La Lobería de Punta Bermeja tiene nuevos habitantes

Está a unos 60 km de Viedma y atrae a muchos visitantes. Es una reserva de gran importancia en Sudamérica.

VIEDMA (AV).- Un coro de bramidos. Esa es la primera señal que indica que allí abajo, en la base del acantilado, están ellos. Dueños y señores de esa enorme cama rocosa donde descansan y se mimetizan en el color. De allí sólo mueven tamaña magnitud corporal para zambullirse en el mar en busca de alimento.

Los más chiquitos que en esta época del año están aprendiendo a alimentarse anexando a la leche materna frutos del mar son los que se mantienen más activos. Recién son destetados unos 15 días antes del próximo parto.

Las madres dedican el tiempo a las guarderías y a enseñar a los cachorros para que pronto logren independencia mientras gestan la próxima cría que llegará en diciembre. Los grandes sultanes ya se internaron en el mar para recomponer grasas y volver a la línea de los 400 kilos que les permitirá medir fuerzas en la conformación de los harenes.

Sólo quedaron los más jóvenes y viejos, los que por razones de debilidad no pueden equilibrar la batalla. No obstante son también los que advierten sobre los peligros, como el tan temido ingreso de las orcas.

Esa es la vida en la reserva faunística de la Lobería, ubicada en Punta Bermeja a 60 kilómetros de Viedma que además, en esta época del año, suma como valor agregado a su belleza el avistaje de ballenas en su paso hacia el sur.

Por la cantidad de población de lobos marinos de dos pelos esta reserva es una de las más importantes de Sudamérica. Pero no está valorada como tal. Esta especie de lobo o león marino se distribuye desde el sur de Brasil y sus colonias reproductoras están en la Patagonia.

Esta reserva de Punta Bermeja mantiene una población de aproximadamente 3.500 lobos en forma permanente, lo que le otorga la importancia de su categoría en el sur de América.

El movimiento migratorio que se produce durante el invierno aumenta notablemente esa cantidad, cuyo pico máximo suma a fines de este mes más de 7.000 ejemplares. Hoy conviven en esta reserva unos 5.600.

Lentamente se empieza a observar el arribo de hembras con cachorros, machos subadultos y juveniles procedentes de distintos sectores de la Patagonia pero sobre todo del norte de la península de Valdés.

Los estudios y seguimientos permanentes que realizan los guardas ambientales del Consejo de Ecología y Medio Ambiente de Río Negro coinciden en señalar que la población de esta reserva se encuentra en aumento. Entre diciembre del año pasado y febrero de este nacieron más de 600 lobitos que son los que hoy generan la atracción de los visitantes.

Los sultanes que han conformado su harén se marchan apenas termina de parir la última hembra, las que a los 10 días de parir entran nuevamente en celo. Copulan y comienzan el proceso de gestación que dura un año.

Entonces sí, el macho se interna en el mar para alimentarse e invernar en otras loberías tras una prolongada dieta durante la etapa de reproducción que puede durar hasta dos meses y medio. En este período no prueban bocado, se retroalimentan con la grasa acumulada. La buena alimentación da efectividad para la procreación y defensa del harén. En cambio la debilidad es sinónimo de desplazamiento por otro más fuerte y es por esta razón que los jóvenes acosan permanentemente los harenes para apoderarse de las hembras que los sultanes defienden sin cesar.

A mediados de noviembre comienza el regreso y el feroz trabajo de la delimitación de territorio. Los sultanes llegan, se establecen en un sector de la playa y comienzan las pequeñas peleas por poseer el lugar más estratégico que permita procrear con mayor cantidad de hembras. Entre 9 y 12 por macho. Prefieren lugares con más sombra y acceso fácil al agua.

En tanto las hembras también comienzan a buscar un lugar en la playa para reproducir y los machos se van apoderando de ellas apenas salen del mar.

Todos se preparan para, sin siquiera sospecharlo, ofrecer entre diciembre y febrero un verdadero espectáculo de la naturaleza: entre 10 y 12 partos por día que prácticamente pasan desapercibidos para la parturienta a pesar de dar a luz a bebitos, cuyos peso varía entre 15 y 17 kilos. A pesar del tamaño arrancan las más diversas expresiones de ternura de los ocasionales testigos.


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