Las mil caras de Bariloche
El gas está subsidiado en red o garrafa pero la leña, los tubos y otras alternativas deben comprarse a precios de mercado.
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También en Bariloche, la política de subsidios al gas natural marca severas distorsiones en los costos familiares para calefaccionar una vivienda y cocinar los alimentos. La disparidad se acentúa en la Patagonia, donde los usuarios de gas de red pagan menos que en el resto del país por ese servicio domiciliario, pero la leña y otros combustibles alternativos se pagan a precio de mercado, sin subsidio alguno. En general, los barrios que no cuentan con red de gas concentran precisamente a la población de menores ingresos. Por eso, un vecino de nivel socioeconómico bajo no puede acceder al combustible que le garantice una calidad de vida similar al usuario de gas natural. De modo que en invierno posterga otros gastos para priorizar la calefacción o se resigna a pasar frío. Los que tienen tiempo y capacidad física se dedican a juntar leña en el monte cercano o cualquier otro material que puedan quemar en la salamandra. Un dato ilustrativo lo aportó la dirigente barrial de Nahuel Hue Elizabeth Rivera: “hay gente que se la pasa buscando astillas y otros, cuando no pueden comprar leña queman ropa, zapatos o cualquier cosa. Basta con ver el color del humo que sale por los caños”. La diferencia de costos escapa a cualquier parámetro nacional, ya que una casa común, con tres o cuatro calefactores y gas de red, más termotanque y cocina, aun si los tuviera prendidos las 24 horas, difícilmente reciba una factura superior a los 200 pesos por bimestre, es decir 100 pesos mensuales. Con el mismo dinero, una familia que depende de la leña apenas se calefacciona un par de días. Una casa grande en un barrio céntrico o en los kilómetros, con varios calefactores, cocina y termotanque, paga de gas entre 66 y 100 pesos por mes. En barrios como El Pilar, Unión o Nahuel Hue, la mayoría de los vecinos combina leña y gas en garrafas. Una familia tipo necesita en pleno invierno un metro cúbico de leña cada tres días y cuatro garrafas en el mes, que sólo emplea en la cocina y el termotanque. La leña más barata (pino) cuesta 180 pesos el m³ y las garrafas de 10 kilos se consiguen por 25 pesos. En consecuencia para cocinar y estar bien calefaccionada esa familia necesita 1.900 pesos mensuales. Muchos de ellos reciben el Plan Calor, que consiste apenas en dos metros de leña o vales por cuatro garrafas. Otro elemento a tener en cuenta es el amplio rango de calidades de leña y su costo relativo: la laura o el maitén, de mejor calidad, cuestan hasta 280 pesos el metro cúbico. Se puede abaratar algo si no está trozada y si el flete corre por cuenta del cliente. En cuanto al precio de la garrafa social es de 16 pesos, pero hay que ir a buscarla al distribuidor. El recargo (entre cuatro y diez pesos) es por comprarla en la despensa del barrio. El subsidio al gas natural no es proporcional y se reduce en los consumos altos, desapareciendo en los countries. En la eficiencia de la calefacción incide mucho la orientación y el aislamiento de las viviendas. Otro tema en el que “pierden” las familias más humildes. Una casa construida con buen asesoramiento, con aberturas y materiales apropiados, gasta mucho menos en calefacción. Otro tema que aumenta la distorsión es el alto costo de la conexión domiciliaria del gas (no menos de 4.000 pesos en materiales y mano de obra). Hay barrios como El Frutillar que tienen red hace rato pero el 50% de los vecinos no está conectado y sigue dependiendo de la leña. Para ellos bastaría con un plan de financiamiento, para que realicen la obra y la paguen con el ahorro posterior.
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