Los “vivos” que toman grandes extensiones

LA VISIÓN DEL MUNICIPIO

Gustavo Gennuso es titular del Instituto Municipal de Tierra y Vivienda. Ex candidato a intendente por el espacio Pueblo, protagonista en organizaciones sociales desde los casi 30 años que lleva en Bariloche, este ingeniero nuclear conoce la historia de la especulación inmobiliaria en la ciudad y asegura que el dilema de las usucapiones “está en auge” y debe resolverse, porque “todo el que hace eso le está robnado a otro la posibilidad de tener acceso a la tierra”. Desde su despacho recuerda lo ocurrido con los antiguos loteos del oeste (la zona de los kilómetros), que “se loteaban, se vendían en Buenos Aires, quedaban, compraba una persona, vivía…” y “siempre quedó algún lote vacío, que nunca viene nadie a verlo, entonces el de al lado lo tomó y lo usucapió”. “De esos casos hay muchísimos”, concluye. Pero en su clasificación aparece un segmento más importante, por los efectos que genera al conjunto social. Son los “vip”, esos “avivados que tomaron grandes extensiones, se asentaron y van haciendo los procesos de usucapión”. “¿Por qué decimos vip? Porque el proceso de usucapión no está pensado para lo popular. Es caro, largo, de mucho sostenimiento en el tiempo. Es un juicio en el que hay que buscar al presunto titular hasta abajo de la tierra. Por eso sólo lo puede hacer persistir el que tiene plata para sostener el proceso. La gente de barrio nunca lo termina, porque les llegó el bajón de laburo y no pueden seguir avanzando con los costos del proceso para regularizar”, analiza el referente de la Fundación Gente Nueva. Y completa: “La usucapión la toman los vivos. Porque saben mantenerla, saben que se están llevando algo, porque te alambran un lote y esperan los años necesarios porque es una apuesta inmobiliaria… La gente de barrio no lo hace de vivo y por eso casi nunca terminan los trámites”. Como ejemplo del problema latente que atraviesa Bariloche, Gennuso recuerda la experiencia que tuvo hace unos años cuando se juntó con una persona que trabajaba en el ámbito inmobiliario. “Nosotros andábamos buscando datos para un barrio. Fui a Catastro, sobre quien no hago ninguna acusación, pero tuvieron que buscar unas planchetas, papeles, hacer un Autocad… una hora para poder buscar el terreno. Este tipo puso la computadora, desde un Google fue bajando, bajando, cayó en el terreno y saltaron los datos del propietario, cuánto medía, topografía, todo… Por eso en el capitalismo el que tiene la información tiene el poder y estos tipos tienen mucha información. De alguna manera la compran –enfatiza– debe haber circuitos informales, formales, pero la tienen”.


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