Nuevo secundario: lento avance en Roca, con “dudas y a los tumbos”

El cambio convive con dificultades como la falta de calefacción, que dejó a unos 2.000 chicos sin clases. Estudiantes dicen estar “confundidos” con el modelo.

A poco más de dos meses del “desembarco” de la nueva escuela rionegrina, los establecimientos del nivel medio avanzan en el actual ciclo lectivo “como pueden” y con dudas. “Vamos a los tumbos”, reconocen algunos. “Estamos adaptándonos, como a cualquier cosa nueva, pero con dudas”, cuentan otros. Lo cierto es que el cambio de proyecto provincial, de metodologías de enseñanza, de prácticas y todo lo que la nueva escuela implica, recién está dando los primeros pasos y familiarizándose tanto con los directivos y docentes, como con los alumnos.

Y si bien desde Educación se manifestaron “conformes” con los avances, se admitió que el “recibimiento” que tuvo la reforma es dispar. La nueva escuela secundaria se implementó en poco más de un 60% de los establecimientos en Río Negro: en 58 de las 93, para ser más precisos.

“Estamos confundidos. Vamos a clases, a los talleres, tenemos 3 o 5 profesores, no sabemos cómo van a evaluar porque cada uno da una materia, pero no ponen nota…”, dice Mariano, estudiante de la nueva ESRN 116, de barrio Nuevo, mientras se manifestaba ayer junto a sus compañeros en una sentada por la falta de calefacción.

De hecho, en pleno proceso de implementación de los cambios y las mejoras educativas que impulsa el gobierno rionegrino, hasta ayer más de 2.000 estudiantes de dos secundarios roquenses –diurnos y nocturnos (el 116 y el 9)– seguían sin clases desde los últimos días por “falta de mantenimiento y equipos rotos” de calefacción.

“A veces sentimos que hay mucho de teoría, pero en la práctica quedaron muchas cosas sin resolver”, contó una profesora de primer año.

Ruth Román, profesora del área de Sociales, fue una de las delegadas en el encuentro provincial que se realizó días atrás, donde se analizaron las “fortalezas” y “debilidades” de la nueva escuela secundaria.

“Analizamos como positivo el hecho de que se pueda trabajar en forma interdisciplinaria, se trabaja en equipo, con más talleres. Pero como aspecto negativo vimos que la currícula no tiene objetivos claros. Un para qué”, señala Román.

En los hechos y en el día a día del aula surgen además “muchas dudas. Cosas que no están claras. Por ejemplo los modos de evaluación, porque ahora se califica (sin puntajes) por áreas. Y cada área tiene materias diferentes y docentes diferentes”, se indicó.

Un nuevo lenguaje también se adentró en el interior de los establecimientos. El tradicional recreo ya no es “recreo”. Ahora hay “descansos” que se adecuan según los horarios, según las materias, según las necesidades. Tampoco hay más “So” ni “Msa”. Mucho menos puntajes del 1 al 10. Ahora los chicos regresarán a casa (al final del primer cuatrimestre) con un “saberes no construidos”, un “bueno”, “muy bueno” o un “óptimo”. Saben que no repetirán de año, pero deberán cumplimentar las “trayectorias” para validar la incorporación de los saberes, mencionaron directivos de otros colegios consultados.

“Parecen cosas simples pero no lo son. Tuvimos que analizar hasta cómo y cuándo, según los talleres, los bloques, las áreas, qué divisiones pueden hacer el ‘descanso’ para tomar el refrigerio, porque el recreo no existe más. Cuesta adaptarse a un nuevo proceso, informarse y acordar porque hasta la tarea de los preceptores cambió”, explica Julio Padrón, director del colegio 9.

“Estamos bastante desorientados. Te dicen una cosa, después otra… A veces ni los profesores saben bien qué hacer”.

Mariano Aravena,

estudiante de un
secundario de Roca.

Datos

“Estamos bastante desorientados. Te dicen una cosa, después otra… A veces ni los profesores saben bien qué hacer”.

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios