La polémica por los autos en la playa no tiene fin

La discusión invadió las redes sociales por la gran cantidad de vehículos que transitan sobre la arena de las diferentes playas.

Los ostreros viven en la costa y se alimentan con su largo pico rojo de los pequeños organismos que deja la marea. Generalmente lo hacen en casales y cuidan entre ambos a sus crías. Cuando perciben el peligro uno se aleja con fuertes graznidos y e intenta llamar la atención para evitar riesgos a los juveniles, mientras el otro integrante los resguarda y oculta.

Seguirlos, en silencio, durante horas en las extensas y hermosas playas que conforman el litoral marítimo rionegrino, es una de las experiencias más enriquecedoras a la hora de pasar un día junto al mar.

Como ellos, habitan las costas pero con presencia menos permanente, los playeros que llegan de remotos sitios tras su largas travesías por el hemisferio. Los humedales y los espacios intermareales permiten que se alimenten y se reproduzcan.

De la misma manera, gaviotines, algunos flamencos, cormoranes, garzas blancas y muchas aves más son observables donde llega la rompiente.

Por otro lado, en algunas playas de la zona se ven habitualmente cientos de huevos del tamaño de una pelota de tenis, en los que que crecen los caracoles marinos. Los moluscos de distintas especies tapizan las rocas patagónicas y embellecen aún más los paradisíacos paisajes marinos.

A estos seres vivos, se agrega la impactante y bella fragilidad de los acantilados esculpidos por el secular impacto de los vientos y del mar. Cada tanto, una fracción de ellos se desploma evidenciando el poder de la naturaleza y su extrema vulnerabilidad.

Por eso, cuando la arena en estos sitios, se cubre de huellas de cuatriciclos, jeeps y pick up 4 x 4, surge la polémica. En estos días, la cuestión invadió las redes sociales.

En El Cóndor, en virtud de la tradición y la idiosincracia local, se habilitaron algunos espacios en los que se permite la circulación vehicular sobre la playa, con muchos recaudos, ya no sólo por la preservación del ambiente, sino además por la integridad y salvaguarda de los demás bañistas entre los cuales transitan.

La costumbre, restringida a algunos sectores, se extendió últimamente a las más diversas playas. Hasta en Playa Bonita y en El Espigón, que no tienen acceso para vehículos, se observó la bajada de cuatriciclos en los últimos días. Y lo que es peor aún, el fin de semana, toda la costa de Pozo Salado, a unos 150 kilómetros de Viedma, entre esta capital y el Puerto de San Antonio Este, se inundó de camionetas y fourtrax.

Un despropósito, si se considera que ese sector está incluido en el Área Natural Protegida, Caleta de los Loros, donde un guardafauna intenta evitar los impactos, pero que se ve sobrepasado por la actitud desaprensiva de quienes pretenden llegar motorizados hasta el agua o hasta el sitio en el que van a clavar a la sombrilla.

La secretaria municipal de Desarrollo Económico y Turismo, Laura Ramos, reconoció que el acceso a la playa con vehículos es un tema de debate cada temporada, fundamentalmente en la zona de El Faro.

Allí, donde comienza el acantilado, hay dos vías, una desde la costanera, y otra desde lo alto, donde se inicia el Camino de la Costa, denominada Segunda Bajada, o Bajada de Picoto. Ambas habilitan la llegada de los autos. “Pero pueden estacionar, no circular”, aclara la funcionaria.

De la misma manera, en la zona de “las playas grandes”, frente al centro de la villa balnearia, es posible circular hasta la arena, pero no transitar por ese sector. “Hay policías y agentes municipales, pero no puede controlarse todo el tiempo”, admite Ramos.

Por eso, llama a la reflexión y alerta que este tipo de polémicas deben resolverse una vez que pase el verano y “prepararse todo el año para que la gente tome conciencia que no va a poder ir más con el auto a la playa”.

Reconoció que en el resto de las playas -a excepción de La Lobería y Caleta de los Loros que son áreas protegidas- no está normada la cuestión. No obstante, la Ley provincial 2951 de planeamiento costero establece los límites para el uso costero.


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