El día que un vecino le puso su apellido a un dinosaurio

El hallazgo de fósiles por parte de particulares, en muchas ocasiones, no es trascendente.

Pero en otros casos si.

Es lo que ocurrió en 1993 cuando el vecino de Huincul, Roberto Saldivia Blanco se acercó hasta el museo “Carmen Funes” y le dijo al paleontólogo Rodolfo Coria: “usted tiene el grande, pero yo encontré el chiquito”.

Saldivia se refería a lo que después de todo el proceso de retiro de fósiles, investigación y análisis se conoció como “Anabisetia Salvidiai”.

El dino fue bautizado así, en honor al vecino de Huincul, por los paleontólogos Coria y Jorge Calvo, encargados del estudio.

Saldivia Blanco lo encontró a unos 20 kilómetros de Plaza Huincul y, como le pareció que era valioso el material encontrado, dio el aviso al museo.

El animal era un pequeño herbívoro, de dos metros de largo y 60 centímetros de alto.

En Huincul ya estaba el herbívoro más grande del mundo: el Argentinosaurus Huinculensis, cuya réplica en tamaño natural ocupa el centro de la sala de Paleontología.


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