Comer menos y mejor para vivir un siglo

Valter Longo, director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California, asegura que comer cinco veces al día es un invento estadounidense.

Comer menos y mejor para vivir un siglo

Valter Longo, director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California, asegura que comer cinco veces al día es un invento estadounidense.

Comer menos y mejor para vivir un siglo

Valter Longo, director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California, asegura que comer cinco veces al día es un invento estadounidense.

Valter Longo en su laboratorio.
Gentileza

Valter Longo es el director del Instituto de Longevidad de la Facultad de Gerontología de la Universidad de California del Sur. Bautizado como ‘el gurú de la longevidad’, sus estudios científicos –tomando como muestras personas que han superado los 100 años– son reseñados continuamente por las secciones de ciencia de grandes medios como The New York Times, The Guardian o Time. Con más de 300.000 ejemplares vendidos de su último libro La dieta de la longevidad (Comer bien para vivir sano hasta los 110 años), comparte las preocupaciones de la humanidad: cómo conseguir vivir más tiempo manteniendo una buena calidad de vida.

Parece claro que una mala dieta no solo se asocia con la obesidad, sino que también es un factor clave en enfermedades como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, o como no, en la incidencia del cáncer. La publicación del libro nace de la idea obvia de que “la alimentación y la longevidad tienen una relación muy estrecha, y lo sabemos porque en los últimos cien años cualquier intervención para alargar la vida de los animales se basaba en la nutrición, así que es un hecho bien establecido que los cambios en la alimentación pueden prolongar la vida”, asegura Longo.

La clave de la longevidad está en hacer que nuestro organismo no envejezca a pasos agigantados. “Nada puede hacerse para resolver la genética, hay unos pocos afortunados que nacen con súper genes, y el resto de los mortales tiene que hacer lo que pueda, y la dieta es uno de esos factores para luchar contra la enfermedad”. En este sentido la idea clave es que “no se pueden alterar los genes, pero sí influir en cómo se activan, y la alimentación es uno de los factores que afecta a la actividad de los genes”.

Saber elegir los alimentos lleva su tiempo.

En este sentido, el biólogo relata que siempre ha preferido encauzar sus investigaciones “en el campo de la genética y la biología molecular para entender cómo podemos mantenernos jóvenes y sanos el mayor tiempo posible. Por eso he investigado la conexión entre los nutrientes y los genes que controlan la protección celular, pero también los que regulan las células madre y la regeneración, es decir, el rejuvenecimiento de los sistemas y órganos; lo hice pasando de la bioquímica y la microbiología a la inmunología, la neurobiología, la endocrinología y la oncología”.

Es por ello que la primera parte de su libro está centrada en explicar el nexo entre nutrientes, genes, envejecimiento y enfermedades. La primera idea que aclara en el mismo es que “la edad es el principal factor de riesgo para contraer las enfermedades más graves, por lo que intervenir en el envejecimiento es mucho mejor que tratar de prevenir y curar las enfermedades una a una”. Así, en su trabajo ha demostrado que “los azúcares, las proteínas y los aminoácidos influyen en los genes y en la vía metabólica”, estando así aceptados como “aceleradores del envejecimiento”.

Preguntando a Valter Longo sobre cuáles son los principales errores que cometemos en nuestra alimentación y que nos hacen envejecer más rápidamente, lo primero que menciona es cuando se hacen recomendaciones “como que la dieta mediterránea es buena o hay que comer con moderación”. Desde su perspectiva esto es un gran error “porque el problema es que cada uno hace su interpretación y comen como quieren”. De hecho, cita que este tipo de consejos, lleva a muchas personas a tomar “una ingesta de muchas féculas, mucha proteína, azúcares, grasas”. Matizando además que no se especifica que la proteína animal o las grasas saturadas son mucho peores.

Los colores también influyen a la hora de comer.

Así, cree que lejos de hacer una dieta variada, a interpretación de cada uno, realmente hay que marcar una dieta mucho más concreta y estricta, si el objetivo es hacer que nuestros genes no envejezcan tan rápidamente. Si bien en su libro propone un programa alimentario bisemanal estructurado, también ofrece algunos consejos generales sobre las características principales de la que propone sea la dieta de la longevidad.

En primer lugar ha de tratarse de una dieta vegana/pesceteriana. Es decir, que aconseja adoptar una alimentación que se acerque al 100% de alimentos de origen vegetal como legumbres, verdura, hortalizas y fruta, combinada con la introducción de pescado en dos o tres comidas semanales. Respecto a los nutrientes, aporta que se deben tomar pocas proteínas pero suficientes, cifrándolas e 0,8 gramos diarios por cada kilo de peso corporal. Por supuesto aboga por reducir en lo posible las grasas y los azúcares malos, y aumentar las grasas buenas y los carbohidratos complejos.

Otras de sus ideas se basan no solo en qué comemos, sino cuánto y cuándo lo hacemos, recomendando en primer lugar hacer dos comidas diarias más una merienda, pero no en cualquier momento. “Hay que comer en un plazo de doce horas, que la primera comida sea a las 8 y la última sea a las 8”.

Morir jóvenes pero contentos

Uno de los argumentos que el investigador encuentra en contra de su dieta, “sobre todo cuando voy a dar charlas a Italia” es que hay quién prefiere morir joven, pero haberlo hecho disfrutando del placer de comer. Ante esta tesitura, Longo aporta que “la dieta de la longevidad no es tan restrictiva, pues incluye café y alcohol con moderación” y aludiendo a las habituales restricciones médicas, recuerda en tono de broma que “no prescribe la abstinencia sexual”.

Concretando más su idea, especifica que “pese a lo que pueda pensarse, requiere que se coma más, no menos”. Por si este argumento no resulta suficiente, continúa comentando que “comer siempre y comer lo que queramos no nos hace más felices”, en cambio evitar que enfermemos precozmente sí.

Pensando entonces cuál es el verdadero freno para tener una dieta más sana, el experto cree que “por un lado está la falta de información y por otra la falta de cómo aplicar esa información”.

Propuestas a tener en cuenta

Si bien la mayoría de consejos en cuanto a la dieta resultan un poco vagos a la hora de pensar qué preparar para la cena o cómo hacer la compra de la semana, Valter Longo también propone una serie de recetas que pueden ajustarse a una mejor combinación de los alimentos.

Así, dentro de su programa bisemanal apunta recetas como desayunos basados en café de cebada con leche de avena o almendra, con pan de harina integral con aceite de oliva virgen. De cara a la comida propone algunas ideas como espinacas con piñones y pasas, farro y calabacines con ajo y perejil, o ensalada de cebada con aceitunas y nueces pacanas.

No olvida la importancia de la merienda, para la que recomienda un vaso de leche de coco sin azúcares añadidos y una barrita de frutos secos, cereales y chocolate negro, siempre que este sea 70% cacao, y que la barrita no supere las 150 calorías.

En cuanto a las cenas, estas sí tienen un mayor protagonismo del pescado, apostando por filete de salmón con espárragos, pulpo con patatas o espaguetis con almejas y mejillones.

Fuente: El País


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