Un trabajo que lleva al corazón de la Tierra

Los mineros hoy celebran su día. En el yacimiento de Sierra Grande los operarios cuentan un poco de la rutina diaria. Qué se siente a casi 400 metros de profundidad.

Martín Brunella

SIERRA GRANDE (ASG).- Amanece en Sierra Grande. Empieza la rutina diaria en el trabajo, en la escuela, en cada familia y también en las profundidades de la tierra. La mina de hierro arranca sus tareas con decenas de trabajadores que pasan gran parte del día en ese lugar donde la noche es eterna.

Son los mineros de esta ciudad que forjan la principal actividad de la zona, en algunos casos a unos 400 metros de profundidad y hoy celebran su día.

Para los foráneos es una postal novedosa, pero para los que transitan en camiones y camionetas los túneles de la mina, es una constante que viven con gran pasión.

Es que se enamoran de la Pecheca, los atrapa la idea de ser mineros, acá se estrechan los lazos que de por vida no se cortan.

Eso sí antes de bajar a la mina se los ve quitándose el casco para encomendarse a la protectora: Santa Bárbara, como lo hizo el ingeniero en Minas que acompañó a “Río Negro” por los túneles del socavón, Julio Hernando.

Más de 30 kilómetros de túneles se construyeron en esta mina. Abajo los obreros se acostumbran a sus lámparas, las botas, los ruidos y la humedad.

Alejandro Cussi, es perforista, y desde hace más de 25 años trabaja en el yacimiento con un parate cuando cerró Hipasam en el 92, pero volvió cuando se reabrió el yacimiento en el 2005.

“Este es de los míos, su único defecto es que es hincha de Boca”, bromea el ingeniero que dice que para él son todos compañeros por igual.

Cussi, de 52 años acababa de dejar el jumbo que ahuecaba la roca en una zona de producción donde luego irán los explosivos, cuando hizo una pausa para charla con este medio.

Los tiempos pasaron y las épocas en que trabajaban empapados cambiaron. Una moderna maquinaria permite hacer su trabajo sentado en una cabina y manejar todo por una consola. “Esta mina es una escuela, me llamaron de otras minas pero acá me quedo” , dijo.

En el nivel donde trabajaban hay un habitáculo que usan para la hora del refrigerio. Un paté y galletitas alcanzan para descansar y repone fuerzas. En esa media hora varias generaciones confluyen, los experimentados como Cussi y los nuevos muchachos que empezaron hace poco, se unieron para el mate y para contarse como van las cosas en la labor.

A la mesa se sentaron otros dos jóvenes. Su sobrino que apenas pasa los 20, Sergio Quipildor, que el 24 de agosto cumplió dos años de trabajo subterráneo, maneja una pala cargadora. También tiene alguna participación en explosivos y las tareas habituales. “Nunca tuve miedo, siempre estoy muy tranquilo”, expresa el joven.

David Núñez es el más joven el grupo y con 18 años experimenta su primer trabajo. “Quiero aprender más” señala el muchacho que tiene la responsabilidad de manejar una enorme máquina Toro.

Más abajo, en las profundidades, en la trituradora otros dos muchachos dicen que trabajan tranquilos. “Somos dos y este trabajo nos enorgullece”, expresaron.

La del minero es una tarea dura, de adaptación, de riesgo, pero todo aquel que pasa por esa experiencia la guarda como el mejor tesoro. Será por eso que el poeta serrano Juan Galarza los caracterizó como los “mensajeros del corazón de la tierra”.

Cada actividad del minero es un oficio: perforistas, tojeadores, paleros, maquinistas, entre tantas que se aprenden en el interior del yacimiento y como dice los que la conocen.

Termina el día de trabajo. La superficie, el sol y cada una de las familias, los esperan.

La dura tarea requiere de una adaptación, los riesgos también.

día del minero


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