La búsqueda de la empanada perfecta

No es fácil encontrar una buena empanada en la región. Si bien las ofertas abundan, la industrialización, el procesamiento y la selección de productos muchas veces atentan contra la calidad. Volver a lo casero es parte del camino

La búsqueda de la empanada perfecta

No es fácil encontrar una buena empanada en la región. Si bien las ofertas abundan, la industrialización, el procesamiento y la selección de productos muchas veces atentan contra la calidad. Volver a lo casero es parte del camino

La búsqueda de la empanada perfecta

No es fácil encontrar una buena empanada en la región. Si bien las ofertas abundan, la industrialización, el procesamiento y la selección de productos muchas veces atentan contra la calidad. Volver a lo casero es parte del camino

En algún momento de la historia los griegos se pusieron a hacer empanadas, la hacían con masa filo luego en el siglo XVI apareció en un libro de cocina catalán una receta rellena de mariscos, hoy en día en Galicia hay festivales y ferias de empanadas. Los mineros chilenos utilizaban el repulgue para agarrarlas y no llenarlas de cobre ni carbón; comían y el borde lo tiraban para seguir laburando en las entrañas de la oscuridad.

Si bien son varios los países que se adjudican la invención de esta comida podemos afirmar que la empanada ya es casi patrimonio de la humanidad.

En la capital neuquina abundan las ofertas pero lamentablemente eso no se condice siempre con la calidad final del producto en cuestión. Poco relleno, demasiado procesado, precios elevados, tibia propuesta, más allá de algunos clásicos de la ciudad (Mallorca me parece uno de los mejores sitios de empanadas y algunos vendedores sueltos en las calles del oeste neuquino también tiene excelente producto) comer una empanada muchas veces termina siendo un acto de resignación.

Hace unos días, caminado por el centro me topé con un cartel que decía: “empanadas de ciervo, salteñas, mondongo, cordero”. La lista seguía y yo estaba alucinado con ese pizarrón plantado en el asfalto casi en la vereda. Si bien lo había visto alguna vez, por una cosa o la otra nunca me detuve en “La Matera”, así se llama el sitio. Mientras los autos pasaban y la gente iba y venia pensé en anotar el número de teléfono y regresar luego. Pero no, algo me estaba indicando que debía entrar, comprar y probar. Y obvio que lo hice. Gol de media cancha, la esperanza se renueva.

El sitio es una entrada de garaje abierto, con ruedas de carretas y en el fondo hay un localcito, algunos objetos camperos y muchas plantas y flores. Puertas adentro es sencillo, como una tapera, un galponcito, un indicio de sitio criollo donde se esconden unas empanadas descomunales.

Todo es cortado a cuchillo, Vanessa y Federico laburan desde temprano con productos frescos. Muchas personas que viven fuera de la ciudad encargan y se las llevan crudas para luego cocinarlas en un horno de barro y si las querés fritas, que de hecho son muy livianas van al disco y en un toque salen. In your face, se hacen en el día y no se freezan. Empanadas deliciosas de ciervo, salteñas, cordero, matambre, mondongo, pollo, jamón/queso, berenjena, verduras, cebolla/queso, queso, rúcula y jamón de ciervo ahumado.

Todo casero, bien condimentado, respetando las recetas tradicionales.

Por unidad o por docena, uno puede chuparse los dedos de todas las formas. Satisfacción garantizada.

Interesante el recetario que tienen fotocopiado en el mostrador. Podes hojearlo mientras esperás, allí yace quizá el secreto mejor guardado de la cocina en horno de barro o disco de arado clásico de Argentina.

En La Matera cocinan rico y para descubrir estas cosas muchas veces hay que patear la calle. Abren de Lunes a Sábados de 12:30 a 14 y de 20:30 a 22

No delivery. Con toda la razón del mundo.

Primera cuadra de Alderete, sobre mano derecha.


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