A la conquista del Puyehue

A seis años de la erupción que tuvo en vilo a la Patagonia, la crónica del inolvidable ascenso de un grupo del Alto Valle que logró llegar hasta el cráter ocho meses atrás.

Sábado 4 de junio de 2011. El complejo volcánico Puyehue-cordón Caulle, al sur de Chile, entra en erupción. Las cenizas cubren parte de las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut y La Pampa.

Primeros días de octubre del 2016. Estamos a punto de intentar llegar al cráter para conocer de cerca aquel volcán que nos tuvo en vilo. En una cabaña en San Martín de los Andes, cerca del fogón, se ajustan los detalles con el equipo de guías contratados: indumentaria, alimentos, mochilas, accesorios, recomendaciones, documentación. En unas horas, por la mañana, seríamos protagonistas de una experiencia única.

Día 1

6:00 hs. Cargamos las mochilas en las camionetas para ir a la estancia El Caulle (Chile), a pocos km del paso internacional Cardenal Samoré. La mañana es fría. Son 130 km para llegar a la aduana argentina. Hay neblina en la hermosa Ruta 40.

7:30 hs. Llegamos al cruce fronterizo, la fila de vehículos ya es grande. Los mates acortan la espera.

8:00 hs. La aduana argentina levanta su barrera. Cruzamos y 40 km después llegamos a la chilena. Revisan mochilas y documentación, entramos. Hacemos 7 km hasta la estancia El Caulle, a 1.000 msnm. En el casco empezará nuestra travesía. Nos registramos y pagamos el permiso para ingresar y realizar el ascenso.

La caminata nos lleva campo adentro. Llegamos a la base de un cerro donde nace un sendero que se pierde en el bosque. La selva valdiviana está delante nuestro. Ajustamos bien las mochilas, nos abrigamos, iniciamos el ascenso.

El objetivo del primer día es llegar al refugio de montaña El Caulle, a 1.450 msnm. Es un bosque tupido, húmedo, tierra oscura, árboles altos . El sendero entre lengas es bastante empinado y bien marcado. Serán entre 4 y 5 hs de marcha, dependiendo de las condiciones climáticas y el estado físico.

Al terminar de subir, el bosque se abre. Delante de nuestros ojos, como un telón de fondo, aparece el volcán Puyehue. Avanzamos y finalmente llegamos al refugio. Nos preguntábamos si encontraríamos vestigios de la erupción, restos de lava. La principal intriga era conocer el cráter: creíamos que fue el culpable de las cenizas y luego nos dimos cuenta que estábamos equivocados.

16:00 hs. Desde el refugio vemos el volcán, pero no su cráter, que está del otro lado de la cima. Hacia el lado opuesto, vemos todo un cordón montañoso, abajo el bosque de lengas por el que habíamos subido y al oeste el reflejo del lago Puyehue. Como hipnotizados, nuestra mirada siempre vuelve al volcán. Nos imaginábamos lo diminutos que nos veríamos allá arriba la mañana siguiente. Nos acomodamos en el refugio, merendamos, recorremos el lugar. Pronto el atardecer nos envuelve, broche de oro para cerrar la jornada. Solo resta cenar y descansar.

Día 2

5:00 hs. Refugio El Caulle. Las linternas comienzan a encenderse. La temperatura es muy baja. Un desayuno bien caliente y sustancioso nos da la energía para comenzar a caminar de noche. Nos reunimos unos minutos fuera del refugio y avanzamos bajo las estrellas. El objetivo es llegar al cráter (2.240 msnm) en unas cuatro horas.

Partimos en fila india por un sendero entre coirones. El rocío nos humedece las botas y los pantalones. Luego de un rato hay nieve en la pendiente.

Cuando llevamos una hora de caminata hacemos una parada para ponernos los grampones y afirmarnos sobre la nieve.

Apagamos nuestras linternas y contemplamos el paisaje mientras subimos. Las nubes nos acompañan.

Luego de más de dos horas llegamos a un punto de descanso. Los guías nos señalan el lugar preciso de la erupción de aquel 4 de junio. Era el momento de aprender algo más. La furia no se produjo en el cráter del Puyehue, sino sobre una fisura lateral en el cordón Caulle.

Desde este mirador no llegamos a ver esa fisura, pero sí pudimos contemplar las correderas de lava solidificada, asomadas entre la nieve. Desde ese lugar partió la lluvia de cenizas.

Nos alimentamos, hidratamos y continuamos hacia nuestro objetivo. A partir de ahí, la pendiente comienza a acrecentarse. Faltaba casi una hora de ascenso. El clima nos preocupa: una tormenta gira a nuestro alrededor. El paisaje es cambiante. Ahora el sol nos invade, pero por momentos las nubes oscuras nos rodean y tememos no poder llegar a la cumbre.

De repente nos damos cuenta que las nubes habían quedado abajo nuestro. ¡Lo logramos! El cráter estaba ante nuestros ojos. El volcán se deja ver en plenitud por un instante. No todos pueden contemplarlo así; eso depende del clima y las nubes. Si hay tormenta, se llega hasta la cima pero no se puede ver nada o muy poco. Tuvimos suerte.

Llegar a la cima de cualquier montaña es el premio mayor. Las nubes nos acompañaron y nos brindaron un paisaje increíble. Por momento caminamos sobre ellas y nos sentimos diminutos ante tanta inmensidad. Desde la cima todo se ve de otra manera.

Hoy, a seis años de la erupción, recordamos los secretos de la montaña que conocimos ocho meses atrás.

Con una exigencia moderada y un refugio encantador, la travesía por el volcán Puyehue es un programa para disfrutar desde el comienzo hasta el fin.

Texto y Fotos: Dardo Gobbi – gobbidardo@yahoo.com.ar

Fuentes consultadas: Dalmiro Zolezzi, licenciado en Ciencias Geológicas y Diego Durán, guía de montaña AAGM


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