Mi último viaje en bici: de Dina Huapi a Las Grutas por la ruta 23

La roquense Susana Seifert comparte su última aventura en bicicleta. <a rel="nofollow" href="http://www.rionegro.com.ar/diario/a-hrefhttpsmedium-comrionegrocomardale-que-podes-una-semana-bicicleteando-desde-roca-a-sierra-de-la-ventana-e0be6035494c-styletext-decorationunderlinedale-que-podes-una-semana-bicicleteando-desde-roca-a-sierra-de-la" target="_blank">Otra de sus experiencias anteriores, para revivir. </a>Cruzar la Cordillera de los Andes es su próximo objetivo.

Redacción

Por Redacción

Cruzar Los Andes en su meta próxima

“Cada viaje es una travesía interior que me lleva a lo más profundo de mi ser, cada viaje es ir más liviano, la mochila cada vez pesa menos, los miedos y los temores se han ido, el miedo no existe, somos nosotros los únicos que lo debemos desterrar. No tenerle miedo a la soledad, cada viaje es aprender a estar bien con uno mismo, son muchas horas de pedaleo por día, donde tu única compañía es la bici y tu propia sombra.

“Preparar mi bici cada viaje es hacerlo con mayor placer y emoción, que hasta recordarlo afloran mis lágrimas. Son proyectos muy de uno y que llegado el momento y a la hora de partir el corazón palpita a ritmo acelerado, es indescriptible lo que se siente.

“Es enfrentar día tras día un camino que cada uno de ellos tiene un atractivo especial; es ver en cámara lenta los paisajes, observar una piedra y su formato, mariposas posándose en flores silvestres que son muy hermosas cuyos aromas varían de acuerdo a la hora del día.

“Observar las nubes y darles formas y ver como van cambiando sus figuras es algo que me agrada mirar y hacer volar mi imaginación. Además de registrar un paisaje sacando una foto, también lo hago cuando veo una cruz al costado del camino, me hace sentir protegida …y así me siento.

 

Horacio Lara @HoracioLara

“Unir la cordillera con el mar por la Ruta Nacional 23 desde Dina Huapi a las Grutas, en mi provincia, Río Negro, fue una maravillosa experiencia, fue una travesía de ocho días, el mes pasado (diciembre 2015) tuve que hacer etapas cortas de menos de 100 kms. por el estado de la ruta. Hasta Maquinchao es ripio y no en el mejor estado. Lo sabía y por ello lo hice en varias etapas, en caminos así, la distancia que se recorre es el doble, se va zigzageando sorteando sus dificultades. Ello no fue ningún impedimento para haberlo disfrutado, las piedras, el serrucho, los pozos y la tierra ya quedaron en el olvido. Los viajes son así, no siempre va hacer la mejor ruta, la mente debe estar preparada para todo tipo de inclemencias, no siempre el camino más fácil es el que más se disfruta.

“Mi primer etapa fue Dina Huapi -.Pilacaniyeu, una etapa corta de 70 km. hermosos sus paisajes, pedalear en medio de las montañas, observar extrañas formaciones rocosas, muchas flores silvestres, amarillas y lilas, que hacen un bello contraste con la vegetación.

“En el camino voy conociendo gente muy amable que se detiene por si estoy bien… por si necesito algo… por ahí ofrecen agua fresca. Siempre siempre me despido de ellos con un fuerte abrazo y con un “que Dios los bendiga”. Con esto que va pasando, que me va pasando, ¿qué miedo se puede tener si en el camino lo que encuentro es esta gente maravillosa, que tal vez nunca más las vuelva a ver pero que quedarán grabadas en mis recuerdos?

 

 

“Antes de llegar a Pilca todo fue agradable. Fueron 15 km de un asfalto espectacular y con una gran bajada, lo disfruté mucho. Mis brazos descansaron de tanto traqueteo. Llegando a Pilca fue maravilloso lo que me ocurrió: tres jóvenes muy respetuosos se acercaron y pidiéndome permiso, por si no compartía su religión, se ofrecieron a darme la bendición. Por supuesto que la acepté. Evangélicos ellos, habían llegado al lugar a predicar. El mayor no tendría mas de 22años, era el pastor y en la calle tomándonos de los hombros comenzaron a invocar a Dios para bendecir mi camino, y yo también repetí sus palabras. Finalizada la ceremonia nos abrazamos y con lágrinas me despedí de ellos y pensé si así comienza mi primer etapa ya tengo mi destino asegurado.

“Dormí en un hospedaje, donde estaban músicos del Bolsón que venían invitados por la municipalidad para un evento. Comenzaron a ensayar para tal fin, se fueron sumando otros músicos, y me deleité escuchado los sonidos del charango, la quena y el bombo, hasta una cueca bailé.

“Mi segunda etapa fue llegar a Comallo, a 60 km. Seguía el camino de ripio y comenzaba el viento, que no era a favor. El camino se tornó más árido pero no por ello no tiene su encanto. LLegué por la tarde temprano, sería las 15, podría haber continuado mi viaje hasta Clemente Onelli , pero decidí quedarme a descansar. Fue muy reparador descanso en un hospedaje donde estuve muy cómoda atendida por sus dueños.

 

“Por la mañana muy temprano , como siempre, partí para Jacobacci, era mi tercera etapa fueron 91 km donde continuaba el camino con sus dificultades y el viento se hacia notar. Clemente Onelli estaba a mitad de camino, donde para llegar habia que hacer una gran subida -el camino no estaba en las mejores condiciones-. Bajé al pueblo a reponer el agua que fui consumiendo. Su gente es muy cálida, hubiera deseado quedarme un poco más pero el tiempo apremiaba y a lo lejos se divisaban unas nubes amenazantes. Iba feliz avanzando, me sentía muy segura y muy bien con mi mente.

“Saliendo de Clemente Onelli tuve mi primer percance, fue con mi portaequipaje, y la rueda trasera se había desentrado y aflojado debido al mal estado del camino. Inmediatamnete pararon dos jóvenes que trabajaban en Vialidad y otro joven que se trasladaba en un auto, con alegría y con buena onda con alambre me lo solucionaron. ¡¡¡ se los agradecí tanto !!! A partir de ahora en mis herramientas de primeros auxilios irá también un rollo de alambre, los presintos no hubieran sido suficientes.

Continué mi viaje hasta Jacobacci, fueron 10 horas de pedaleo, donde existieron paradas para tomar una foto y reponer el agua a mi caramañola.

Al llegar y por recomendación de un amigo de Roca me acerqué a una bicicletería donde me limpiaron la bici, ¡¡ tenía tanta tierra !! y colocaron el tornillo que había perdido de mi portaequipaje . Repuse mis energías con una rica cena y un merecido descanso

 

Acomodando mis alforjas y teniendo todo bajo control partí para Maquinchao, 72 km que serían los últimos de ripio. Pero en el camino y por sugerencia de trabajadores de Vialidad me informaron que kilómetros más adelante podía tomar el asfalto que estaban construyendo. No fue fácil llegar a é, tuve que subir montículos de tierra ya que el asfalto está más alto que el actual camino. Dejando mi “ rusita “ subía para ver donde estaba, y una vez divisado continuamos la marcha. Valió la pena. ¡¡Qué lindo que es recordar mi travesía ahora para rionegro.com.ar!! Llegué temprano con el tiempo suficiente para descansar y charlar con su gente.

Con una mañana apasible, pero por poco tiempo, porque comenzó el viento partí hacia Los Menucos, mi quinta etapa, 72 km. En el camino dejaba a Aguada de Guerra. Los Menucos, una hermosa localidad, limpia, prolija y con una linda plaza. Tuve el placer de conocer a su intendenta, Mabel Yaguar y visitar municipalidad, una construcción nueva y con detalles de muy buen gusto. Estuve varias horas en ella, su personal estaba avocado a los preparativos del aniversario de la localidad.

Por la mañana temprano, como de costumbre, partí para Ramos Mejia, 88 km, una localidad pequeñay pintoresca, era mi sexta etapa. Seguía feliz avanzando, pasé por Sierra Colorada a reponer agua cambiarme de ropa por algo más fresco, el calor se estaba haciendo sentir y el viento también, pero pedaleaba en una ruta asfaltada.

A medida que iba avanzando más feliz me sentía , las etapas se estaban dando como lo había programado, luego de subidas y bajadas llegué a Valcheta, 102km. era mi séptima etapa. Me dirigí al hotel donde me iba a hospedar, pero tuve que esperar sentada en el cordón de la vereda a que venga su dueño y me permitiera entrar a la habitación con mi bici. La persona que estaba encargada no me lo permitía sin previa consulta. Ocupé el tiempo de espera en hacer llamadas, enviar fotos, ya que unos jóvenes que pasaban por el lugar me dieron la clave de wifi del hotel. Llegó su dueño y las dos pudimos alojarnos, siempre está conmigo. Cené en un restaurant cerca del hotel donde compartí la cena con un grupo de ciclistas que venían con un guía hacer unas excursiones en el lugar, fue una cena muy agradable, hasta bailé salsa.

Recuerdo que me acosté a descansar con mucha ansiedad ya que el viaje concluía, era mi ultima etapa: Las Grutas. Esa noche el viento era muy fuerte y me preocupaba como iba a amanecer. El cansancio no lo sentía, seguir pedaleando era mi deseo. Había más tráfico, era sábado, vísperas de un feriado, 8 de diciembre. La localidad que dejaba en el camino era Aguada Cecilio, a 40 km. del empalme con la RN 3 se encuentra el camino que lleva a las Sierras de Pailemán. En ese lugar y transitando la RN 23 me encontré con ciclistas que venía de Bariloche hacia Las Grutas por ese camino el de las Sierras de Pailemán.

Seguí avanzando hasta llegar al empalme, mi emoción fue muy grande, mirar hacia atrás y ver el camino recorrido, que satisfacción y a su vez tristeza. Siempre me ocurre cuando esta finalizando mi viaje.

Cuando comencé a pedalear la RN 3 el tráfico era intenso, estaba a 30km de Las Grutas, antes de llegar hay una subida muy grande que llegando a lo mas alto se ve el mar y otra fue mi emoción, y nuevamente lágrimas de felicidad. Qué bello es sentir, qué hermoso es emocionarse y que las lágrimas no sean siempre de dolor.

Llegando a mi destino me esperaba Gustavo, mi sobrino que vive en Buenos Aires, fue darnos un fuerte abrazo.

Los viajes continuarán, estoy planificando ahora una nueva travesía que será cruzar la Cordillera de los Andes.

Lo que se siente viajar en bicicleta es libertad, es ver el horizonte, la inmensidad del cielo, es indescriptible explicarlo con palabras.

Dios, la vida, nos da oportunidades que no las debemos dejar pasar… intentarlo nos da satisfacciones, que luego de haberlo realizado nos hace sentir bien con un o mismo.

Dale que podés, una experiencia para revivir: para volver a leer

Más fotos de esta experiencia, en el Facebook de la entrevistada.

 

A medida que iba avanzando más feliz me sentía , las etapas se estaban dando como lo había programado, luego de subidas y bajadas llegué a Valcheta, 102km. era mi séptima etapa. Me dirigí al hotel donde me iba a hospedar, pero tuve que esperar sentada en el cordón de la vereda a que venga su dueño y me permitiera entrar a la habitación con mi bici. La persona que estaba encargada no me lo permitía sin previa consulta. Ocupé el tiempo de espera en hacer llamadas, enviar fotos, ya que unos jóvenes que pasaban por el lugar me dieron la clave de wifi del hotel. Llegó su dueño y las dos pudimos alojarnos, siempre está conmigo. Cené en un restaurant cerca del hotel donde compartí la cena con un grupo de ciclistas que venían con un guía hacer unas excursiones en el lugar, fue una cena muy agradable, hasta bailé salsa.

Recuerdo que me acosté a descansar con mucha ansiedad ya que el viaje concluía, era mi ultima etapa: Las Grutas. Esa noche el viento era muy fuerte y me preocupaba como iba a amanecer. El cansancio no lo sentía, seguir pedaleando era mi deseo. Había más tráfico, era sábado, vísperas de un feriado, 8 de diciembre. La localidad que dejaba en el camino era Aguada Cecilio, a 40 km. del empalme con la RN 3 se encuentra el camino que lleva a las Sierras de Pailemán. En ese lugar y transitando la RN 23 me encontré con ciclistas que venía de Bariloche hacia Las Grutas por ese camino el de las Sierras de Pailemán.

 

Seguí avanzando hasta llegar al empalme, mi emoción fue muy grande, mirar hacia atrás y ver el camino recorrido, que satisfacción y a su vez tristeza. Siempre me ocurre cuando esta finalizando mi viaje.

Cuando comencé a pedalear la RN 3 el tráfico era intenso, estaba a 30km de Las Grutas, antes de llegar hay una subida muy grande que llegando a lo mas alto se ve el mar y otra fue mi emoción, y nuevamente lágrimas de felicidad. Qué bello es sentir, qué hermoso es emocionarse y que las lágrimas no sean siempre de dolor.

Llegando a mi destino me esperaba Gustavo, mi sobrino que vive en Buenos Aires, fue darnos un fuerte abrazo.

Los viajes continuarán, estoy planificando ahora una nueva travesía que será cruzar la Cordillera de los Andes.

Lo que se siente viajar en bicicleta es libertad, es ver el horizonte, la inmensidad del cielo, es indescriptible explicarlo con palabras.

Dios, la vida, nos da oportunidades que no las debemos dejar pasar… intentarlo nos da satisfacciones, que luego de haberlo realizado nos hace sentir bien con un o mismo.

Susana Seifert

seifertsusana@hotmail.com

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Dale que podés, una experiencia para revivir: para volver a leer

Más fotos de esta experiencia, en el Facebook de la entrevistada.

 


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