Homicidio al sur de Bariloche: «Pido disculpas. No estaba en mis cabales: estaba drogado»

La fiscalía y la querella acordaron una pena de 6 años y 6 meses de prisión. Se tuvo en cuenta el consumo de sustancias por parte del acusado del crimen.

“Me dirijo con el debido respeto y pido perdón por haberle sacado la vida a una persona y haber dejado a una familia sola”, manifestó Alfredo Segundo Marín, un joven de 19 años, que fue condenado por la muerte de Martín Almonacid Ferro en marzo de este año en el barrio Vivero. La familia de la víctima estalló en llanto.

Y Marín continuó: “Le pido perdón a Dios y la familia. No estaba en mis cabales. Estaba drogado. Pido disculpas de corazón”.

A raíz de un acuerdo entre la fiscalía y la defensa, Marín fue condenado a 6 años y 6 meses de prisión por asesinar a Almonacid Ferro, con tres puñaladas. El tribunal conformado por Bernardo Campana, Romina Martini y Gregor Joos decidió por unanimidad convalidar el acuerdo.

«Estos acuerdos no solucionan los dolores irreversibles, pero son un punto para el entendimiento y la solución del caso», justificó Campana.

Antes de la resolución, el magistrado le preguntó al acusado: “Marin, ¿entendió el hecho por el cual se lo acusa: haberle dado muerte a Almonacid Ferro con tres puñaladas”. El joven respondió afirmativamente.

La evidencia que fuimos reuniendo reafirmó la teoría del caso”, resumió el fiscal Gerardo Miranda durante la audiencia. Recordó que la madrugada del homicidio, en cercanías de las canchas Adeful, la víctima estaba en la casa de un conocido y decidieron salir “para encontrarse a una persona que debía entregarles algo”.

“En el lugar no había luz y confunden a la persona que buscaban con Alegría -que acompañaba a Marín y a otras tres personas-, pero que orinaba en las canchas. Baez encara a Alegría y lo agrede pensando que no le daba bolilla. Alegría pide auxilio a otros cuatro amigos que habían bajado a buscar cervezas en un clandestino que empiezan a apedrear a Baez y a Almonacid”, relató Miranda.

Dijo que Baez logró escaparse del lugar, pero Almonacid no corrió la misma suerte. “Quedó reducido y en eso, Marín saca un cuchillo y le aplica tres puñaladas. La muerte fue por hemorragia interna”, agregó.

Las declaraciones de los testigos coincidieron. Quienes acompañaban a Marín reconocieron que sólo él tenía cuchillo. “No era necesario, dijeron, porque ya estaba reducido. Les llamo la atención la situación intempestiva”, continuó su relato Miranda.

Durante la audiencia, Miranda llamó a declarar a la médica psiquiatra Verónica Martínez, del Cuerpo de Investigación Forense que manifestó que “los tres informes de Marín dan cuenta de una persona con cierto déficit intelectual leve asociado al consumo de sustancias”.

Indicó que Marín “responde a estímulos que aparecen en el momento, sin reflexionar si un acto es bueno o malo” y aclaró que “esto no supone una anulación o la imposibilidad de comprender entre lo correcto e incorrecto”.

Martínez señaló que durante el encuentro que mantuvo con Marin, este le manifestó que “no tenía recuerdos. Ahí se abre la cuestión de la influencia de los estados de intoxicación en la función de la memoria y la memoria a corto plazo”. Y explicó que el “recuerdo parcializado es propio de la intoxicación. No el borramiento total sino una memoria fragmentada”.

“¿Es inimputable entonces?”, le consultó Miranda. Martínez respondió: “Como dije antes, ingresa en el capítulo de los grises. Sería una imputabilidad atenuada, disminuida. No podemos pensar que hubo una ausencia de comprensión cuando en tres cartas Marín vuelca una situación de culpa y un pedido de disculpas”.

Al referirse al acuerdo con la defensa, Miranda consideró justa una pena de 6 años y 6 meses de prisión. “Resulta arbitrario pero, ¿por qué? Se debe bajar a la tentativa de delito aplicado”, argumentó.


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