“26 años”

Redacción

Por Redacción

Este título no es caprichoso, el 12 de diciembre de 2012 hicieron 26 años de que nos casamos. Ustedes fueron testigos, estuvieron presentes, nos auguraron toda la felicidad y compartimos un día inolvidable. Yo en mi inmadurez total, asustado y con miedo al futuro, a la responsabilidad de entrar en esa nueva “etapa de la vida”, ¡vivir en pareja, con un hijo por traer al mundo en pocos meses! ¡Qué locura, qué felicidad! ¡Qué misterio! Los preparativos, las noticias, avisar a los parientes y amigos de que nos íbamos a casar, que habría fiesta, que queríamos que vinieran todos, que éramos jóvenes, que estábamos ansiosos, desconcertados, que no sabíamos nada de nada, ni lo que era el matrimonio, ni la familia… pero lo afrontamos y seguimos adelante, con una decisión compartida que fue la más importante que tomé en mi vida. Y llegó el día: viernes 12 de diciembre de 1986. La ceremonia religiosa sería en la capilla del colegio San José Obrero y el cura párroco, el padre Gregui, nos recibiría con su ternura y sonrisa. Me conocía desde chico y, por supuesto, se emocionó al verme. Me dijo: “Cristóbal…” y nada más. Comenzó la ceremonia, temblé, transpiré, mis manos frías. Viviana a mi lado, ¡hermosa! Le coloqué la alianza y ella hizo lo mismo; nos bendijo el sacerdote y nos dijo: “Hasta que la muerte los separe…” como una premonición más que una lectura, a la que en ese momento no le presté atención y que hoy recuerdo tan nítida. Corrió todo el día un viento infernal, se cortó la luz y a las 21:30 paró de soplar y volvió la luz. Tuvimos una noche maravillosa y bailamos hasta el amanecer, rodeados de la familia, de ustedes, mis amigos. Este 12 de diciembre de 2012 amaneció muy ventoso, no paraba de soplar, ¿casualidad? Me remito al libro del doctor Zancolli, “El misterio de las coincidencias”, ¡qué increíble! Si algo faltaba para recordar ese día, era ese viento patagónico incesante. Fue un día especial para mí, no triste como pensé, sino que el recuero feliz se antepuso a la tristeza. Pedí por ella, por nosotros, por nuestro aniversario, a partir de hoy de uno solo, por la paz interior, por la paz espiritual. Gracias por escucharme, gracias por ser mi receptor, gracias por dejarme compartir mis pensamientos más profundos. Gracias, desde mi corazón. Juan Cristóbal Díaz Ortiz, DNI 13.254.281 – Neuquén

Juan Cristóbal Díaz Ortiz, DNI 13.254.281 – Neuquén


Este título no es caprichoso, el 12 de diciembre de 2012 hicieron 26 años de que nos casamos. Ustedes fueron testigos, estuvieron presentes, nos auguraron toda la felicidad y compartimos un día inolvidable. Yo en mi inmadurez total, asustado y con miedo al futuro, a la responsabilidad de entrar en esa nueva “etapa de la vida”, ¡vivir en pareja, con un hijo por traer al mundo en pocos meses! ¡Qué locura, qué felicidad! ¡Qué misterio! Los preparativos, las noticias, avisar a los parientes y amigos de que nos íbamos a casar, que habría fiesta, que queríamos que vinieran todos, que éramos jóvenes, que estábamos ansiosos, desconcertados, que no sabíamos nada de nada, ni lo que era el matrimonio, ni la familia... pero lo afrontamos y seguimos adelante, con una decisión compartida que fue la más importante que tomé en mi vida. Y llegó el día: viernes 12 de diciembre de 1986. La ceremonia religiosa sería en la capilla del colegio San José Obrero y el cura párroco, el padre Gregui, nos recibiría con su ternura y sonrisa. Me conocía desde chico y, por supuesto, se emocionó al verme. Me dijo: “Cristóbal...” y nada más. Comenzó la ceremonia, temblé, transpiré, mis manos frías. Viviana a mi lado, ¡hermosa! Le coloqué la alianza y ella hizo lo mismo; nos bendijo el sacerdote y nos dijo: “Hasta que la muerte los separe...” como una premonición más que una lectura, a la que en ese momento no le presté atención y que hoy recuerdo tan nítida. Corrió todo el día un viento infernal, se cortó la luz y a las 21:30 paró de soplar y volvió la luz. Tuvimos una noche maravillosa y bailamos hasta el amanecer, rodeados de la familia, de ustedes, mis amigos. Este 12 de diciembre de 2012 amaneció muy ventoso, no paraba de soplar, ¿casualidad? Me remito al libro del doctor Zancolli, “El misterio de las coincidencias”, ¡qué increíble! Si algo faltaba para recordar ese día, era ese viento patagónico incesante. Fue un día especial para mí, no triste como pensé, sino que el recuero feliz se antepuso a la tristeza. Pedí por ella, por nosotros, por nuestro aniversario, a partir de hoy de uno solo, por la paz interior, por la paz espiritual. Gracias por escucharme, gracias por ser mi receptor, gracias por dejarme compartir mis pensamientos más profundos. Gracias, desde mi corazón. Juan Cristóbal Díaz Ortiz, DNI 13.254.281 - Neuquén

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