. Cada uno tiene 7 metros de ancho por 50 de largo.

“Trabajamos solos con mi esposo. Dejé de hacer mi casa para apostar a esto, ya llegará el tiempo para terminar la construcción” indicó Lourdes.

A la inversión inicial se deben sumar 100 mil pesos para la compra de los plantines. “Creemos que vamos a andar bien” dijo esperanzada.

En el corazón del Rincón de Cruz, una de las zonas productivas más importantes de Luis Beltrán, Eusebio Carrasco, de 73 años y una vitalidad envidiable, le dijo a “Río Negro” que los invernaderos son una buena apuesta.

Con toda una vida a sus espaldas dedicándose a la producción, hoy es el presidente de los feriantes de Choele Choel, donde hay alrededor de 30 productores y una cantidad similar de artesanos.

Eusebio montó con sus propias manos tres invernaderos de 10 de ancho y 100 de fondo. En dos de ellos produce hortalizas. “Podemos que tener dos cosechas. Porque plantamos chauchas y después podemos hacer tomate y morrón” mencionó.

El hombre comenzó a apostar por la producción a cubierta tras las fuertes pérdidas que le provocaron las heladas. “Perdimos todo ese año. Nos comían los piojos. Así que con los últimos ahorros que tenía monte el primer invernadero” relató.

Eusebio explicó que “acá todo es muy casero. Lo hice todo a pulmón y con mis ideas. Por ejemplo, los palos son álamos de la chacra que hemos cortado y sulfatado”.

“Es una buena apuesta el invernadero. Además, en el caso de tomates y morrones se logran buenos rindes. Porque se evitan pérdidas por asoleado, por demasiada humedad, y por malezas”. Destacó que así se producen variedades más aceptadas y también se logra un maduración pareja. “En el invernadero las plantas crecen casi el doble de lo que lo hacen afuera y hay una diferencia importante”, destacó.

Carrasco vende sus productos en Choele Choel, pero también en San Antonio, donde viaja periódicamente con otros productores. “Te lo sacan de la mano, por dos motivos: por la calidad y el precio”.

Asombra ver a los cerezos bajo el techo de polietileno. “Este es un invento mío. Tenía muchas pérdidas en cereza por los pájaros, por las heladas, etc. Por lo que decidí hacerlos en invernadero. Este año vamos a ver los resultados y será la primera cosecha”.

Tras circular por el puente carretero, a la vera de la ruta nacional 250, entre Choele Choel y Beltrán se ubica lo que es la apuesta más grande e importante en invernaderos.

Un grupo de galpones y unas enormes naves de metal y polietileno conforman la estructura principal de la firma propiedad de Ernesto Wolfschmidt, que desembarcó en la zona hace años para proveer de plantines de tomate a las empresas de la zona. Pero ante la caída de la industria tomatera, les vendía anualmente 25 millones de plantines, decidió reconvertirse.

“Fue así que quede sobreestructurado entonces estoy potenciando y tratando de reforzar mucho la asistencia al pequeño productor de fresco, que no va a la industria que va para las verdulerías. No son muchos, es una producción bastante incipiente. Los ayudamos con el aporte técnico también, porque soy ingeniero agrónomo. Tengo 40 años de trayectoria en el tema de invernaderos.

“Yo he vivido una oleada hace 20 años atrás y ahora hay una nueva oleada. Se idealiza mucho el tema del invernadero” dijo.

“Aunque si se hacen bien las cosas la relación costo beneficio es buena” concluyó.

En números

Las ventajas

de su utilización

Mejores rindes en cultivos como morrones, lechugas, frutas finas, etc.

Previsibilidad en el manejo y cosecha.

Se evitan daños por inclemencias climáticas: vientos, heladas, lluvias.

Producciones dobles y fuera de estación.

En una nave del invernadero se pueden llegar a tener dos cultivos por temporada y se pueden producir hortalizas fuera de estación.

La incorporación de la cobertura permite desarrollar nuevas formas de cultivos, donde todo o parte del ciclo se produce bajo cubierta.

“Yo he vivido varias oleadas con los invernadores. Se idealiza mucho. Si se hacen bien las cosas la relación costo-beneficio es buena”.

Ernesto Wolfschmidt, dueño del emprendimiento más grande en la zona.

“Perdimos todo años atrás con las heladas. Nos comían los piojos. Con los últimos ahorros que tenía monté el primer invernadero” .

Eusebio Carrasco venía en la mala e hizo el cambio en su tierra en Beltrán.

“Vamos a arrancar haciendo un poco de todo. Después voy a vender a la feria de Lamarque o a quienes vengan a comprar acá”,

indicó Lourdes Morales, desde su invernadero frente a la Ruta 250.

Orden interno y tecnología para su buen funcionamiento

Las estructuras se ven desde lejos. Se trata de más de una hectárea cubierta, y si desde afuera los invernaderos rompen con la monotonía del verde en las zonas rurales de Choele Choel, adentro asombran por su orden, simetría y la tecnología aplicada para su uso.

Ernesto Wolfschmidt señaló que “el sistema de calefacción se alimenta de gas natural, que es hasta 18 veces más barato que otros combustibles como gas oil o gas licuado”-

Para el riego, el ingeniero diseñó junto con sus trabajadores un sistema móvil que permite que barras metálicas de al menos un metro y medio de extensión se desplacen a través de un cable carril y recorran el invernadero lanzando el agua con los aspersores. Esto evita tener que enterrar el riego”.

“Es un autoportante” explicó el ingeniero, que se dedica a la producción en invernaderos desde 1978.

La tecnología de la empresa se emplea también en el proceso de implantación de las semillas.

Para ello se utiliza una máquina de origen italiano.

Se utilizan materiales especiales, desde semillas seleccionadas con alto porcentaje de germinación, y un sustrato especial –humus traído desde Tierra del Fuego que es enriquecido–.

Tras pasar por la máquina bandejas con más de 300 pequeñas macetas son guardadas por tres días hasta que la semilla revienta, y ahí llevada al invernadero.

Según la especie, el promedio entre que es implantada la semilla hasta que es trasladada para se transplantada, el proceso dura 45 días.

Wolfschmidt remarcó que entre los problemas que se suelen dar es que al repetirse la producción de un mono cultivo, como por ejemplo el tomate, se generan enfermedades y proliferan insectos. A la vez señaló que faltan especialistas técnicos en producción bajo cubierta, entonces los productores están sin asistencia y eso pasa tanto acá como en el Alto Valle.

Las ventajas son múltiples: es un cultivo protegido. Se les puede dar condiciones ideales de ambiente, se las protege de las heladas, se protege de eventuales granizadas, aunque hay granizadas extraordinarias. En 38 años que hago esto sólo el año pasado se nos perforó un techo.

Estas condiciones ideales hacen que se trate plantaciones previsibles, de este modo se puede anticipar el cultivo y de este modo conseguir precios diferenciales.

El cultivo protegido hace que todo

sea previsible y se puedan

conseguir precios diferenciales.

Mejores precios

Faltan especialistas técnicos en producción bajo cubierta para asistir a los productores, sostuvo Ernesto Wolfschmidt.

Piden apoyo técnico

Datos

100 a 200
Los micrones de densidad del material de polietileno que se utiliza para la cubierta de
los invernaderos.
$ 5.000
Se pueden conseguir los rollos por 100 metros de largo y de diferente ancho por este valor.
$ 600.000
El valor de la estructura de un invernadero con materiales de mediana calidad y polietileno de 150 micrones, para cubrir una hectárea.
“Yo he vivido varias oleadas con los invernadores. Se idealiza mucho. Si se hacen bien las cosas la relación costo-beneficio es buena”.
“Perdimos todo años atrás con las heladas. Nos comían los piojos. Con los últimos ahorros que tenía monté el primer invernadero” .
“Vamos a arrancar haciendo un poco de todo. Después voy a vender a la feria de Lamarque o a quienes vengan a comprar acá”,

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