La cercanía geográfica al gobierno y los que “sacan la mejor tajada”

Una investigación de la Universidad de Río Negro sostiene que la Provincia libró a su suerte a la zona andina durante años.

Desde la creación de la provincia, en 1955, el Estado rionegrino ha intervenido fuertemente en el desarrollo de los tres valles del río Negro (Alto, Medio e Inferior), en detrimento de la zona andina que quedó librada a su suerte, según una investigación realizada por un equipo de la Universidad Nacional de Río Negro. El potencial paisajístico del área cordillerana hacía creer innecesarias políticas de desarrollo en esa región.

Una misma provincia con lógicas de desigualdad que se recrudecen con el paso de los años es la premisa de la que parte el libro “Sombras del desarrollo”, coordinado por la docente de la Universidad Nacional de Río Negro Paula Núñez, junto a Pedro Navarro Floria, Alfredo Azcoitia, Silvana López, Laila Vejsbjerg, Santiago Conti y Mariano Lanza.

La conclusión es contundente y poco simpática: el desarrollismo se desplegó en los valles rionegrinos mientras que en Bariloche y la región afloró un “fuerte neoliberalismo”. Los autores plantean que más del 90% de los fondos de inversión y los planes de desarrollo se han distribuido en los tres valles del río Negro; mientras que el resto fue destinado a Bariloche, El Bolsón y la Línea Sur.

“Es como si se tratara de dos provincias distintas y esta lógica con la cual surgió Río Negro, se mantiene y se ha profundizado; es decir, una fuerte intervención estatal en los valles irrigados y una zona andina con un paisaje tan hermoso que no requiere nada y donde sólo deben intervenir los capitales privados”, puntualizó Núñez.

La investigadora del Conicet remarcó que esta “lógica provincial” se refleja en la creación del Idevi 56 años atrás, para programar, ejecutar y administrar el Plan de Desarrollo del Valle Inferior del Río Negro. “Recién este año se incluyeron las obras del Parque Productivo y el Centro de Convenciones (este último fue excluido de la primera etapa) en el plan de endeudamiento previsto por el gobierno provincial. A diferencia del Valle Rionegrino, en esta zona no se ha planificado con una dinámica de desarrollo a largo plazo”, sostuvo Núñez.

Una de las consecuencias directas de esta desigualdad en la provincia, consignan los autores, es que Bariloche creció en función de los intereses inmobiliarios. O, por ejemplo, es la ciudad con más escuelas privadas en la provincia.

Las leyes de emergencia merecen un capítulo aparte. Núñez puntualizó que un 50% obedecen a crisis administrativas “producidas por la misma política” y el 50% restante han estado destinadas a las crisis frutícola del Alto Valle. Sin embargo, “no hubo leyes de emergencia” luego de la cruda nevada de 1984 en Bariloche.

Con la erupción del volcán Cordón Caulle, sólo “hubo una ley que contemplaba toda la producción en la provincia. No hubo una ley específica para Bariloche ni para el turismo. Sólo una para los apicultores. Este tipo de leyes tienen que ver con la capacidad de presión y no con un aparato estatal que reconoce el problema”, consideró Núñez.

Añadió que esta desigualdad impacta “en una estructura de desarrollo que no le sirve ni siquiera al Valle y se traduce en las múltiples problemáticas que padecen los pequeños productores con la venta de manzanas y peras”.

Los autores insistieron en que esta lógica desigual histórica se reproduce en tanto ya está naturalizada. “No se entiende que hay un problema histórico que permitiría resolver la coyuntura. La historia tiene mucho peso en la actualidad y la sociedad barilochense no toma en cuenta a la provincia. El gobierno provincial le es algo ajeno. Los legisladores están solos, con iniciativas personales. Hay una distancia abismal entre el Poder Legislativo provincial respecto al desarrollo local, algo que no sucede en el valle”, planteó Núñez.

Desigualdades hasta en los dibujos

“Sombras del desarrollo” revela cómo los dibujos de la provincia a lo largo de los años también plasman las desigualdades regionales. “En el gobierno de Castello, la Línea Sur ni siquiera estaba dibujada; en el de (Mario) Franco se dibuja la economía de Río Negro con una manzana en Alto Valle. El resto está vacío”, sintetizan los autores.

Los planes agrícolas del 2013 y 2014 también son mencionados. “Para graficar el Alto Valle se sacan fotos aéreas priorizando la cuestión tecnológica, cuando se aborda la Línea Sur aparece un paisano solo con una mirada de esfuerzo en su ambiente. Dos miradas distintas”, especificó Núñez.

Poderío económico y poder político

La legisladora Daniela Agostino consideró que el Alto Valle de la provincia ha registrado “las mayores inversiones nacionales”. Puso como ejemplo la construcción del Dique Ballester y el sistema de riego “sobre el cual se asienta aún hoy la fruticultura, la principal actividad económica de la provincia, las vías férreas que ingresan en el este por Río Colorado y que terminan en Neuquén y en la actualidad, la ampliación de la ruta nacional 22”.

“Detrás del poderío económico del Alto Valle, se construyó el poder político en Río Negro, al punto que desde 1983 a la fecha, salvo el caso de Alvarez Guerrero, todos los gobernadores surgieron (sin importar el partido político) de esa región”, expresó la legisladora radical.

Sin embargo, consideró que la consolidación de Bariloche “como centro tecnológico y destino turístico, internacional y nacional, comenzó a revertir la disparidad, en cuanto a obras o infraestructura”.

El legislador Jorge Vallaza, del Frente para la Victoria, cuestionó “el estilo de los gobiernos rionegrinos durante los últimos 30 años en los que el Estado se retira de muchos temas y funciona bajo presión, haciendo que los sectores con más cercanía geográfica saquen la mejor tajada”.

“Viedma es donde proporcionalmente hay más servicios del Estado porque ahí viven los políticos y el reclamo de sus vecinos llega más fuerte. Si uno mira hacia atrás, los gobernadores, excepto Álvarez Guerrero (1983-1987), han sido del Valle. También los vice”, indicó Vallaza.

La ley que confirmó a Viedma como capital de la provincia se sancionó en 1973. Previamente, “la capital era itinerante”, según relató Núñez. “Esto significó que durante el gobierno de Castello, por ejemplo, la capital estuviera 9 meses en Viedma, un mes y medio en Roca y otro tanto en Bariloche. En ese mes, hubo gran cantidad de gestiones vinculadas a la infraestructura local, a las calles. Los legisladores estaban obligados a estar acá un mes y medio y esto es notable en leyes”, dijo.

Vallaza puso como ejemplo el desmesurado crecimiento demográfico de Bariloche producto de las olas migratorias, “sin una planificación provincial que derivó en un colapso de la infraestructura”.

“Está la idea de que Bariloche es una ciudad con recursos y es cierto que hay mucha actividad privada pero sin una presencia fuerte del Estado, la infraestructura nunca alcanzará a cubrir los asentamientos nuevos”, remarcó Vallaza.

“Actualmente, el plan Castello reproduce el nombre de una estructura que da lugar a esta desigualdad”.

Paula Núñez, coordinadora del libro.

Datos

“Actualmente, el plan Castello reproduce el nombre de una estructura que da lugar a esta desigualdad”.

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