La clave de por qué este restó-bar se impuso en Roca

En tan solo un año y medio, “López” marca tendencia en el mapa gastronómico regional.

La clave de por qué este restó-bar se impuso en Roca

En tan solo un año y medio, “López” marca tendencia en el mapa gastronómico regional.

La clave de por qué este restó-bar se impuso en Roca

En tan solo un año y medio, “López” marca tendencia en el mapa gastronómico regional.

Emiliana Cantera

Aquí, donde estoy ahora, no hay macaneo cilantro-fusión ni blablaísmo de recetas complicadas al divino cuete.

Aquí, el plato de comida va de suculento a austero, de sofisticado a simple.

Aquí, ¿qué pueden tener de distinto los ñoquis de sémola a los que hacen en otros lugares? Todo. Sí, no se parecen en nada a los que hayas probado en otra parte y esto tiene una explicación.

Aquí, no hay excesos sino todo es justo. Lo justo para quedar satisfecho y con ganas de volver otra vez.

Aquí, “la cocina é cosa mentale”, como dicen que comentó Leonardo a unos amigos. Mental y temperamental, agregaría. Casi todos los cocineros saben, con poco o mucho oficio, qué ocurre si juntan un ingrediente con otro y si le agrega otro bajo ciertas condiciones y circunstancias. Aquí, como no quieren ser unos más del negocio gastronómico, le agregan a lo tradicional su toque, personalidad o anhelo –como querramos llamarlo-.

Aquí es y está “López”, un restaurante ubicado en pleno centro de Roca, que abrió un año y medio atrás no para probar suerte y ver qué pasaba sino para quedarse hasta que las velas no ardan. Y les esté yendo fabulosamente bien, admiten sus dueños. ¿Quiénes son ellos? Francisco Ferraris, Nicolás López Ares y Mario López.

“Estamos ahora en un muy buen momento, un poquito relajados y más consolidados como para poder disfrutar lo que estamos haciendo”, comparten decir los propietarios.

En junio del 2015, por esas cosas de la vida, se cruzaron ellos tres con ganas de armar algo nuevo para el mercado gastronómico regional. Charlaron, viajaron juntos y cocinaron como tantas veces fuera oportuno. “De inmediato hubo sintonía entre nosotros. Nos conocíamos del pueblo, eso era todo. Con el andar, por esos meses, concluimos que queríamos algo potente que ofreciera cocina de autor por la noche, comidas elaboradas rápidas para el mediodía y coctelería”. Por sus cabezas rondaba un reducto con espíritu bistró y de bodegón al mismo tiempo.

De inmediato dieron con una esquina ideal, en Roca: Rodhe y Sarmiento. Trabajaron el local de arriba abajo hasta dejarlo con tutti: muebles de diseño y estilo; iluminación casi escenográfica, vajilla impecable, entre otras inversiones. Amalgamado todo esto da un aire glam descontracturado digno de ser respirado. El arquitecto Maximiliano La Sala lideró todas las reformas.

Y para la cocina contrataron los servicios de Juan Pedro Piergentili y Leandro De María, quienes le diseñaron esos famosos ñoquis de los que les hablaba antes, recetas de olla típicas que hacían las abuelas, milanesas de bife de chorizo (hay clientes que van todos los jueves a comerlas), entre otras exquisiteces. “Ellos fueron decisivos y les estaremos siempre agradecidos por las creaciones y recreaciones de lo que hoy es nuestro menú”, subraya el trío de socios.

Aquí, ¿por dónde pasa la fórmula del éxito? Primero, comentan, no hablarían de éxito sino de buena aceptación de un considerable número de clientes. Segundo, aclaran, “no somos gourmet sino que trabajamos duro y todos los días para darle una vuelta de modernidad y sofisticación a la comida que elaboramos. Esa es la clave nuestra”.

A ese trabajo le suman que si bien es obvio ellos lo rescatan con entusiasmo: al entregar la carta al cliente nos tomamos el tiempo necesario para recomendar y comentar de qué trata el menú, que no todos los días es igual -excepto los jueves que es de milanesas de bife de chorizo-.

Vivir renovando, incluso los muebles, la pintura, la iluminación y los artefactos de la cocina es parte de la dinámica del lugar. “Ir sorprendiendo de a poco también está bueno”, aseguran.

¿Y la competencia, qué tal? “No le quitamos gente a nadie sino que vinimos a cubrir la necesidad de un nicho que nos parece que estaba desatendido”, responden. En este sentido tuvieron una visión acertada.

Aquí, Máximo Afione y Francisco Casanova, ambos muy jóvenes y con considerable experiencia en las cocinas, han incorporado en los últimos tiempos a la oferta de “López” algunos productos típicos patagónicos como el merluzón, la trucha y el cordero. El merluzón que es sacado del mar a las 6 de la mañana en Las Grutas a las 12 de ese mismo día ya está siendo elaborado por ellos en Roca.

“El pulpo, traído desde España, confitado es uno de nuestros platos fuertes. ”, dicen con orgullo los cocineros. “Los langostinos con humita y los raviolones con berenjenas también”, agregan. El volcán de dulce de leche es el hit del lugar. Muchos vienen aquí solo para darse ese gusto, a la hora del postre.

Aquí se abre de lunes a sábados de 12:30 a 15 y de 20:30 a 24. Por la mañana, parroquianos pasan a desayunar y leer el diario. Por la tardecita-noche, un trago en la barra viene más que bien: un confesionario ideal para apagar las penas o celebrar las hazañas mínimas cotidianas. Al mediodía y a la noche nos encontramos con jóvenes con aires de rockers tirando a cool a achupinados de 50 con amigos o familiares, pasando por los estabilizados de 60 con ganas de vivir un momento único que “López” se los asegura. Cada uno hace la suya, todo muy free.

Así las cosas, de aquí no me voy.

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Facebook.com/lopezrestobar


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