Una explotación a cielo abierto

Puede que la postal que entrega hoy ese rincón de la estepa patagónica, con sus pequeños cerros erosionados por el paso de millones de años, no sea equiparable a los de la cordillera, pero nadie puede negar que es sobrecogedora, ya sea por su vastedad, la riqueza de sus mallines o por su impresionante soledad. Cuando todo el oro y la plata del proyecto Calcatreu haya sido extraído, los dos cerros ya no estarán y en su lugar quedará dos grandes hoyos, ambos de 200 metros de ancho: uno de 700 de largo y el otro, de 350 metros. Ricardo Williams, el representante que tiene Pan American Silver en Jacobacci, aclaró que la empresa tiene la obligación de remediar el pasivo ambiental. Junto a la técnica forestal María Eugenia Chameli, explicó que antes de proceder a la voladura del cerro, se quitará la capa fértil del suelo y la estéril, que quedarán a un costado. Una vez que la vida útil del yacimiento llegue a su fin, se rellenará el pit (hoyo, en inglés) hasta el nivel del suelo que circunda a los cerros y se colocará nuevamente la tierra estéril y la fértil, y se implantará el bosque nativo. Entre las pocas instalaciones de la empresa en la zona donde estará la mina, hay un invernáculo donde se sembraron semillas de especies autóctonas. No es sencillo porque nadie produce plantas como molles, neneos, coirones, michayes o mamuel choiques. Por ahora con estas plantas cubren, a manera de ensayo, las zonas afectadas en la etapa exploratoria. Los resultados fueron buenos a pesar de la sequía.


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