La terminal no está a la altura de la capital

Usuarios y prestadores reclaman que quedó chica, “antigua y poco funcional”. Prometieron obras que no se realizaron.

La terminal no está a la altura de la capital

“No es una terminal acorde a una capital de provincia, ha quedado antigua, chica, poco funcional, con mínimos servicios, en otras ciudades importantes las terminales cambiaron, ya no son esto”.

La expresión corresponde a Susana Nielsen, responsable de una de las boleterías de la estación de ómnibus de Viedma quien, junto a su marido, Juan Schmitt, coinciden con varios de los referentes del lugar al describir la inseguridad, los problemas en la infraestructura, los sucesivos anuncios de mejoras incumplidos y la fuerte caída de la actividad comercial.

El edificio fue construido a principios de los 80 con fondos nacionales. “Pero estaba pensada para 10 micros por día, hoy hay 20 servicios y no brinda las comodidades esperables para la importante circulación de gente”, asegura Susana.

Es unánime la preocupación acerca de la inseguridad en el lugar. Aunque se instalaron cámaras hace un par de años y un efectivo policial permanece las 24 horas, la falta de cerramiento y la mayor presencia de uniformados es un reclamo que se reitera.

“Se producen arrebatos, robos, peleas, corridas, nos han roto vidrios y hasta hubo tres muertes en las inmediaciones o con relación a la terminal en los últimos años”, asegura Julio Pondal, concesionario del kiosco y de la confitería.

La infraestructura actual, junto a los hechos vandálicos y delictivos representan la mayor crítica de los operadores del sitio. “Desde 2004 que estamos esperando obras, hace dos años el gobernador -Alberto Weretilneck- y el intendente -José Luis Foulkes- anunciaron que se iba a cerrar todo el predio y que se iba a extender el techo” afirma el referente gastronómico.

Schmitt, en tanto, cuenta que “las quejas de los pasajeros son reiteradas, ya que cuando llueve se mojan las maletas y la gente se empapa, porque no se extendió el alero como se prometió”. El cerco alrededor de la parcela permitiría reducir la inseguridad, pero la obra sigue postergada. “Las terminales cambiaron, ya no son esto, en otros sitios los baños son un lujo, acá a veces anda uno solo, es necesario invertir en mejoramiento de manera urgente”, sostienen.

En algún momento se pidió asfaltar, “pero hemos reclamado meses que pasen una máquina por la cantidad de pozos que agarran los micros al entrar y no pasa nada”.

El subsecretario de Servicios Públicos del Municipío, Julián Barbalace, de quien depende la estructura de la Terminal, admitió que “los anuncios quedaron en la nada, porque esas obras se prometieron junto a la finalización del canal Montenegro, para esos trabajos hubo dinero de la Provincia, pero para la Terminal no alcanzó”.

Agregó que “la verdad que hay preocupación, en primer lugar por la inseguridad, si bien tenemos cámaras al no tener seguridad permanente se hace difícil el control. Desde las boleterías no hemos tenido mayores reclamos, pero sí con respecto a la seguridad”.

Cayó la venta de pasajes y el consumo

Pondal recorre todo el país debido a que cumple funciones en la Asociación de Hoteleros y Gastronómicos por lo que concluye que “en relación a otras terminales de capitales de provincia estamos muy al fondo, no tanto por la prestación de los privados porque nosotros ofrecemos muchos servicios, pero en cuanto a lo demás ha quedado chica y no se adaptó a los nuevos tiempos”.

El concesionario indicó que “la situación comercial es muy grave desde hace un año y medio, porque cayó fuertemente el consumo, los pasajeros pasan directamente sin subir a planta alta (donde se ubica el pequeño restorán), apenas se ocupan un par de mesas diarias y para colmo ni siquiera anda el ascensor, para quienes no pueden usar la escalera”.

Se lamenta, porque además ofrece servicios de ciber, fotocopias, recarga de tarjeta SUBE y en el kiosco se hace armado de encomiendas, hay guarda pack, entre otros. “Pero con este nivel de actividad no podemos continuar y estamos esperando que venza la concesión porque no podemos mantener al personal, los costos son muy altos y los ingresos no alcanzan, el 78 por ciento se va en impuestos”, se queja.

Para las boleterías el panorama no es más alentador. “Las ventas cayeron enormemente hace un año y medio. Las empresas, aduciendo la quita de subsidios, sacaron servicios y cancelaron líneas”, cuentan los operadores.

Por ejemplo, un servicio muy utilizado por los productores del Idevi era el que los transportaba a Jujuy, de manera directa. Esta semana fue el último viaje. Así, se suman ejemplos.

“A Buenos Aires se hace difícil competir con el avión que ahora viene todos los días, un pasaje en micro cuesta entre 1.500 y 1.800 pesos y se tarda 12 horas”, explican. La competencia desigual quedó en evidencia cuando un paro de trabajadores aeronáuticos provocó el colapso de la Terminal.

Testimonios coincidentes

La terminal de Viedma es lugar de paso de cientos de personas que arriban desde localidades cercanas, como San Antonio Oeste, Sierra Grande, Valcheta, Conesa y Guardia Mitre, fundamentalmente por razones de salud, por trámites administrativos o por el cursado de materias en las universidades.

“Toda la gente de Sierra Grande viene acá”, dicen Vicentina Chagallo y Filomeno Marrone, quienes llegaron a la capital provincial por chequeos médicos. “Se come bien y barato”, cuentan, mientras esperan en una de las butacas del hall central.

Angel Jordan llegó desde Formosa y se traslada también a la ciudad serrana. “Lo raro es que no hay wifi, por suerte nos prestaron de una de las agencias, pero de onda”, explica. No obstante, destaca que el baño funciona y que el lugar se observa limpio y ordenado.

Hay un dato sonoro que llama la atención. A diferencia de otras estaciones, en Viedma no se escucha el aviso del arribo ni de la partida de las unidades. Muchas veces por ello, hubo personas que perdieron sus pasajes.

Detalles del lugar

El kiosco permanece las 24 horas abierto.

Hay 11 boleterías.

El cajero automático instalado no anda.

Pasan unos 20 colectivos diarios.

Una oficina de la CNRT está abierta de 7 a 13,30.

Una cooperativa se encarga de la limpieza con 7 empleados.

Hay dos agentes municipales encargados del mantenimiento del lugar.

Hay policía las 24 horas, pero sólo un efectivo por turno.

La confitería abre desde las 8 hasta las 23 de lunes a sábado. Los domingos sólo a la tarde.

Se calcula que en que total, entre pasajeros, usuarios del transporte de encomiendas, familiares que despiden o reciben viajeros, taxistas, y otros, circulan entre 1.300 y 2.000 personas por día, dependiendo la época del año.

Hay un buen mantenimiento del parquizado.


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