El boom de la cerveza artesanal también se vive en Viedma

En la ciudad avanzan cuatro emprendimientos, cada uno con su estilo. “El espiritu del cervecero artesanal es la coexistencia con el otro, nosotros no queremos monopolio”, afirman.

Al ingresar a la pequeña fábrica el vapor que emana de las enormes ollas de cocción da alguna pista. Un aroma agradable envuelve el ambiente.

Desde una pasarela, a algo más de un metro del piso, Julián vuelca el lúpulo que se suma a la malta ya macerada. El proceso está en marcha. Llegará luego la levadura a hacer su trabajo y tras una semana de fermentación, otro tanto de maduración y un buen tiempo de frío, el producto quedará listo y al alcance de los interesados en probar una cerveza artesanal patagónica, elaborada en Viedma.

El crecimiento de la actividad en la provincia y en el país impresiona. “Cada vez hay más gente que busca probar cervezas distintas, salir del circuito industrial y poder saborear otros gustos, otros estilos, con la tranquilidad de que se respetaron los tiempos a lo largo de la producción, que se utilizaron insumos genuinos y que se busca el máximo de calidad, aún en contra del apuro comercial”, coinciden los cuatro emprendedores que desarrollan la tarea en la ciudad.

Agustín Ortiz es -junto a quien fuera su socio- el precursor en la elaboración en Viedma de la ya reconocida marca Gulmen. Con ella obtuvo dos premios sudamericanos y hoy tiene capacidad para producir 7.500 litros por mes y aspira en un par de años a duplicarlo.

Aquello que hace 15 años supo ser un hobby para disfrutar con amigos se convirtió en actividad laboral y ya es una pequeña empresa con un par de empleados.

Un orgullo

Su orgullo es el reconocimiento de la marca como producto local y le gratifica que muchos viedmenses la regalen como ícono de la ciudad y estudiantes que vuelven a cursar a otras partes del país la lleven para dar a probar a sus amigos.

Como buen amante de la cerveza, su vocación está en intentar nuevos sabores. “Hicimos una de jengibre, de miel, con frambuesa y una ahumada que nos dio enormes satisfacciones”, asegura.

Carlos Magliarelli y su yerno Julián, junto a sus hijos Ana, Pablo, Martín y su mujer Patricia, producen la marca Humus Lupulus, que es la única de Viedma que además de venderse fraccionada tiene dos locales de venta, un bar pizzero en esta capital y otro en Buenos Aires que administra uno de sus hijos.

La inversión desarrollada en el parque Industrial es enorme y piensa seguir ampliando. Produce entre 3 y 4 mil litros mensuales y sus variedades se comercializan en Neuquén, La Pampa, Chubut y Buenos Aires, además de varias ciudades de Río Negro.

A pesar de la costosas maquinarias reivindican su producción como artesanal, ya que aseguran respetar los procedimientos, con los tiempos precisos, utilizando insumos puros sin aditivos y priorizando el gusto y la calidad a cualquier presión comercial.

“La condición de artesanal se pierde cuando se desborda la demanda y uno deja de respetar los pasos para hacer una buena cerveza”, afirma Carlos.

En plena elaboración: la marca Humus Lupulus, tiene locales de venta en Viedma y Buenos Aires.

Acompañamiento y control municipal

El municipio busca regular la producción y el fraccionamiento, en especial en los denominados growlers, unos bidones de dos litros recargables.

Las cervecerías proveen los barriles a comercios que no en todos los casos tienen las condiciones de salubridad para recargar. Por eso, se piensa una normativa que tienda a un control saludable.

En números

Datos

7.500
Litros de cerveza Gulmen, es la capacidad que tienen para producir por mes y aspiran a duplicarla en un par de años.
15
Años atrás, la producción de cerveza artesanal era sólo un hobby para algunos. Hoy es un emprendimiento importante.

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