El día después del terremoto: entre la bronca y la esperanza

Los socorristas no pierden la esperanza de encontrar sobrevivientes. Pero una réplica fuerte de 4,3 grados de magnitud a inicios de la tarde, generó terror .

La tierra volvió a temblar: un silencio angustiante recorrió el ambiente.

Las autoridades contabilizaban un trágico saldo de 250 muertos -184 en la localidad de Amatrice-, entre los cuales muchísimos niños que habían ido a pasar allí las vacaciones de verano. Una cifra no definitiva y destinada a crecer.

El primer ministro italiano Matteo Renzi prometió ayer nuevos fondos y medidas para reconstruir la parte devastada por el terremoto en la región central del país, mientras se busca la razón por la que el área propensa a movimientos telúricos en Italia ha fracasado continuamente en asegurar que sus edificios soporten tales eventos naturales.

Amatrice está dividida en dos. Y en el medio se encuentra el sector prohibido, la zona muerta, donde grúas, excavadoras y socorristas están trabajando sin parar en busca de cualquier rastro de vida. “La situación es mucho peor que en una guerra. Nos quedamos sin nada. Mi mamá no merecía esa muerte”, dice entre lágrimas Rita Rosine, de 63 años.

Las escenas resultan apocalípticas e inexplicables. Un edificio de tres pisos quedó intacto, excepto su fachada. Como si fuera una casa de muñecas, se pueden ver sus habitaciones, cocina, sala, servicios.

Más de 6.000 efectivos buscan cuerpos en los tres pueblos arrasados por el terremoto y muchos saben que con las horas se reduce la posibilidad de encontrar gente con vida. Aún así, pueden sentirse orgullosos de esa labor titánica tras haber extraído vivas 215 personas.

Mientras, para enfrentar la polémica, Renzi, anunció el lanzamiento de un plan bautizado como “Casa Italia”, destinado a hacer de la prevención el eje de la acción del gobierno. “Italia tiene que tener una visión que no se limite a la gestión de situaciones de urgencia. Será necesario realizar un trabajo serio y continuo”, prometió.

Expertos estiman que el 70% de los edificios en Italia no cumple los estándares antisísmicos. Tras cada gran terremoto se realizan promesas, que luego no se cumplen.