1920-1929: El sacrificio del sistema democrático
En su segundo mandato, el caudillo radical abusó de los cargos administrativos, en el marco de la lucha interna, aun en mayor medida que Alvear, aumentando así el gasto público. Un vicio que se reiteró a lo largo de todo el siglo.
Marcelo Torcuato de Alvear asumió el 12 de octubre de 1922 e inició un gobierno de distensión y relativa prosperidad. La Argentina, más vinculada con el mundo que nunca, bailaba al compás de los años locos.
En materia de política económica, Alvear parecía seguir los lineamientos nacionalistas de su antecesor. Lejos de ser un leal y sumiso alter ego del viejo caudillo, intentó autonomizarse de éste, sin por ello llegar al extremo de quebrar al partido radical, como querían algunos de sus más íntimos colaboradores. Sin embargo, ya en 1924 se hizo evidente que esa fracción del radicalismo era insuficiente para impedir el retorno de Yrigoyen al poder. Comenzaron entonces a oírse los primeros rumores de golpe de Estado.
Pero la prensa rechazó el insurrecto llamamiento; no estaban dadas, todavía, las condiciones para el golpe y el alvearismo debió maquinar a todo vapor la manera de impedir el regreso de Yrigoyen, sin poner en riesgo las instituciones. Mientras tanto, las elecciones se avecinaban; no había más tiempo y el oficialismo lanzó la fórmula Melo-Gallo. Pese a que la maquinaria golpista no se detuvo, las elecciones finalmente tuvieron lugar, tal como estaba previsto, en marzo de 1928.
Yrigoyen fue plebiscitado con el 57,3%, equivalente a 830.000 votos, contra 440.000 del Frente Unico (alvearista) y apenas 65.000 de los socialistas. Ahora sí, el yrigoyenismo consiguió el dominio de Diputados, 98 sobre 159 y aunque en la cámara alta seguía siendo minoría, logró acortar distancias: 8 de 19 senadores, mientras se cristalizaba un frente de gobernadores radicales. Pero el taciturno caudillo ya contaba con 76 cansados años y sus adversarios no estaban dispuestos a concederle una vejez tranquila.
Mientras tanto, el país iba encaminándose hacia la crisis del '29, cuando un «viernes negro», en Wall Street, provocó el «crack» bursátil que dejó a la economía mundial a un paso del abismo. Meses antes, la Sociedad Rural -entonces el principal factor de poder económico nacional- iniciaba su ofensiva contra la penetración norteamericana, que se venía haciendo ostensible a partir de la posguerra, cuando se radicaron en el país numerosas industrias del rubro automotor, del neumático, maquinaria agrícola e industrial, como General Motors, General Electric y Colgate. Gran Bretaña luchaba por recuperar el lugar del que había sido despojada por Estados Unidos, la potencia emergente de la primera posguerra.
Yrigoyen, nuevamente, fue atacado ya no sólo por su «demagogia», sino por una presunta «senilidad». Comenzaron a barajarse dos opciones: una institucional, sustentada en principio por el general Justo, y otra golpista, que iba ganando terreno en sectores nacionalistas. Los acontecimientos se precipitaron. El 5 de setiembre de 1930 Yrigoyen pidió licencia al cargo de presidente y al día siguiente contingentes de bisoños cadetes del Colegio Militar ganaron la calle ante la indiferencia casi general, iniciándose así una marcha que no acabó hasta llegar a la Casa Rosada. Definitivamente, fue el fin del ciclo institucional. (DyN)
Desaliento de posguerra
El fin de la Guerra hizo consciente que el ciclo expansivo del capitalismo no era ilimitado. En ese contexto, el optimismo con que se había iniciado el siglo abrió paso, después de una década y media de certezas, a la incertidumbre.
En adelante, las clases dirigentes no lograron unificar una posición común en torno de qué camino seguir y la consecuencia fue el sacrificio del sistema democrático.
Situémonos en 1922. Yrigoyen estaba terminando su primer mandato. Como los constituyentes del 53 habían eliminado la posibilidad de reelección, el viejo caudillo se vio obligado a nominar a su sucesor.
Debía ser un hombre sin apetencias ni base popular de sustentación, que le permitiera preparar el retorno. Ese hombre era Marcelo T. de Alvear, quien al momento de ser electo presidente se encontraba en Francia, ejerciendo sus funciones de embajador.
Pero el reaseguro de Yrigoyen no era este aristócrata de aire parisino, sino un hombre que le fuera incondicional, un radical ortodoxo como Elpidio González, quien integró como vicepresidente la fórmula que ganó cómodamente las elecciones de agosto.
La industrialización nacional
La labor del coronel Enrique Mosconi, al frente de YPF contra los trust americanos y británicos petroleros, se vio coronada hacia fines del 26 con la Destilería La Plata, la primera del país. Al año se fundó la Fábrica Militar de Aviones, en Córdoba, con lo que el Estado -y en particular los militares- asumió un rol pionero en la industrialización nacional.
Marcelo Torcuato de Alvear asumió el 12 de octubre de 1922 e inició un gobierno de distensión y relativa prosperidad. La Argentina, más vinculada con el mundo que nunca, bailaba al compás de los años locos.
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