Mario Pachino Batalla , exjugador de fútbol: “Hay que aprender a agradecer”

Combina sus pasiones –fútbol, cocina, radio y amistad– para ayudar a los más necesitados en Jacobacci

Gente de acá a la vuelta

Gente de acá a la vuelta: Mario Pachino Batalla , exjugador de fútbol

A veces con muy poco se puede hacer mucho: arrancar una sonrisa, hacer más feliz a otra persona y a la vez hacerlo con amor. Claro que para ello, hay que tener ganas y por sobre todas las cosas, sentirlo. Quizá como una necesidad y sin esperar nada a cambio. Estas son algunas de las cuestiones que movilizan a Mario Francisco Pachino Batalla, este correntino convertido en hijo adoptivo de Jacobacci, ciudad que eligió para vivir y a la que intenta devolverle lo mucho que le ha dado.

Desde pequeño aprendió, además de jugar a la pelota y muy bien, a ser agradecido. Lo vivió y sintió en el seno de un hogar humilde, donde se vivía con lo justo pero sin grandes necesidades.

A lo largo de su vida combinó varias pasiones: el fútbol, la cocina, la radio y los amigos . Desde hace un tiempo, con un grupo de amigos y la colaboración de los vecinos de Jacobacci, organiza y elabora distintos platos de comida que llegan en forma gratuita a hogares carenciados. Sabe que es muy difícil abrir un merendero pero no renuncia a su sueño; “o un merendero o comedor para poder hacer feliz a los niños”, afirma.

El 9 de septiembre de 1986, tras dejar su Monte Casero natal, llegó a Jacobacci para reforzar el plantel de Huahuel Niyeo, equipo que se disponía a disputar un torneo provincial de fútbol. Sin saberlo, ese paso le cambió la vida y lo llevó a quedarse y adoptar a esta ciudad como su lugar.

R- Venía a jugar el provincial y después me volvía a mi pueblo. Pero Jacobacci me atrapó. Es que rápidamente la gente me abrió sus puertas , me dio cariño, un trabajo que no es fácil para alguien que viene de afuera Acá me casé, tuve a mis hijos y creo que voy a estar hasta que Dios disponga otra cosa.

P- ¿Qué más te dio el fútbol?

R- Mucho. La posibilidad de hacer lo que me gusta, de conocer lugares, de hacer muchos amigos. Hoy estoy viejo, pero sigue siendo una pasión.

P- ¿Y “Huahuel Niyeo” que significa?

R- Es el equipo de mis amores. Una pasión que comparto con el rojo de Avellaneda. Puse mi cuota de fútbol cuando tuve que jugar y representarlo y creo que no desentoné.

P- También jugaste con tus tres hermanos en el mismo equipo.

R- Ese fue el sueño más lindo que tuve. Compartimos lindos momentos juntos.

P- ¿Y la radio como aparece en tu vida?

R- Ante la necesidad de trabajar. Jacobacci también me dio la posibilidad de tener un trabajo. Empecé como operador en 1987 en Radio Nacional y hoy es mi segunda casa. Cuando voy a trabajar lo hago con todas las ganas. La radio es la que me da de comer todos los días. No puede pasar un día sin que vaya a la radio. Es otra de mis pasiones.

P- ¿Y la cocina?

R- Me gusta mucho cocinar. Es algo innato que me hace sentir bien y además me gusta hacerlo para mis amigos, para quienes quieran compartir un plato de comida conmigo o en sus hogares. Lo hago con mucho entusiasmo y pasión.

P- ¿Eso fue lo que te llevó a tener un emprendimiento gastronómico?

R- En realidad la apertura del local nace porque siempre nos juntábamos a comer en algún lado y siempre tuve la idea de abrir una rotisería o un restaurante. Pero este lugar que además de ser un emprendimiento en el que uno busca ganar plata para mejorar su situación, me da la posibilidad de compartir muchos y lindos momentos con amigos. Y eso no tiene precio. Disfruto mucho de poder tener este lugar porque me permite combinar esas dos cosas.

P- ¿Cómo nace esta necesidad de cocinar para los chicos?

R- Mi papá es un hombre muy recto. Siempre fue de pocas palabras. De chico me inculcó que uno tiene que aprender a agradecer. Por eso siempre tuve en mi cabeza la idea de que si podía hacer algo los chicos lo iba a hacer. Y bueno, me gusta cocinar, tengo un grupo de amigos que me acompaña y la gente de Jacobacci cada vez que le pedimos algo colabora. Los ingredientes lo ponen los vecinos, mis amigos y yo ofrezco el trabajo.

P- Has cocinado tallarines, locro, guiso de lentejas y ahora pastelitos para pasado Día del Niño.

R- Siempre que tenga la posibilidad de dar lo voy a hacer. Algunos dirán que estoy loco, no sé. Me sale del alma. A veces la gente no se da cuenta que con poquito uno puede hacer mucho. Puede ayudar y hacer feliz a otro. No hay misterio. Es mi forma de agradecer todo lo que he recibido de esa comunidad.

P- ¿Qué dice los amigos que te acompañan en esto ?

R- Ellos saben lo que yo siento por ellos y lo que significa esto para mí y para la gente. Creo que por eso son incondicionales.

P- ¿Vas a seguir haciéndolo?

R- Siempre que tenga la posibilidad lo voy a seguir haciendo. Sería bueno tener la posibilidad de hacerlo en algún centro comunitario.

P- ¿De que depende eso?

R- De que nos puedan dar una mano con el lugar y con las ollas. Nada más. El resto lo ponemos nosotros.

P- Y un merendero para los niños, ¿lo pensaste?

R- Es un sueño que tenemos con mi hermano Ramón. Siempre decimos que si nos sacamos el Loto o el Quini, lo vamos a concretar.

P- Ya pasaron muchos años desde que te viniste de tu pueblo. ¿Qué añoras de Monte Casero?

R-: Allá quedó mi viejito Vicente Darío, mi hermana y el río Uruguay. Son cosas que se extrañan mucho. Mis amigos ya no están. Cada uno hizo su vida y han tomado distintos rumbos. Siento el desarraigo de no tener la posibilidad de vivir allá. Me tuve que venir para buscar mi futuro. Pero siempre que puedo voy. De todos modos, no me arrepiento de las decisiones que tomé.

P- ¿Cómo fue tu infancia en Corrientes?

R- Somos muchos hermanos y vivíamos con lo justo y necesario. Perdí a mi mamá cuando era muy chico. Mi papá fue ferroviario y no teníamos las posibilidad es que hoy tienen mis hijos, por ejemplo, pero no padecimos grandes necesidades. Vivíamos con lo justo y necesario, pero fue una infancia muy linda, como muchos recuerdos.

Con esta trayectoria y compromiso, Mario es un valor agregado imprescindible en la vida de Jacobacci, admiten los vecinos. Y él lo sabe y lo agradece (verbo éste que lo conjuga día y noche).


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