7 días de playa y samba en Río

Con buenos precios y su eterna belleza, la Cidade Maravilhosa es una tentación. Guía para dejarse perder en su espíritu alegre durante una semana.

Río 40 graus / Cidade maravilha / Purgatório da beleza e do caos”, dice Fernanda Abreu en una popular canción brasileña que ya es un clásico. La letra y las imágenes que acompañan el videoclip -sol, fútbol, cuerpos ejercitados, tráfico, música, pobreza, ritmo, gracia, corrupción- conforman una pintura que condensa con precisión el alma de Río de Janeiro, esa envolvente ciudad que elige la mayoría de los argentinos que escogen Brasil en sus vacaciones. Sobran los motivos y las atracciones: playa, fiesta, paseos, excursiones y, también, precios más bajos que en los principales destinos turísticos de Argentina, sobre todo en comparación con la Costa Atlántica. Un recorrido (arbitrario, claro) podría ser el siguiente:

Día 1. La llegada es conveniente que sea al aeropuerto Santos Dumont, en el centro de la ciudad y a unos 15 km de Leblon -antes están las playas de Ipanema o Copacabana-. Hasta esa zona se puede llegar en buses (12 reales, unos 60 pesos), que son más económicos que el taxi, con el que hay dos opciones: los “comunes” (amarillos) afuera de la termina desde 20 reales ($100) o los “especiales” dentro del aeropuerto desde 50 reales ($250). Si el avión aterriza en Galeao, a unos 25 km de Copacabana, el traslado será más caro. Muchos también eligen el servicio de Uber, aunque para eso hay que salir del aeropuerto. Para moverse en la ciudad hay subtes y varias líneas de colectivo con boleto único (3,8 reales, $19) aunque es interesante hacer una recorrida a pie para entender mejor la geografía y disfrutar el paisaje cambiante. Andar por las calles para ver a los cariocas refugiándose del calor bajo un árbol, donde improvisan un tablero para jugar a las damas.

Día 2. Madrugando, se puede empezar en Copacabana, el sitio ideal para contemplar el amanecer. Luego caminar hasta la vecina Leme y volver hasta llegar a Ipanema, donde el “Posto 9” es el más famoso y chic. Siguiendo está Leblon, algo más tranquila que las demás. Eso sí, antes de que caiga el sol retomar el camino para ir hasta lo alto de la piedra de Arpoador, el punto estrella en el que cientos se acomodan para ver el atardecer. Entre Leblon y Leme, los dos extremos bordeando la playa hay poco más de 7 km en los que se repiten puestos y bares (botecos) para tomarse una cerveza (una lata 5 reales, $ 25), una caipirinha (20 reales, $ 100) o un agua de coco (6 reales, $ 30) directamente de la fruta (cortada en el momento). También hay oferta de sobra para picar algo -pao de queijo (5,50 reales, $ 27), bolinhos (desde 7 reales, $ 35), papas fritas (10 reales, $ 50)-, ya sea frente a la playa o metiéndose en las calles transversales al mar, donde hay locales pequeños donde los precios suelen bajar y, también, sitios clásicos como Belmonte (tiene varias sucursales), donde almorzar o cenar ronda los 75 reales ($ 378) por persona.

Día 3. A todo esto, Río -donde viven 6,5 millones de personas- es mucho más que playa. En una semana se pueden sacrificar días de arena y mar para conocer lugares como el hermoso Jardín Botánico, que tiene un orquideario impresionante; está muy cerca de la playa de Leblon y de la laguna Rodrigo de Freitas, la cual se puede rodear caminando o en bicicleta. La vuelta completa son unos 8 km y en la parte norte está el elegante y sereno barrio Lagoa, que alberga el Parque Lage y es un buen lugar para almorzar. Desde allí se puede ir a pie -un trekking de unas dos horas- hasta el emblemático Cristo Redentor. Ir en taxi o bus requiere unos 35 minutos para llegar hasta la base, desde donde se puede subir en bus o en el tren del Corcovado (60 reales, $ 300). Es más barato comprarlo online (www.tremdocorcovado.rio), aunque el riesgo es llegar y que esté nublado (el pasaje no tiene devolución).

Día 4. Desde Leme la primera parada obligada es el Pan de Azúcar, para lo que hay que ir hasta Urca, que en taxi son unos 10 minutos (16 reales, unos $ 80), y desde allí subir hasta el mirador (76 reales, unos $ 380). Es ideal para ver el atardecer, solo que hay que hacerlo con algo de anticipación porque a veces se acumulan turistas y se demora en llegar a lo más alto. Es atrapante esperar la caída del sol con unos mates o una cerveza. La mayoría comienza a irse enseguida pero uno se puede quedar -incluso hay un restaurante- y contemplar cómo la noche cae sobre la inmensa ciudad, que comienza a iluminarse con luz artificial.

Días 5. Saliendo de Urca está Botafogo y, siguiendo hacia el norte de la ciudad, también vale la pena recorrer los vecinos Flamengo y Laranjeiras. Los tres son interesantes para caminar durante el día, sobre todo por el “Aterro do Flamengo”, como se llama al parque Brigadeiro Eduardo Gomes, un pulmón verde de 122 hectáreas con una hermosa vista a la Bahía de Guanabara y al Pan de Azúcar.

Día 6. A 3 km de Flamengo queda el barrio Santa Teresa, al que se puede llegar haciendo conexión de buses desde diferentes puntos de la ciudad. Es otro imperdible -con un aire al cerro Alegre de Valparaíso- al que se puede subir por la mañana para desayunar y dar una caminata por las calles angostas, tomar un agua de coco para darle pelea al calor y luego un potente almuerzo en el Bar do mineiro, especialista en feijoada (frijoles, carne de cerdo, arroz, harina de mandioca), que cuesta a partir de 55 reales ($ 277). Siempre, lo más barato es comer al paso en la calle.

Día 7. En Santa Teresa se puede pasar la noche para empezar el día siguiente visitando los dos barrios históricos y pintorescos que están al bajar: el centro histórico, renovado en los últimos años por el Mundial de fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016 y que exige un buen rato para ver el Palacio Imperial, la Catedral, la Plaza XV, el Teatro Municipal y el Museo del Mañana, entre otros lugares; y seguir luego a Lapa, que tiene mucha vida nocturna, sobre todo los fines de semana. Allí está el Circo Voador, un espacio en el que suele haber una atractiva oferta musical.

En esas pequeñas calles abundan los bares y restaurantes, además de hospedajes de todo tipo y precio (como en la mayor parte de la ciudad, las habitaciones compartidas en hostales arrancan en $ 180 pesos y una habitación doble parten de los 500 pesos).

Hay que estar atentos. Son habituales los robos callejeros, sobre todo ante descuidos en la playa.

Vuelos

Ritmo carioca

Datos

Hay que estar atentos. Son habituales los robos callejeros, sobre todo ante descuidos en la playa.
$ 9.203
Buenos Aires – Río por Gol ida y vuelta en marzo. Impuestos, tasas y cargos incluidos.
La samba, uno de los mayores símbolos de la cultura brasileña, es también una gran oportunidad para los visitantes para conocer más de cerca a los cariocas. En Copacabana está BipBip, lugar histórico de rodas de samba fundado en 1968. El dueño es Alfredo Melo y suele estar sentado en la vereda, donde recita poemas o realiza proclamas políticas. El lugar es pequeño y los músicos que hacen su show alrededor de las mesas se jactan de que sólo Chico Buarque no tocó con ellos. En el Centro histórico está Pedra do Sal, otra roda bien popular, que se hace en la calle. La Samba do Trabalhador es muy elogiada y está los lunes en el club Renascença, en el barrio Andaraí, uno de los más antiguos de la ciudad. Trapiche Gamboa (www.trapichegamboa.com/), también en el centro, es otro buen sitio para escuchar y bailar samba.

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