0 km: el largo plazo esconde números que abruman
Una financiación puede llevarse el valor del usado que se entregó.
miguel vergara mvergara@rionegro.com.ar
No todo es tan tentador a la hora de elegir un vehículo nuevo. Hay que mirar los números.
A simple vista la oferta para adquirir vehículos cero kilómetro aparece como sumamente tentadora y al alcance de la mano, pero el largo plazo esconde números que abruman y ponen en duda que se esté realizado un buen negocio. En el mejor de los casos, financiar la compra de un auto nuevo implica resignar miles de pesos, que al final de cuentas significa perder un capital que costó años amasar, como puede ser un automotor usado cuyo valor literalmente se esfuma en la transacción. Un buen ejemplo puede ilustrar al respecto. Buceando en las páginas de clasificados de este diario es muy común ver avisos que ofrecen la entrega de un flamante vehículo recién salido de fábrica previa entrega del 30% de su valor. Hoy se puede conseguir el grueso de los modelos desde los 60.000 pesos en adelante. Tomaremos este valor para imaginar una compra. Para un plan 70/30, es decir una entrega del 30% del valor del auto al contado y el 70% restante financiado, habrá que abonar 18.000 pesos, más el valor del flete, la prenda, el patentamiento y gastos administrativos varios. Ya desde el arranque, la entrega de los 18.000 pesos se transformó en una cifra superior a los 20.000 pesos, con gastos incluidos que suelen rondar los 3.000 pesos y quizás algo más. Pero aquí comienza la letra chica del negocio, a la que usualmente no se le presta la debida atención y la que después acarrea los dolores de cabeza. El 70% que resta del valor de la flamante unidad cero kilómetro, esto es 42.000 pesos, tendrá un costo de financiamiento que hoy oscila entre el 20 y el 30% anual. Ubiquemos la tasa en un razonable 25% anual, para un plazo de 3 años. Calculadora en mano resulta que los 42.000 pesos a financiar al 75% en 3 años (36 cuotas) se transforman en 73.500 pesos o cuotas de 2.050 pesos más seguro, que finalmente la llevará a unos 2.250 pesos. Pasando las cuentas en limpio, resulta que al término del período de tres años se pagó por el vehículo que inicialmente tenía un valor de 60.000 pesos, un total de casi 92.000 pesos. Eso sí, en cómodas cuotas. En el camino quedaron unos 31.500 pesos, monedas más, monedas menos, que tranquilamente representan el valor de un vehículo usado bueno, que pudo formar parte de la entrega del 30% del valor inicial del cero kilómetro y que el cliente literalmente perdió en la negociación. Este ejemplo no es válido sólo para la adquisición de vehículos nuevos, sino que se puede aplicar con todos los productos que se adquieren en cuotas en los comercios de la región. Siempre el cliente lleva las de perder, pero en definitiva es el que tiene la palabra final sobre la real necesidad de adquirir un bien determinado. También es cierto que muchas veces es la única posibilidad que existe de adquirir un artículo en particular, ya que la idea que prima es la de estar realizando un ahorro a largo plazo, aunque se deje la billetera en el intento. No obstante, existen algunas posibilidades de “perder menos”. Para ello hay que aprovechar las bonificaciones que realizan los concesionarios, práctica usual para meter modelos en el mercado o para limpiar stock en aquellos que se dejarán de fabricar.
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