La gomería con más rating

En la esquina de Italia y San Martín, en el centro de Roca, una casa construida hace unos 130 años alberga el negocio de Ricardo Chaima y despierta la curiosidad de locales y visitantes.

Es una esquina magnética. Por algo en las últimas semanas vinieron a sacarle fotos para una muestra escolar, un cliente tomó imágenes y se las envió a unos amigos en los Estados Unidos, una vecina le pidió permiso para venir con su cámara, otra cruzó la calle para contarle que la había visto en la TV Pública.

“Algo tiene este lugar. La gente pasa y me pregunta detalles de la construcción. Siempre cuento que es a la antigua, de paredes altas y gruesas, de ladrillos pegados con barro, como se hacían 130 años atrás”, cuenta Ricardo “Rulo” Chaima.

De 55 años, con 30 al frente de la gomería “El buscavidas”, en Italia y San Martín, centro de Roca, a los 12 ya andaba arriba de los camiones para darle una mano a su papá y a los 18 entregaba leña en un Dodge 400. Así llegó un día acá enfrente, en tiempos de poco trabajo, a preguntarles a los De Jesús si querían que les repartiera las hortalizas. No hubo caso, pero tuvo suerte: Rubén Villafañe, que manejaba la gomería entonces, escuchó la charla y le dijo que necesitaba un ayudante.

“Fue el azar”, dice Ricardo. Así empezó todo para él, hace más de tres décadas, en esta esquina que según cuenta supo ser almacén de ramos generales y verdulería antes de convertirse en comité de la UCR y luego gomería.

Cuando Rubén se fue, le compró el negocio. Ahora Ricardo trabaja 12 horas al día con su hijo y su sobrino, tiene cientos de clientes fieles, dolores en las articulaciones de los brazos y las manos de tanto hacer fuerza, una cintura que se le queja cuando se agacha. Y si bien siente que va llegando la hora de levantar un poco el pie del acelerador, disfruta de venir cada día, de tener un trabajo que le permite hablar con la gente, de saludar a ese batallón de amigos que le tocan la bocina cuando pasan, de ser perito gomero cuando lo convoca la Policía y de alquilar aún esta casa que despierta tanta curiosidad. “A veces vienen arquitectos y dicen que habría que modernizarla. Hemos hecho reparaciones, pero creo que no necesita más que eso. Fijate que la escuela que construyeron acá enfrente ya tiene grietas. Y tiene menos de 30 años. Esta casona tiene un siglo más… y acá está”.

Con algunas retoques, la fachada se ha mantenido igual, aunque la vereda ya no es la misma: han tapado las acequias. El olmo pelea el domino de las alturas con los cables y cuando llueve el agua que baja por la pared hace aparecer la sigla de la UCR en esta gomería donde no se cobra por inflar bicis o calibrar. Lo cuenta con el papa Francisco sonriendo arriba a la izquierda y las chicas de los almanaques a la derecha. “Me dicen que lo puse al papa en un lugar perfecto y a las chicas medio escondidas, pero fue una casualidad”, cuenta, se ríe y agrega que lo de los almanaques es una tradición que se va perdiendo. “Los miran más las mujeres que los hombres. Les llamarán la atención los cuerpos, vaya a saber…”

Emiliana Cantera

El dibujo de Héctor Mutchinick.


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