¿Te lo vas a perder?: avistaje en el Golfo San Matías

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1. Comienza la aventura. Es hora de empezar el paseo, que nos permitirá recorrer la galería de personajes que habitan el Golfo San Matías, que para esta época recibe la visita de las ballenas francas, que se quedan en la zona hasta bien entrada la primavera. Ellas se suman a los delfines, lobos marinos de 1 y 2 pelos, pingüinos y avifauna. Una diversidad de especies que estarán al alcance de todas las miradas durante la recorrida, que seguramente será inolvidable.

2. Abordar los botes semirrígidos. La partida se realiza desde el Mirador Norte del Puerto San Antonio Este, ubicado a 70 km de Las Grutas por Ruta 3. Allí, en el parador Serena, operan las 4 firmas que realizan los avistajes, que ofrecen un precio acordado en conjunto: $ 850 para adultos, con descuentos para menores y por pago efectivo. Los semirrígidos parten con 10 pasajeros por salida.

3. Navegar entre el aire y el agua. Al empezar el viaje lo primero que sorprende es la inmensidad. Es que, a bordo de la nave, parece que uno se fuera metiendo en esa uniformidad celeste que forman el cielo y el mar. Un Albatros ceja negra escolta a la embarcación, mientras el grupo se aventura dispuesto a disfrutar.

4. La fauna comienza a mostrarse. Los lobos marinos sorprenden a los pasajeros, y provocan que las cámaras se activen ni bien comienza el viaje. Ellos están allí nomás, descansando en la estructura del muelle que se atraviesa ni bien comienza la marcha, que nos permitirá adentrarnos a 5 millas náuticas de la costa. Claro que no será la única vez que se dejen apreciar. Otros ejemplares de la especie aparecerán durante el recorrido, y también se podrá ver la colonia que habita en Punta Villarino.

5. Las ballenas hacen su entrada triunfal. El viaje cambia cuando aparece la primera ballena. Ocurre a poco de iniciar la marcha, pero su aparición es mágica. Primero, el agua parece entrar en ebullición, y después el movimiento cobra forma. El cetáceo aparece, inmenso y juguetón, enseñando sus aletas dorsales y su cola. El guía comenta que suelen verse ejemplares solos o acompañados. Si las ballenas son muchas puede tratarse de un grupo de cópula, compuesto de una hembra que es rodeada por varios machos, que la cortejan. También, aunque con menos frecuencia, suelen verse madres con crías. “En la zona la cantidad de cetáceos es cada vez mayor, porque según los científicos los Golfos de Chubut están alcanzando su nivel de saturación, y la especie busca repoblar otros sitios”, expresó el guía.

6. Las aves también tienen su encanto. Mirar el mar es tan atractivo como mirar el cielo, a medida que el semirrígido avanza atravesando los hábitats naturales de las especies que pueblan el Golfo San Matías. La diversidad de su avifauna asombra, y los fanáticos de las aves pueden llevar sus guías, para facilitar la identificación.

7. Compartiendo la experiencia. Los chicos se muestran felices con la aventura, aunque adultos y niños disfrutan por igual. La actividad dura alrededor de 2 horas, y al regresar a la costa el grupo podrá compartir algo rico en el parador Serena, que tienta a los pasajeros con el aroma del café y chocolate calientes, que siempre pueden acompañarse de alguna dulzura. Los paseos se desarrollan durante todo el año, pero la temporada de avistajes se extiende desde el 1 de agosto hasta el 31 de octubre debido a que es el lapso en el que también pueden verse ballenas. Este año es el quinto en el que se desarrolla la experiencia, y a partir del próximo la propuesta dejará de ser experimental, porque se probó que no es invasiva para la fauna marina.

8. Especies amigables. Un lobito se lleva todas las miradas. Con sus simpáticos movimientos parece seguir el derrotero del semirrígido. Ellos no son los únicos que se muestran amigables con la navegación. A medida que la nave avanza los delfines (comunes y oscuros) aparecen, y en manadas acompañan un buen trecho del viaje, con sus piruetas saltarinas. En el caso de las ballenas, ellas también responden sin inmutarse ante la presencia de la embarcación, que para no perturbarlas siempre navega a una distancia prudencial.

Fotos: Martín Brunella