No convence el servicio en la mayoría de los restaurantes de la región

Los puntos críticos a solucionar: poca información, tardanzas extremas, escasez operativa y precariedad laboral. ¿A vos te parece lo mismo?

No convence el servicio en la mayoría de los restaurantes de la región

Los puntos críticos a solucionar: poca información, tardanzas extremas, escasez operativa y precariedad laboral. ¿A vos te parece lo mismo?

Salvo casos excepcionales el servicio de salón en los restaurantes del Alto Valle deja mucho que desear. Poca información, tardanzas extremas, escasez operativa y precariedad laboral son solo algunos de los puntos críticos de una parte importante de la gastronomía.

Una de las falencias que el mercado gastronómico aún debe pulir y mucho es el servicio. ¿Cuántos sitios serían aún mejores si el mozo o la moza pudiera contarte algo meramente informativo sobre un producto, plato, sugerencia o algo que vayas a consumir?.

Muchas veces vas a lugares y te atienden mal, te dejan esperando y muchas veces en sitios donde el cubierto no es barato, en sitios donde trabajan de día, en sitios donde uno va habitualmente.

Una de las falencias que sucede en los restaurantes de la zona, obviamente no es el 100%, tranquilamente podría ser el 90, es el mal servicio o el servicio que no termina de explotar como tal.

Hay sitios que pagan en blanco, que ofrecen capacitaciones, que respetan los convenios, que rotan, que tienen una política determinada de cómo se administra la propina, que tienen un plantel de mozos que si alguno falta el resto ajusta las tuercas y están los otros.

Es todo una cadena de cosas y en nuestra región es un tema a solucionar.

¿O acaso no se entiende que un buen servicio es la propia campaña de marketing que tiene un restaurante además de lo que cocina?

No es el espíritu buchón el que dispara estas líneas, pero convengamos que uno paga para vivir una experiencia medianamente acorde y en la mayoría de los casos no sucede. No hablo de un confidente, de un diván, hablo de actitud.

La información atraviesa la rutina como una flecha láser, no hay excusas, hay maridajes, notas de cata, descripciones de productos, hay códigos de cortesía y 15 mil conceptos que forman el ABC del servicio pero lamentablemente no se ejecutan.

Mesa limpia, panera, nadie al pedo ni con la bandeja vacía ni chateando. Solo gente informada comentando cada punto de la carta. Sino hay sommelier en el salón, cuestión que algunos restaurantes aún deben incorporar, habría que tener un maitre además de cada mozo informado. Los tiempos, los puntos, las demoras. No hay confianzudos, hay operativos; no hay ortivas, hay serios; no hay dudas ni ganas de estar en otro lado publicadas en tu cara. Ya no.

Diariamente pagamos muchas veces por una experiencia que termina de efervescer en el servicio. Los responsables de timonear los restaurantes deben convivir con las estadías acotadas del personal que utiliza este oficio como trampolín a otra cosa que pague mejor o que nos salve mientras podamos.

Cada vez queda menos personal bien formado. Con data posta, exacta, nada apabullador solo cosas que al resto le sirva, porque así nos hacemos, cuidándonos y recomendándonos.

Pocas mozas y mozos old school quedan, y pocos los que se incorporan con la frescura de los días que termina de expulsarlos muchas veces por las condiciones laborales.

Todos deberían ajustar tuercas, quien paga exigiendo, quien contrata haciéndolo legalmente, quien se ofrece se la tiene que montar, quien representa desde un sindicato y no hace nada por enriquecer intelectualmente e informativamente a sus adherentes debería ponerse las pilas.

Un mercado acostumbrado a que lo traten mal o a medias es un mercado que no se mueve. No solo no hay exigencia por un mejor servicio sino que se estanca la esperanza de ser otra cosa. No basta con parecer.

Hay servicios que funcionan como si Pep Guardiola pegara dos gritos y hay otros que funcionan como un canal codificado sin decodificador en los 90.

No es que quiere tomar, es que quiere comer. Y es una copa de cortesía como mínimo si manipulamos el tiempo de los comensales por incoherencias nuestras o de la cadena de factores. No es tan difícil. El mundo es un lugar hostil, no contribuya a semejante oscura empresa desde el timón de su restaurante. Cuide a la clientela. No pongo un patio cervecero y piense que tiene un restaurante sino sabe como se llaman los mozos de su plantel, no pongo una cava sino sabe como vender el vino.

Viceversa también es un tema. Hay una clientela hecha de ensayos, situaciones de poca monta gastronómica exigencias de panelista de tevé o sencillamente mal gusto. Y muchas mozas y mozos deben lidiar con este comensal que cree estar en la rivera francesa y pide un omelette de champiñones pero de lata porque al antural le da cosa.

Uno debería poder recomendar y disfrutar los sitios donde el servicio es un plus.

No sucede muy a menudo y es una falencia que tiene varios años encima. Y la ventaja muchas veces termina siendo todo lo contrario.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios