Pornografía financiera

TOMÁS BUCH (*)

Al margen de las definiciones del diccionario, “pornografía” es la exhibición de la obscenidad. Esta noble palabra casi siempre se relaciona con temas sexuales –pero el sexo se relaciona con la reproducción y, siguiendo esta línea argumental, observemos las siguientes noticias: El menos afectado de los países de la Unión Europea, su locomotora, según algunos, es Alemania. Y uno de los mayores bancos alemanes y con eso, europeos, es el Deutsche Bank. Ahora bien, esta entidad ha anunciado que está por despedir a unos 2.000 empleados. Supongamos que cada uno de ellos gane un sueldo anual de 25.000 euros. De esto resulta que las economías del banco, hechas a costa de la vida laboral de la que dependen 2.000 familias, son unos 50 millones de euros. El Deutsche anuncia que en el último ejercicio ha ganado solamente 9.000 millones, cuando en el anterior la ganancia neta era de 13.000 millones. Lejos de perder dinero, ha dejado de ganar 4.000 millones. De esa ganancia perdida debido a la crisis, debe poder resarcirse, a ver si al mayor banco alemán le pasó lo que a Lehman Brothers en el 2008. Hay que reducir costos, por lo tanto lo más sencillo es reducir el personal. Entonces se manda al muere de la desocupación y de la probable pérdida de una profesión a 10.000 personas (de las 2.000 familias, suponiendo que éstas aún no hayan renunciado a tener hijos alemanes), lo cual corresponde a un ahorro de 50 millones de euros, que es aproximadamente el 1,2% de lo que ha dejado de ganar el banco en el último año, en el que la crisis no deja indemne ni a la locomotora alemana. Todo esto se puede leer en los diarios. También es posible ver que el presidente del directorio tuvo un “sueldo” de 12 millones de euros por año. Supongamos que el directorio estuviera integrado por 10 personas, cada una de las cuales seguramente gana menos que el presidente, digamos 6 millones, la mitad. Esto suma, a los 12 del presidente, unos 50 millones más. Es decir, el mero directorio del Deutsche Bank se embolsa tanto o más que los 2.000 empleados despedidos. No se sabe si ese directorio también fue despedido, pero si lo fue, no es probable que los nuevos se conformen con salarios mucho menores. Se ha sabido que en EE. UU. los directores de bancos quebrados o poco menos fueron despedidos por trabajar mal, pero con indemnizaciones millonarias. En dólares, esta vez, pero también en plena crisis financiera, en medio de millones de estadounidenses que perdían sus hogares por no poder pagar las cuotas de sus hipotecas; pero, al ir a averiguar por la cancelación de las hipotecas cuando los echaban de sus casas, se enteraban de que la “letra chica” del contrato de hipoteca establecía que la deuda igual no quedaba cancelada, de modo que se les robaba su hogar y, además, tenían que pagarlo. El sistema tiene otras perversidades. Una es, por supuesto, la de los “paraísos fiscales”, hechos a propósito para evadir impuestos y blanquear dinero de origen desconocido –se sospecha que la mitad proviene de los países más pobres, pero los ricos miran para otro lado cuando se propone suprimirlos mediante impuestos a la transferencia de capitales–. Otra, menos evidente, es el juego de las “evaluadoras de riesgo”, esas entidades privadas que calculan la probabilidad de ganar dinero de una u otra inversión, y que lanzan las bolas blancas o negras que pueden determinar el destino de países enteros. Es decir, el de millones de seres depende de si Moody’s, Standard & Poor’s o Fitch le ponen una buena o mala nota a una empresa o a un país. Hay muchas evaluadoras de riesgo, empresas privadas de oscuras relaciones con los bancos, de las que supone que son objetivas, pero el 80% del mercado está en las manos de estas tres, todas estadounidenses. Estas empresas deciden sobre el destino del mundo levantando o bajando el pulgar. ¿Honestamente? Nadie puede estar seguro. La Unión Europea lo duda y quiere fundar una propia. Enron recibió la máxima nota en una evaluación hecha 4 días antes de que anunciara su quiebra. Hasta hubo denuncias contra alguna de las evaluadoras por extorsión directa… El capitalismo nació en el Renacimiento, con oportunidades para los laboriosos y quitando poder a la nobleza y el clero, que eran meros parásitos del trabajo ajeno. El capitalismo produjo riqueza y progreso, tecnología y oportunidades, y regulaba los precios de las cosas mediante la competencia (la “mano invisible” de Smith). Pero la industria necesitaba capitales, tanto más cuanto las tecnologías se hicieron más capital-intensivas y expulsaban trabajadores. Esa necesidad dio cada vez más poder a los bancos, que habían nacido en la Edad Media para financiar las guerras de los reyes. Pero después, los bancos y los grupos financieros se apoderaron del capitalismo, la competencia desapareció al cartelizarse las empresas multinacionales, y hoy –como se ha visto en varios países europeos– se están apoderando directamente de los gobiernos de los países. Por fin se ha logrado el monoteísmo absoluto del dinero. (*) Físico y químico


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