Seis planes de Primavera en la montaña

Escapada al paraíso

Lentamente empieza a ascender la temperatura media y sale de su letargo la vida en la naturaleza, en sus primeros pasos hacia el agradable verano. Las flores y sus colores dominan el paisaje calmo de la primavera en esta región cordillerana, entre los bosques, montañas y lagos cristalinos que invitan al descanso y la contemplación.
En este marco de belleza inigualable, San Martín de los Andes vive apacible el renacer de la nueva estación, en que amanece más temprano cada vez, el sol se mantiene en lo alto por más tiempo y resplandecen mansas las tonalidades rojas, antes de que las estrellas ocupen su lugar en la noche.

1. La cabecera este del lago Lácar. Con sus veleros a la espera de recorrer el espejo de agua, es una de las vistas más representativas de la ciudad que se levanta a sus orillas. Las panorámicas desde la Ruta 40 ofrecen al primero de los siete lagos, en el camino asfaltado de 100 kilómetros que conduce hacia Villa La Angostura y constituye uno de los principales paseos por medio del bosque andino norpatagónico del sur neuquino. Desde el muelle de madera, ideal para las fotos, zarpan las excursiones lacustres hasta Quila Quina y Hua Hum.

2. El paisaje de campos florecidos en los alrededores de la ciudad alimenta las fantasías de una vida rural y al aire libre. Las cabalgatas se cuentan entre las actividades que se pueden realizar en familia para acceder hasta rincones conocidos sólo por los baqueanos de la zona, atravesando algún rebaño de ovejas pastando, parando a tomar unos mates y conversar con pobladores para conocer la historia de aquellos pioneros, que con sus sueños y aventuras forjaron el presente. Hay variantes para recorrer las zonas de Laguna Rosales, Cerro Colorado y Pampa Los Radales.

3. El contraste de los árboles de ciruelo floreciendo en primavera es una de las marcas registradas del paisaje urbano local. El aporte de sus tonos rosa y fucsia a lo largo de las veredas del centro provoca una sensación de paz y armonía. Caminando o en bicicleta, la recorrida por el casco histórico de la ciudad presenta la oportunidad de apreciar algunas de las bellezas arquitectónicas que dieron identidad al pueblo cordillerano, a lo largo de anchas calles de poco tránsito vehicular. A los ciruelos que componen el arbolado urbano se suman las rosas, otra de las marcas locales.

4. A remo. Los vientos predominantes del oeste dan tregua en esta época de cambios naturales y permiten disfrutar de los lagos “desde adentro”. Si bien falta que siga aumentando la temperatura ambiente y de las aguas para tirarse a nadar, las salidas en embarcaciones de remo o kayak se plantean como alternativas para avanzar por los espejos de agua los días de poco oleaje y realizar algo de ejercicio, además de conocer las playas solitarias que se forman entre los pliegues bañados de las montañas.

5. La vista del lago Lácar hacia su desembocadura hacia el Pacífico presenta una perspectiva abierta de este sector de la cordillera y permite adivinar aquellas laderas de exposición oeste que bajan por el vecino país de Chile. Al fondo del lago se encuentra el paraje Hua Hum, pocos kilómetros antes de la frontera internacional, donde aún se conservan vestigios de un poblado donde floreció la industria maderera hasta mediados del siglo pasado. Los manchones de nieve que perduran en las cumbres ofrecen un marco de ensueño.

6. Las margaritas aparecen como una delicada síntesis de la vida en contacto con la naturaleza que se puede llevar adelante en esta región. No importa lo ínfimo de uno si se logra vibrar al ritmo de ese todo que aquí tiene la forma de paisajes imponentes. Las flores blancas en medio de los prados reverdecidos convocan imágenes alegría y libertad, y la oportunidad de representar esa memoria de felicidad es uno de los actos obligados para todos los que visiten estas tierras. Esa foto bien vale todo el viaje.

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fotos: patricio rodríguez