Viedma, una ciudad con veredas maltrechas

Desniveles, falta de mantenimiento y baldosas flojas y sueltas son una constante en distintos puntos de la ciudad.

Viedma, una ciudad con veredas maltrechas

Un tropezón no es caída, siempre y cuando, no se camine por alguna vereda de la capital rionegrina. Las raíces de añosos árboles han levantado extensos tramos tornándolas intransitables o, en el mejor de los casos, han dejado apenas un caminito cercano a la línea de edificación. Eso sí, con baldosas flojas que en días de lluvia salpican hasta la frente y embarran anteojos.

En otros sectores tienen tanto desnivel por no estar unificado el sistema de construcción que significan un riesgo latente. A tal punto que los vecinos prefieren los tramos de baldosas flojas, sobre todo en las mañanas oscuras cuando salen a trabajar, como el caso de Sonia Fernández que camina a diario varias cuadras por la céntrica Colón entre Roca y el boulevar Sussini. La peor cuadra es donde se encuentran las oficinas de Aguas Rionegrinas. “Temprano o de noche es más complicado porque uno no sabe cuál vereda elegir. Todas están iguales. Es preferible ir por la calle pero también es un riesgo”, agregó la vecina conocedora palmo a palmo de cada cuadra de esa calle. Se abstuvo de elogiar alguna.

Y así unas cuantas que grafican no sólo la falta de consideración para con el peatón sino la escasa conciencia de tener la casa más ordenada y limpia.

Gruesos cables de acero que sostienen columnas de electricidad o postes en medio de las veredas han provocado más de un dolor de cabeza y caída entre personas que no recorren con frecuencia esas arterias como la de 7 de Marzo al 400. A escasos metros de allí se levanta el Hogar Don Zatti que aloja personas con problemas de salud del interior de la provincia que poco conocen la zona y ese cable no deja de ser un riesgoso obstáculo.

Si para cualquier persona el mal estado de las veredas es un problema, la dificultad se multiplica para quien padece dificultades de visión como el caso de Rubén Petruccelli, responsable de la biblioteca parlante de la Legislatura. A diario camina más de 15 cuadras guiado con su bastón verde y si bien elige el camino con menos tropiezos no es fácil la opción “porque la mayoría de las veredas están inestables por las roturas, desniveles, pozos”. Recordó que hace unos siete años varias personas con problemas de visión propusieron al municipio a través del Consejo local del Discapacitado “solucionar este inconveniente entre todos porque es la única forma.

El vecino tiene también que tomar conciencia en no dejar obstáculos en el medio de las veredas, carteles, postes, postigones abiertos hacia la calle, ramas que nos lastiman la cabeza porque el bastón sólo nos advierte del tropiezo en el piso. No quisiera olvidarme de los dueños de perros”.


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