Pokémon ¿Go?

Redacción

Por Redacción

Papar moscas” era una frase muy utilizada en otros tiempos, para referir a una persona que estaba distraída sin hacer algo productivo.

Quién no recuerda a un abuelo o a un padre utilizando términos de ese tipo, que obligaban al destinatario a un aterrizaje forzoso desde la “luna de Valencia”.

El derrotero de los tiempos va modificando expresiones y significados. Quizás dentro de unos años, cuando la actual generación de jóvenes se dirija a sus hijos o nietos, les diga que “dejen de cazar pokémones”.

El divertimento que ha causado un furor inusitado en todas partes del mundo se autopromociona como un videojuego gratuito de aventura pionero desarrollado por Niantic Inc. para dispositivos iOS y Android.

Tildar esta práctica como una pérdida total y absoluta de tiempo sería defenestrar a los ingeniosos inventores de esta criatura, que han tenido la virtud de conjugar dos mundos que aparecían inconciliables: el real y el virtual.

También el de hacer mover a miles de sedentarios, apoltronados en sillones ya exhaustos de tanta pasividad.

El haber encontrado el gancho emotivo, en un dibujito animado como Pokémon, caro a los sentimientos de varias generaciones, es otra demostración de la habilidad de sus creadores.

Mientras quienes alaban las pokébolas, las poképaradas o los gimnasios ven en ellos desde un pasatiempo hasta la razón misma de su existencia cotidiana, muchos nos preguntamos hacia dónde se dirige el presuntuoso “Go” que pregona su título.

En esa dirección indefinida es donde esta aplicación tiene su talón de Aquiles. Observar a miles de personas reconcentradas en si mismas, perdiendo la noción de lo que ocurre a su alrededor, con el solo objetivo de cazar criaturas virtuales, no hace honor a la inteligencia humana.

Mucho menos si el target al que se apunta es al de personas de entre 25 y 35 años, que deberían encontrarse en uno de los periodos más fecundos de sus vidas.

Peor aún si son manipuladas por un titiritero, que sí hace su negocio. A no dudarlo, el juego nada tiene de gratuito, desde la captación de información del usuario a las microtransacciones que propone a todo competidor avanzado, pasando por los nuevos modelos de negocios que ya hacen relamer a los cultores del marketing.

La falta de un premio que apunte al bien común o que ayude a quien lo necesita es quizás la gran flaqueza de la idea. Si tal objetivo se contemplase, podría generarse una cadena solidaria donde un grupo ayude a otros que seguramente no tienen acceso a dicha tecnología, por medio de un canal ágil y novedoso.

Otro uso virtuoso que a partir del Pokémon Go se pueda llegar a generar a futuro es el educativo, con herramientas que permitan actuar físicamente con la realidad a través del conocimiento, con tareas semidirigidas por docentes a cargo. Cuestión que también contribuiría a aggiornar las propuestas pedagógicas.

También a realizar la actividad en un marco de mayor seguridad, de la que lamentablemente no gozan nuestros adolescentes y jóvenes en las calles.

Tal vez estas orientaciones benéficas no sean las perseguidas actualmente por las empresas que los promueven. Es probable que de no tener los reflejos suficientes el cazador sea cazado y el juego muera antes de que termine.

La euforia por el nuevo video juego recuerda otras fiebres como la de los Sea Monkeys o los Tamagotchis, que perecieron por su propia endeblez e inconsistencia.

Cuando pase el furor, el modelo que propone el Pokémon Go quizás sirva, para algo más que el mero hecho de “papar moscas”.

*Abogado, profesor nacional de Educación Física, docente universitario

Quizás dentro de unos años, cuando la actual generación de jóvenes se dirija a sus hijos o nietos, les diga que “dejen de cazar pokémones”.

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Quizás dentro de unos años, cuando la actual generación de jóvenes se dirija a sus hijos o nietos, les diga que “dejen de cazar pokémones”.

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