Esas hermosas canciones tristes

Joaquín Sabina está de regreso al ruedo y a los escenarios. Antes de sus presentaciones en la Argentina mantuvo esta conversación telefónica en la que asegura que ante tanta expectativa espera estar a la altura de las circunstancias. Una cuota de humildad en una estrella. Las numerosas presentaciones que Joaquín Sabina tiene programadas servirán para repasar viejos éxitos y, además, presentar su CD “Alivio de luto”.

Buenos Aires, (Télam).- Pocos días antes del debut de Joaquín Sabina en Buenos Aires, previsto para mediados de marzo, el cantante español confesó a Télam sus temores de «no estar a la altura de las expectativas» ante el manifiesto entusiasmo del público porteño que agotó las entradas para todos los conciertos anunciados en la sala del Gran Rex.

Las presentaciones de Sabina darán ocasión para presentar los temas de su último disco, «Alivio de luto», y otros clásicos de su repertorio.

Conociendo la afluencia de público que desde los primeros días de venta agotaron las localidades para cada show, el cantante confesó en conversación telefónica que «por un lado es conmovedor y muy emocionante, pero te llena de pánico porque hagas lo que hagas no vas a estar a la altura de las expectativas».

–Después de haber pasado etapas de depresión tan profunda, ¿cómo vivís este renacer a manera de Ave Fénix?

–Primero se vive con miedo, da muchas vueltas la cabeza hasta atreverse a subir al escenario nuevamente, sobre todo cuando uno ha hecho las suficientes giras como para saber que es un estado muy vertiginoso. Pero luego, después de diez o doce conciertos (ahora llevamos casi 40), se empieza a reconocer el escenario como tu casa, los músculos se relajan y le agradece uno a los dioses paganos que le hayan dado otra vez la oportunidad.

–Según dicen, suele haber un momento de crisis antes de salir al escenario que se diluye una vez que comienza la función.

–Pero esta vez fue más duro porque estuve casi cuatro años sin subirme a un escenario y ni siquiera estaba seguro de poder aguantar la presión.

–Después de esta etapa tan particular, ¿cuál es tu mirada sobre toda tu obra?

–Yo creo que no es aconsejable pasarse la vida oyendo los discos propios porque siempre encuentras que son una cagada. Lo mejor para la salud y la gimnasia mental es un cierto desapego, considerando las canciones como si las hubiera hecho una caricatura que no eres exactamente tú.

–En «Pie de guerra» hablás de luchas y enfrentamientos entre opuestos y entre los que no parecen tan opuestos. En tu obra el espectador advierte una pelea interior entre el instinto de vida y el instinto de muerte, entre el placer de vivir y la atracción de la muerte.

–Creo que soy bastante pesimista con la cabeza, es decir no creo prácticamente en nada y sin embargo tengo un corazón optimista que me hace levantar por las mañanas y no parar de hacer cosas. Entre esa bipolaridad me he movido toda la vida.

–¿Cómo se puede ser tan seductor, que implica cierto instinto de cazador y tan vulnerable a la vez?

–Me temo que es porque uno se conoce a sí mismo y sabe lo fácil que es resultar herido, sobre todo si uno se emplea a fondo. A mí me gusta comer de verdad, beber de verdad, besar de verdad, charlar co los amigos de verdad, enamorarme de verdad y cuando pones tanto en todas esas cosas lo más normal es que salgas lleno de cicatrices. Son pruebas de que has vivido. Son como las cornadas de los toreros que se llevan como una medalla. De todos modos el abandono, el desamor, todas esas cosas que hacen sufrir tanto es un terreno donde florecen las mejores canciones. Las canciones más hermosas son las más tristes.

–¿Cómo advertís que una poesía tiene que ser cantada y no dicha?

–Eso lo saben ellas, no lo sabe uno. Yo no me siento a escribir un poema ni me siento a escribir una canción. Ni siquiera me autoprogramo, no me digo «hoy me siento a escribir», eso viene y a medida que va saliendo a veces se convierte en un soneto y otras me encuentro cantándola. No es un proceso riguroso, no tengo una disciplina de ninguna clase, soy muy caótico para eso.

 

A LA CANCHA DE BOCA

–¿Sos obediente a lo que te dice el poema?

–Soy muy obediente a lo que dicen las musas, pero las musas son muy traidoras y generalmente se acuestan con Serrat y no conmigo.

–¿Cómo es tu relación con los músicos a la hora de componer?

–Con Panchito Varona llevo casi 25 años, con ninguna mujer he aguantado ni la mitad. Nos miramos en el escenario y Pancho sabe exactamente qué es lo que quiero, que se parece mucho a lo que quiere él y llegamos a un punto de encuentro que nos produce mucho placer.

–Tus poesías parecen una conversación con alguien. ¿Tenés in mente un interlocutor?

–Yo creo en la teoría de Mario Vargas Llosa que dice que uno escribe porque no le gusta el mundo, para pintarlo otra vez, para corregirlo, para darle otra manita de pintura. A mí me encanta sobre todo meter la uña en las contradicciones y que eso produzca una descarga nueva.

–¿Cómo sería el mundo que querrías pintar?

–No perfecto, porque sería aburridísimo. Lo que más me gustaría es que fuera imprevisible, donde la costumbre no fuera tan polvorienta y no se acumulara tanto, donde no existiera la rutina. Y desde luego, sin relojes.

–¿Compartís aquello de Amado Nervo: «vida nada te debo, vida estamos en paz»?

–No podría hacer míos esos versos porque yo me siento constantemente en deuda con la vida, con los amigos, con el público, con mi novia, en deuda con casi todo. Yo soy muy 'sufridor', siempre considero que tengo que hacer mucho para ganarme un beso.

–¿Qué le agradecés a la vida?

–Por lo pronto que me haya dado una segunda oportunidad que yo no esperaba porque creía que el adiós a los escenarios era definitivo. No me encontraba con la energía que se necesita para afrontar el vértigo de una gira. Recién ahora estoy empezando a disfrutar mucho otra vez y eso es un regalo de los dioses.

–¿Qué esperás del público argentino?

–Espero que sean un poquito menos calientes y que no me vuelvan loco. Como ahora están los Rolling Stones supongo que los van a dejar más tranquilitos. Lo creais o no, porque tal vez piensen que es un halago, pero a los músicos y a mí a medida que se van acercando los días de actuar en Argentina se nos empieza a poner una cara de gustito que nos da gran placer.

–¿Vas a ir a la cancha de Boca?

–Creo que sí, pero a la 12.


Buenos Aires, (Télam).- Pocos días antes del debut de Joaquín Sabina en Buenos Aires, previsto para mediados de marzo, el cantante español confesó a Télam sus temores de "no estar a la altura de las expectativas" ante el manifiesto entusiasmo del público porteño que agotó las entradas para todos los conciertos anunciados en la sala del Gran Rex.

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