Amancay agoniza y esperan el fatal desenlace

La ballena lleva cinco días varada en Caleta de Los Loros y ya no se mueve durante la pleamar. Los guarda ambientales notan una tenue respiración.

La ballena lleva cinco días varada en Caleta de Los Loros y ya no se mueve durante la pleamar.

La ballena Franca Austral varada en Caleta de los Loros no deja de sorprender y cumplió ayer cinco días fuera de su hábitat natural, aunque sólo se le nota una tenue respiración; según los guarda ambientales que la visitan para ver su estado y el grado de deterioro que continúa avanzando.

Si bien en los primeros días se percibían algunas alteraciones de los miembros en la pleamar, que nunca llegó a tapar todo el voluminoso cuerpo, durante la jornada del martes se pudo comprobar que no tenía movimientos.

De acuerdo a las apreciaciones de expertos que estuvieron en esa profunda ensenada, ubicado a 144 kilómetros de esta capital, a los daños en la piel como producto de la luz solar se le agregaron en la jornada pasada algunas grietas. Con este panorama, quienes tienen un acercamiento prudencial esperan un fatal desenlace.

Dentro de ese proceso de involución, personal de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable realiza un intercambio de turnos para verificar su estado anotando en planillas los cambios que puede estar demostrando el cetáceo con tantos días fuera del agua, el movimiento de las pupilas y si emanó sangre.

Frente a esta situación, el organismo que tiene a su cargo el operativo tiene previsto realizar algunas consultas sobre qué hacer luego de que se produzca el deceso tomando en cuenta que el sector costero presenta dificultoso como para ir recuperando parte de la osamenta.

Se cree que llevará tiempo pero tendrán que determinar el curso de acción a seguir tomando en cuenta que restan apenas tres meses para la llegada de la primavera y la acción de una temperatura más alta implicando algunos riesgos por supuestas enfermedades que puede transmitir el cetáceo.

En el sector que fue encontrado, si bien hay que atravesar dunas y los riachos, es de fácil acceso para los amantes de la naturaleza y los aficionados a la pesca que suelen concurrir tomando como base de campamento a la pequeña villa contigua de Pozo Salado.

La autoría de bautizarla con el nombre de “Amancay”, al ejemplar de 12 metros y unas 15 toneladas de peso, fue atribuida a los guardas ambientales que se turnan para realizar las observaciones técnicas.

Algunos visitantes cuentan que éstos tienen por costumbre de darle nombre al producto de un hallazgo como una forma de poner en valor a una de las flores típicas de la Patagonia.


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