Los tics-tocs de los que se obsesionan con la cocina

Primero parecen personajes pintorescos; después, caen pesadísimos.

Los tics-tocs de los que se obsesionan con la cocina

Primero parecen personajes pintorescos; después, caen pesadísimos.

– Hablan de comida mientras comen. Ya está, “calláte, disfrutá el plato y a otra cosa”. Pero hay una locura de querer explicar lo que está en el plato y de dar a saber lo que está comiendo. Demasiado.

– Sacan foto a todo lo que lastran. Algunos se justifican diciendo “disculpáme, es un toc” pero igual cae fatal. Si uno mira sus cuentas en Instagram bien podría hacer un rastreo etnográfico de lo que han comido los últimos dos años.

– Descifran platos en lugar de comer. Está el que come y la pase bien, muy onda relajado, y está EL OTRO que necesita saber si el arroz se ha nacarado previamente, qué especias lleva, los minutos de cocción, qué otro arroz hubiese venido mejor para este plato. Ya, ya, ya… cállate la boca, please.

– Pretenden que todo el mundo sepa diferenciar “rehogar” de “escaldar”. De cortar “en brunoise” a “pelar a lo bestia”. Que me importa, quiero comer. Un punto, en este tic-toc es el vino: si este marida con esta comida o debiéramos haber comprado o pedido otro.

– Los que aparentan ser estrictos con una tendencia, vegetarianos por ejemplo, y al registrar la vibración de cuando alguien dijo “ya está el asado” corren como locos para llegar primeros a la parrilla. Fundamentalistas pero no tanto.

– Entran en crisis nerviosa cuando le dicen que vienen dos personas más a cenar. “¿Por qué no avisaron antes, qué les costaba?”. La noche ya comienza arruinada.

– Abren Facebook, Amazon o cualquier otra web en la que se usen cookies y que todas las recomendaciones sean libros y cachivaches par ala cocina. O de restaurantes. Entran compulsivamente “solo para mirar” y luego dejar media Visa. Después viene un karma tremendo para ellos: el tiempo de espera para que les llegue la encomienda. Sufren como pocos.

– Todo el tiempo desean el último electrodomésticos carísimos en la cocina. Fantasean con tener un horno de vapor. Lloran de envidia cuando ven el abatidor de MasterChef, aunque después cocinen con las mismas dos sartenes y la olla que se llevaron de la casa paterna cuando se fueron a la Universidad.

– Hablande Jamie Oliver como si fuera su primo, Narda Lepes la amiga de toda la vida, Fernando Trocca el vecino de acá a la vuelta o de Pablo Buzzo o Pedro Lambertini como “nuestro asiduo visitante de casa”. Hummmm. Juliana López May, para ellos, es “la tía” o “la prima”, según la edad; siempre se la cruzan en El Tigre, en algún aeropuerto o bien les mandó un W. Tremendos.

– Disfrutan de hacer las compras. Si para los no-cocinadores es una tragedia ir al súper, para ellos es pleno gozo hasta el hacer cola en la caja. Se conocen, además, todos los almacenes naturistas, de semillas y demás yerbas de la ciudad. Pasan horas viendo las novedades en sus estantes. Obvio que le sacan foto a todo y las vos subiendo… no es cuestión que nadie se entero de “esto tan lindo y bueno que acabo de ver”.

– Tienen una onda emo-gourmet. Cuchillos de metal o de cerámica, sartenes de hierro o de aluminio, tablas de madera o de silicona. Un rallador para la cáscara de los cítricos y otro para el parmesano y uno bien chiquito y design para el jengibre. Sal de mar o sal de hierbas. Esa es la cuestión: dudas post-existenciales.

– Se obsesionan para saber lo último en ingredientes-especias-etc y donde comprarlos.

– Miran todos todos todos los programas de cocina. No importan si son programas viejos o si ya los vieron. Si están mal traducidos o son esos mexicanos donde todas las carnes son hervidas… “Es cultura, che”. Y en W o Face recibimos de ellos links de videos de recetas o de direcciones de nuevos blogs de comidas.

– Son competitivos. “¿No sabés el sushi que probé que hace fulano?”. “Descubrí una cerveza artesanal que hacen unos chicos por allá que es recontradiferente a todo lo que había probado hasta ahora?

Si tenés registrado alguno otro tic o toc de miembros de esta tribu, agregalos a esta lista de buena onda que hicimos.

Fuente: El País y Yo Como


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