Un excocinero narra el lado más salvaje de la cocina

¿Los cocineros son capaces de quemar con caramelo hirviendo la mano de un aprendiz? Hay que leer la novela “El chef” para ver cuánto hay de ficción y cuanto de realidad.

Un excocinero narra el lado más salvaje de la cocina

¿Los cocineros son capaces de quemar con caramelo hirviendo la mano de un aprendiz? Hay que leer la novela “El chef” para ver cuánto hay de ficción y cuanto de realidad.

En la novela “El chef”, el ex cocinero británico Simon Wroe desmitifica y ficciona el lado más salvaje de esa profesión, que desarrolló en varios restaurantes, antes de dedicarse a la escritura.

Wroe presenta la cocina como un ámbito donde “los gritos y los malos tratos son la actitud profesional”, y los cocineros son capaces de quemar con caramelo hirviendo la mano de un aprendiz o de encerrar a un subordinado en la cámara de frío.

Si bien considera que “el libro no es en absoluto representativo del modo en que funcionan todas las cocinas”, confiesa que fue “golpeado, pateado e insultado muchas veces. Algunos chefs lo consideran signos de afecto”, y además fue “testigo” del consumo de drogas para soportar jornadas de hasta 18 horas de trabajo.

“Hay cocinas celestiales y las hay infernales, pero hay un cierto salvajismo, un apetito de destrucción, que está presente en cada cocinero que he conocido. Quería capturar ese espíritu”, explica el autor británico, en una entrevista con EFE.

Wroe presenta este mundo con una prosa vibrante, irónica, plagada de insultos y sarcasmos, en un relato coral dirigido por un “chef commis” (aprendiz), aspirante a escritor de éxito, que sin saber usar un cuchillo comienza a trabajar en un pub de Londres para pagarse las facturas y acaba atrapado por los fogones.

Contribuyen al relato un “souschef” “racista, casi analfabeto, neandertal”, pero capaz de las mejores elaboraciones, un jefe con características de “psicópata” y un pastelero inútil que quiere ser Pierre Gagnaire, todos víctimas de un jefe de cocina “maestro de la crueldad, con una comprensión exquisita del sufrimiento”.

Otros personajes, como un poderoso comensal de gran tamaño y gusto por platos prohibidos y un inspector de sanidad, crean una atmósfera agobiante que ayuda a mantener la tensión narrativa hasta el fin.

“No estoy interesado en idealizar la profesión. La suciedad y la locura es parte de su encanto para mí, es lo que le dan carácter”, dice quien aprecia más un plato delicioso “sabiendo la labor que hay en él”.

“He experimentado la locura de la cocina, muy cercana a algunas de las escenas más salvajes del libro. En uno de los lugares en que trabajé me escondía en la cámara para tomar notas de lo que se decía y hacía”, dice el autor del libro, editado por Salamandra.

Colaborador de varios medios de comunicación en materias culinarias y artísticas, Wroe confiesa que, aunque siempre quiso escribir, se enamoró de la profesión de cocinero, y eso le apartó de su sueño “por un tiempo”.

Wroe confiesa que extraña la profesión de chef al señalar que “hay un montón de cosas que admirar de las cocinas, donde trabajan muchas personas increíblemente apasionadas por lo que hacen, que trabajan muy duro para crear cosas hermosas. Espero que el libro lo muestre”.


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