“Re-reelección: posibles consecuencias”

Es de mi interés que esta carta llegue a los ciudadanos argentinos como un mensaje analítico que despierte la necesidad de sacar a la luz (metafóricamente) la toga ciudadana y se embarquen en una lectura donde entre en juego el sentido común, patriótico y racional a fin de demostrar que los argentinos estamos orgullosos de esta democracia que hemos conseguido y que deseamos conservar, apoyados siempre por los valores esenciales contenidos en nuestra Constitución nacional. Si bien algunos de los artículos de este instrumento básicamente democrático elaborado hace más de 150 años han sido modificados, se lo ha hecho de acuerdo con ciertas necesidades políticas del momento sin cambiar los valores esenciales e institucionales que la constituyen y que están contenidos básicamente en dos premisas fundamentales: derechos y obligaciones de todos los ciudadanos argentinos. Ahora bien, cuando se trata de cambios que no modifican la estructura general del instrumento y que contribuyen a mejorar alguna situación institucional del gobierno del país, es importante una fundamentación razonable de las causas que motivan tales cambios. Por ejemplo, en cuanto a la modificación del artículo 94 –que versa sobre la duración en el cargo de la autoridad máxima del país– no hay fundamentos válidos para llegar a la llamada re-reelección o continuidad indeterminada en dicho cargo dadas las reales circunstancias que sobrevendrían como consecuencia de tal decisión: • Una autocracia hegemónica en el poder con calidad de carácter absoluto de gobierno • Degradación institucional • Supresión de derechos y libertades individuales • Tendencia propicia hacia la antidemocracia Estos efectos son, indudablemente, los que identifican a una dictadura, con los perjuicios que ello significaría y que lenta pero tenazmente llevarían a un caos institucional. En este caso, no podemos menos que preguntarnos quién, lamentablemente, cargaría con los costos de este desastre. Pues, el pueblo sería el que, en salarios, desocupación, justicia y seguridad, recibiría el impacto brutal de este penoso episodio. En el caso de que se pretenda desde la filosofía, la ideología u otro enfoque intelectual que fundamente la transformación de la Constitución, creo que los argentinos no sólo no estamos preparados sino que rotundamente rechazaríamos cualquier forma de gobierno que no se basara en el sistema democrático, que es el único que encierra los principios básicos de igualdad, libertad, cooperación y solidaridad que los ciudadanos merecen y que todos los gobiernos están obligados a mantener, se trate de un sistema presidencialista o parlamentario. Por otra parte, las formas pueden variar, pero lo que no podemos admitir es la intención de cambiar la esencia misma de los principios básicamente democráticos que sustentan los fundamentos de nuestra Constitución si en realidad todos somos conscientes de nuestro sentido histórico y de nuestra identidad argentina, de la cual nos sentimos muy orgullosos pese a ciertas situaciones problemáticas que suelen nublar nuestra trayectoria democrática pero torcerla jamás podrán, pues desde nuestra firmeza en el sentido común y en el amor a nuestra patria ese sentimiento indiscutiblemente argentino, tan legítimamente nuestro, nos mantendremos fieles a las convicciones cimentadas en el respeto como personas dignas y en la responsabilidad como ciudadanos probos. Hilda Pérez de Terk DNI 2.732.558 Neuquén

Hilda Pérez de Terk DNI 2.732.558 Neuquén


Es de mi interés que esta carta llegue a los ciudadanos argentinos como un mensaje analítico que despierte la necesidad de sacar a la luz (metafóricamente) la toga ciudadana y se embarquen en una lectura donde entre en juego el sentido común, patriótico y racional a fin de demostrar que los argentinos estamos orgullosos de esta democracia que hemos conseguido y que deseamos conservar, apoyados siempre por los valores esenciales contenidos en nuestra Constitución nacional. Si bien algunos de los artículos de este instrumento básicamente democrático elaborado hace más de 150 años han sido modificados, se lo ha hecho de acuerdo con ciertas necesidades políticas del momento sin cambiar los valores esenciales e institucionales que la constituyen y que están contenidos básicamente en dos premisas fundamentales: derechos y obligaciones de todos los ciudadanos argentinos. Ahora bien, cuando se trata de cambios que no modifican la estructura general del instrumento y que contribuyen a mejorar alguna situación institucional del gobierno del país, es importante una fundamentación razonable de las causas que motivan tales cambios. Por ejemplo, en cuanto a la modificación del artículo 94 –que versa sobre la duración en el cargo de la autoridad máxima del país– no hay fundamentos válidos para llegar a la llamada re-reelección o continuidad indeterminada en dicho cargo dadas las reales circunstancias que sobrevendrían como consecuencia de tal decisión: • Una autocracia hegemónica en el poder con calidad de carácter absoluto de gobierno • Degradación institucional • Supresión de derechos y libertades individuales • Tendencia propicia hacia la antidemocracia Estos efectos son, indudablemente, los que identifican a una dictadura, con los perjuicios que ello significaría y que lenta pero tenazmente llevarían a un caos institucional. En este caso, no podemos menos que preguntarnos quién, lamentablemente, cargaría con los costos de este desastre. Pues, el pueblo sería el que, en salarios, desocupación, justicia y seguridad, recibiría el impacto brutal de este penoso episodio. En el caso de que se pretenda desde la filosofía, la ideología u otro enfoque intelectual que fundamente la transformación de la Constitución, creo que los argentinos no sólo no estamos preparados sino que rotundamente rechazaríamos cualquier forma de gobierno que no se basara en el sistema democrático, que es el único que encierra los principios básicos de igualdad, libertad, cooperación y solidaridad que los ciudadanos merecen y que todos los gobiernos están obligados a mantener, se trate de un sistema presidencialista o parlamentario. Por otra parte, las formas pueden variar, pero lo que no podemos admitir es la intención de cambiar la esencia misma de los principios básicamente democráticos que sustentan los fundamentos de nuestra Constitución si en realidad todos somos conscientes de nuestro sentido histórico y de nuestra identidad argentina, de la cual nos sentimos muy orgullosos pese a ciertas situaciones problemáticas que suelen nublar nuestra trayectoria democrática pero torcerla jamás podrán, pues desde nuestra firmeza en el sentido común y en el amor a nuestra patria ese sentimiento indiscutiblemente argentino, tan legítimamente nuestro, nos mantendremos fieles a las convicciones cimentadas en el respeto como personas dignas y en la responsabilidad como ciudadanos probos. Hilda Pérez de Terk DNI 2.732.558 Neuquén

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