Cada postre tiene un vino ideal para acompañarlo

Imaginemos las tortas más famosos del mundo con una copa de vino. Van sugerencias tremendas, ideales para terminar una linda comida.

Cada postre tiene un vino ideal para acompañarlo

Imaginemos las tortas más famosos del mundo con una copa de vino. Van sugerencias tremendas, ideales para terminar una linda comida.

Cada postre tiene un vino ideal para acompañarlo

Imaginemos las tortas más famosos del mundo con una copa de vino. Van sugerencias tremendas, ideales para terminar una linda comida.

Por Fernanda Orellano (*)

Hablando de armonías de vinos dulces, hay infinidad de opciones. Obviamente son los serios candidatos para la hora del postre, sea de chocolate, frutos secos, fruta fresca y demás. Imaginemos ahora los postres o tortas más famosos del mundo con una copa de vino. Cada cual tendrá sus favoritos, aquí se citan de manera arbitraria, fueron elegidos porque encierran alguna bonita historia llena de curiosidades.

Vinos y postres

1. Alfajor de dulce de leche

Los argentinos no podemos proclamarnos como los inventores del alfajor, pero sí que tenemos una tradición de más de 130 años en este manjar que sería de origen árabe. El mundo nos conoce por el alfajor, infaltable en la valija cuando vamos a visitar parientes o amigos, incondicional en los recreos del cole, o al paso cuando no hay tiempo para el almuerzo. A la hora del té o del postre, unos alfajorcitos con dulce de leche y una copa de tardío de uva blanca. Si tienen cobertura de chocolate o un relleno de mermelada de frutas rojas, va un fortificado tinto. Y que digan lo que digan, el alfajor es argentino.

2. Tiramisú

Un clásico italiano siempre de la mano del Passito, o bien una copa de Porto o Marsala no le quedaría nada mal, al igual que un café. Dicen que fue creado en Venecia con fines afrodisíacos. Parece que las mujeres lo preparaban en la noche para sus amantes con la intención de proporcionarles más energías. Otra de las versiones asegura que se trataba de un postre típico de los burdeles. Al menos el nombre explica mucho del origen, Tiramisú significa “levantate”.

3. Crème brûlée

Se dice que al joven príncipe Felipe de Orleans le gustaba mucho este plato, pero se quejaba de que se enfriaba muy rápido. Fue entonces que al chef Massalot se le ocurrió colocar una plancha al rojo vivo sobre la capa de azúcar hasta que esta se caramelizó. La combinación del caramelo caliente y crujiente en la superficie con el interior de crema tibia fue un éxito y lo sigue siendo. Para algunos, sería la evolución de la crema catalana. Un dulce de botrytris, un tardío, una copa de Jerez dulce o un espumoso dulce le rinden honor a este postre.

4. Crêpes Suzette

Este dulce habita en el imaginario colectivo como el postre francés por excelencia. Unos crepes dulces, bañados en almíbar de naranja o mandarina y flambeados con Brandy, más allá del show del srervicio en la mesa, son realmente deliciosos. Para algunos fue resultado del error de un maître que incendió crepes en un descuido. A pesar del error, el plato sedujo al Príncipe de Gales en Montecarlo fue de su agrado. Cual sea el orígen, el plato es un clásico de la cocina francesa. Con una copa de dulce tardía, si tiene botrytis mejor; y si son de esos franceses de Europa del norte para darnos un gusto, más que perfecto. Claro que para los amantes de los destilados de vino un Cognac, un Armagnac o un Brandy sería una opción magnífica.

5.Strüdell de manzana o tarte tartin

La fruta prohibida no puede faltar a la hora del postre. El Strüdell, postre típico alemá y austríaco, es un “enrollado” con manzana y otras frutas en el interior. En el siglo XVIII adquirió popularidad a través del imperio de los Hasburgo. La Tarte Tartin es una delicia normanda creada or las hermanas Tatin y llevada a la fama por un repostero parisino. Ambas con un tardío de uva blanca, con un vino e botrytis o con los mágicos Tkaji Axzú. Si se trata de alcoholes, un Calvados (destilado de manzana) es una alternativa; y si se prefiere algo de bajo grado, la dsidra de panzana o pera no está nada mal (perdón si se ofende el vino, pero ser infiel una vez en la vida es divertido).

6. Baklava

Un clásico de la cocina árabe que parece que nació allá por la mesopotamia. Los griegos lo adoptaron con la fina y crujiente masa philo, pero los árabes lo difundieron por el mundo. Rellena de crema de nueves y con el perfume de las especies de Oriente, necesita un vino muy aromático, y además de dulce, con alguna acidez y alcohol, para contrarrestar el dulzor del postre que es bien goloso. Con un Torrontés tardío queda bien rico; con un fortificado, mejor.

7. Cheesecake

La cuna de este pastel noes Estados Unidos como muchos creen Si el queso es un producto tan milenario como el vino, que evolucionaron juntos con la civilización misma, es lógico que cualquier transformación de este producto se haya producido en algun pueblo de la Antigüedad. Y es así es, hay registros de recetas en Grecia y Roma, como el alimento de los atletas y los soldados. A los estadounidenses se les atribuye la dición del queso crema, convirtiendo al cheesecake en un ícono de los cafés neoyorquinos. Este postre es muy versátl a la hora de maridar, con dulces blancos con la receta combina con maracuyá o tintos cuando la versión tiene frutos rojos.

8. Torta Sacher

Para los adictos al chocolate, existen los favoritos como el Coulant o la Marquise. Pero si de tortas se trata, hay una que se lleva los laureles: la Sacher, la más famosa por su fineza y sabor. Creada por un joven de 16 años llamado Franz Sacher, cuenta la historia que en 1832, el príncipe austríaco Wenzel Clemens de Metternich pidió a su chef un postre nuevo para sorprender a sus invitados, pero ese medio día el chef se enfermó gravemente y Sacher tuvo que ocupar su lugar. Evidentemente, el joven cocinero aprovechó la oportunidad, tan es así que en Viena es conocida por esa torta servida en el hotel y el café del mismo nombre.

Para el chocolate, los tardíos tintos van mejor que los blancos, si son fortificados mejor. El cacao necesita del alcohol, resulta más sabroso y no tan empalagoso. Hacé la prueba con un Porto Ruby, un Jerez, un Marsala, u otros de variedades como Malbec o Bonarda.

9. Si se mueve.. es flan

Otro argentino típico para cerrar esta lista caprichosa. Decir que el origen se remonta a los romanos, a esas primeras preparaciones con huevo cuando se inició la cría de gallinas, o que los franceses dejaron su huella en este postre, ya no importa demasiado. Porque el flan es argentino, seguramente tendremos el consumo por cápita más alto; lo comemos con crema o dulce de leche, lo elaboramos de dulce de leche, de chocolote, de coco y más versiones. Es el postre que amamos desde pequeños, que no podemos resignar en las dieta; es el corolario de cada domingo de pastas o asado en familia. Por eso, al flan lo vamos a acompañar con el vino que no dé la gana.

(*) Autora de “La cocina del vino” de Editorial Albatros


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