Donde confluyen miles de historias

Antes de que la villa balnearia creciera, la esquina de Pomona y El Bolsón era el lugar en el que se vendían bebidas para los que alargaban el día de playa. El sitio ya no está, pero la magia sigue.

Existe una esquina de Las Grutas en la que confluyen miles de historias. Está ubicada a la altura de la Primera Bajada, donde se unen las calles Pomona y El Bolsón.

Los caprichos del destino hicieron que ese punto fuese sinónimo de encuentro. Porque cuando no había nada allí funcionó el primer local que vendía bebidas frescas para alargar el día de los que se aventuraban a bajar a la playa.

Y cuando empezó a existir algo, allí se levantó un restaurante que llegó a ser la cita obligada de los que buscaban distenderse.

Ahora funciona el restó Planeta Escuela, que mantiene abiertas sus puertas más allá del verano y se distingue por su oferta de pescados y mariscos.

Pero los memoriosos recuerdan las distintas improntas y fachadas con las que se vistió ese comercio a lo largo del tiempo.

El primer negocio que existió fue El Timón, creado alrededor de 1955 por Adolfo “El negro” Espinosa, que falleció hace unos años.

Fue el propio Espinosa quien, en uno de los cumpleaños del balneario, le relató a este diario cómo nació la idea de construir el comercio.

“Le dije a un amigo: ‘Mirá, si puedo, acá me voy a hacer un ranchito, así cuando venimos podemos quedarnos más tiempo para pescar y distraernos un poco’. Y así empecé a levantar un rancho con ladrillos, greda y con lo que podía, porque yo no tenía plata para destinarle pero sí mucho entusiasmo”.

Esa construcción simple, como la recordaba El Negro, fue creciendo con el tiempo, a fuerza de seguir siendo el único local en el que podían abastecerse los que se largaban a visitar el mar, en épocas en las que no existían siquiera las bajadas y se descendía a la arena a través de huellas creadas por los propios vecinos que llegaban desde San Antonio.

Ya en 1980 el escenario cambió.

La villa fue tomando forma y comenzó a funcionar la galería Antares, y el tradicional Timón le dio paso a Vago’s, un comercio dirigido por Ángel Olivieri.

Esta propuesta fue más audaz, porque apuntó a brindarle un poco de entretenimiento a un público que, fuera de divertirse en el mar, buscaba disfrutar de la buena mesa y tener un centro de reunión.

Vago’s lo logró con creces, y reinó más de una década como uno de los sitios de visita obligada.

Hoy las opciones son muchas, pero la tradicional esquina conserva su magia, y es el disparador de numerosos recuerdos.

Los memoriosos recuerdan las distintas improntas y fachadas con las que se vistió ese comercio a lo largo del tiempo.

Datos

Los memoriosos recuerdan las distintas improntas y fachadas con las que se vistió ese comercio a lo largo del tiempo.

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