La pobreza que teje redes solidarias en Viedma

Un pequeño grupo de voluntarios trabaja en los barrios más necesitados para que “puedan vivir con dignidad”.

Una fructífera avalancha fraternal, de muy perfil bajo, entró en acción a través de un pequeño grupo de voluntarios ligados a la capilla San Martín de Porres de esta capital. Su actividad aparece como un intento de cambiar la vida ayudando a familias de humilde condición que arrastran una difícil historia.

El colectivo “Acción Solidaria” tiene como principales referentes a Liliana Tapia y Andrea De Francesco. Su misión está enfocada hacia los barrios más empobrecidos con el desafío de trabajar en tres frentes que -por ahora cubren- las demandas de 16 núcleos entre padres, madres, niños y abuelos.

El staff de voluntarios está integrado por algunos miembros que tuvieron un pasado de humilde condición y necesidades extremas. “Cuando vinimos de Valcheta a Viedma, mi papá no tenía trabajo, y en mi familia a veces tomábamos mate cocido con pan rallado a la noche”, contó uno de los alfiles quien luego de superar su historia de obstáculos, en la actualidad, busca brindar un mejor presente digno a otros que asomaron al mundo partiendo de la nada.

Esta sociedad de hecho, de carácter altruista, atiende a las familias más necesitadas en cuanto a la estructura habitacional básica para que sus integrantes “puedan vivir con dignidad”, según expresan. Suelen asistir a las madres solas con muchos hijos y de escasos o nulos ingresos económicos.

Llevan construido un baño en el barrio Álvarez Guerrero (ex Loteo Silva), amplían una vivienda a una familia del barrio 30 de Marzo y a otra se les está ayudando con materiales que el grupo entrega en la medida en que se observan avances.

El frío patagónico en estos núcleos poblacionales de la periferia capitalina es tan intenso y la oferta de calor se mide a cuentagotas. Por eso, imaginaron una “campaña de frazadas”. Se realiza durante todo el invierno.

Un tercer gesto de cooperación es la puesta en marcha de un Banco de Estufas. Ya se han instalado varias salamandras que se han construido a partir del reciclado de termotanques ya fuera de servicio. En este marco, se lleva a cabo la incorporación de calefactores de bajo consumo porque la leña es escasa, y en el Sur no abunda tanto como antes.

Para ello, este colectivo requirió del apoyo a parroquias “amigas” (Nuestra Señora del Pilar, El Patrocinio de San José e Inmaculada La Redonda).

La modalidad del Banco surgió con el propósito de no perder el control de las estufas, y siempre están prestando un servicio por un determinado tiempo en una familia. Una vez que sus miembros solucionan el problema de calefacción vuelve al banco, y se presta a otra vivienda.

Para colaborar con donaciones con el grupo Acción Solidaria se pueden comunicar al 02920-15550350 ó 15483584.

Liliana comparte su trabajo con esta elección de vida de ayuda luego de que un niño -hace 15 años atrás- pedía ayuda cerca de un supermercado de la ciudad. Luego, el derrotero cotidiano la llevó al ex Loteo Silva donde una joven madre vivía con cuatro hijos, y su letrina se limitaba a cuatro chapas apoyadas entre sí.

Su compañera Andrea, se jubiló con Asistentes Social, y ahora “hago una militancia social” porque “descreo de las actitudes verticalistas y poco democráticas de los partidos políticos”, asegura. Y además, observa que la pobreza es estructural porque “hay un Estado ausente” por falta de trabajo, salud, alimento y educación”.

Momentos que dejan sin aliento

En la actualidad, la esperanza (para Cristina (54), su marido Alberto (57) y un nieto) vive en 20 metros cuadrados de una choza del 30 de Marzo construida en madera, y con varias “cuchas” alrededor para cuidar galgos con lo que salen a cazar liebres para comer luego del “cirujeo”.

La choza consta de dos pequeñas habitaciones, piso de tierra y el entorno familiar se remite a una salamandra y una mesa improvisada con un enorme carretel de madera abandonado por una empresa que instala cables.

Ven que en poco tiempo, comenzarán a tomar forma los cimientos que se levantan con materiales donados por “Acción Solidaria”.

El presente es duro: “varias veces fui rechazada por el Programa Habitat (mejoramiento habitacional municipal), acá sólo se asomaban la gente Defensa Civil del Municipio a sacar fotos cuando nos inundábamos pero después desaparecían, me cansé de golpear puertas y conozco gente a la que le entregaron muebles o colchones (Desarrollo Social de la Nación) que los terminaban vendiendo, en Desarrollo Social (municipal) pedí un subsidió y volví con cuatro cajas de budines que se los regalé a los chicos del barrio”; narra la mujer.

Con lágrimas en los ojos, se muestra sorprendida por la colaboración de este grupo solidario. “Pareciera que estuviera soñando ante tantas promesas incumplidas”.

Una realidad variable

A estos aportes, se agregó la campaña “Una navidad para mi hermano” que consistió en aportes de mercadería, y como alguna vez llegó ayuda en exceso, a una familia se le emplazó un nuevo techo para la precaria vivienda en la que vivía. Las posibilidad de apadrinamiento de más familias está latente ya que -según el Colectivo- “hay gente que no va al barrio pero colaboran, incluyendo el Obispado”.

Un principio atribuido a Jesús recomienda poner la otra mejilla cuando recibe una cachetazo en la derecha impidiendo así devolver una actitud reprochable. Tomado así a pie juntillas, a veces sus rostros se encuentran con situaciones poco gratificantes: unos años atrás, remplazaron una choza del 30 de Marzo de una mujer, y levantaron con materiales parte de su casa, y al poco tiempo ésta la vendió y se fue a vivir a Bariloche. “Menos mal, que quien la compró ahora puede disfrutar de ella”, se resignan.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios