Lila Luchessi: en las redes “estamos retro, volviendo a la ley del Talión”

La experta en comunicación y políticas públicas destacó que en medio de la extensión y popularización de las redes sociales, “culturalmente se aceptó que cualquiera tiene derecho a opinar sobre los demás y sobre los familiares de los demás».

El linchamiento ocurrido en Comodoro tiene la particularidad de un fuerte protagonismo de las redes sociales o de mensajería, en este caso Whatsapp; en la divulgación de la información falsa y la organización de la agresión que terminó con la vida de José Oviedo.

Al respecto, “Debates” consultó a Lila Luchessi, directora del Instituto de Investigación en Políticas Públicas y Gobierno de la Universidad Nacional de Río Negro. La académica, doctora en Ciencia Política y licenciada en Ciencias de la Comunicación, señaló que “más allá de cómo opere lo judicial, hay una cuestión cultural. Por ejemplo en los escraches y los ‘linchamientos’ virtuales por casos que van desde situaciones de abuso sexual a denuncias de defensores de animales. Independientemente del tema, el caso sigue una dinámica: empieza con un acontecimiento, un desconocimiento sobre cuáles son las causas y se generan situaciones de fanatismo”, señaló.

Independientemente del tema, el caso sigue una dinámica: empieza con un acontecimiento, un desconocimiento sobre cuáles son las causas y se generan situaciones de fanatismo

Lila Luchessi, directora del Instituto de Investigación en Políticas Públicas y Gobierno (UNRN)

La experta destacó que en medio de la extensión y popularización de las redes sociales, “culturalmente se aceptó que cualquiera tiene derecho a opinar sobre los demás y sobre los familiares de los demás. Aunque esta persona hubiera sido familiar del abusador, que finalmente no lo era, no se vuelve delincuente por eso. Debería haber tenido todas las garantías. Estamos retro, volviendo a la ley de Talión, a cosas que se habían desestimado por completo y hoy aparecen como grandes novedades, entre ellas el linchamiento. Cualquiera tiene derecho a motorizar una venganza sobre un supuesto hecho”.

En el caso de Comodoro tuvo un rol muy destacado Whatsapp, la red de mensajería que a menudo opera también como red social. “Si uno mira ciertos números, Whatsapp es la segunda herramienta que usan los usuarios para recibir y compartir información. Si la primera herramienta es Facebook y la segunda Whatsapp, hay que mirar por ahí cuántas distorsiones puede haber, más allá de que en el origen haya información procesada profesionalmente por periodistas. Cuánto del acontecimiento concreto llega al final de la rueda y a alguien se le ocurre convocar a una marcha o, en este caso, un linchamiento”.

La investigadora señaló que en muchas ocasiones el problema reside en la conformación de comunidad de las redes, no solo por el algoritmo. “Te armás una red cuando te juntás con gente con la cual te sentís cómodo o cómoda. Después el algoritmo va tomando parámetros y te ofrece gente que se parece a esa gente, con lo cual tu comunidad se va ampliando y en situaciones donde hay posicionamientos fanatizados sobre cualquier cosa. El algoritmo te conforma una comunidad amplia y homogénea, en la que si vos no interactuás con otros, ante la primera disrupción opera una reacción violenta. Porque todos somos hinchas de Boca, somos todos de algún partido, etc. Pero tu comunidad no es “la” comunidad. El algoritmo fomenta una creencia de una homogeneidad que no es tal”, explica.

Consultada si con el funcionamiento actual es posible que se repitan estos hechos fue categórica: “Se repiten cotidianamente, en algunos casos de manera virtuosa y en otros de manera nefasta. Si uno analiza cómo operaron los sistemas de mensajería y las redes para impedir que la Corte admitiera a dos jueces sin aprobación del Congreso, el funcionamiento fue virtuoso. La comunidad funcionó. Otra cosa es el caso de escrache de un adolescente al que una niñita acusa de abusador y que termina con la vida de un pariente. O la estigmatizacion de una persona, todo se vuelve muy peligroso”, dijo.

Sobre el rol de los medios en estos casos, Luchessi apuntó contra “la espectacularización de estas acciones, ya que a menudo actúan por contagio”. También señaló la necesidad de mejorar los estándares profesionales en el periodismo. “Con volver a las prácticas más simples del ejercicio de la profesión se solucionarían bastantes problemas. Hay que terminar con esto de que las audiencias reclaman un posicionamiento del periodista y éste, por una cuestión de satisfacción del cliente, cumple y se posiciona. Se olvidan de algo esencial: no puedo estar a favor o en contra de algo si no sé qué es. Históricamente el rol del periodista no era posicionarse, sino averiguar qué pasaba. Hoy la sociedad, y el periodismo también, primero se posiciona y después ve qué pasa. Si esto se exacerba puede llevarnos a territorios muy violentos”, advirtió.

En este sentido, señaló que “me parece que es momento de frenar todos y ser un poco más racionales”.

Ante la pregunta de cómo se puede desde el Estado ayudar a lidiar con estos problemas, destacó que “existen muchas herramientas, está la Justicia y todos los recursos. A veces la filtración de información errónea hace que se enturbie todo el proceso”, explicó. “No creo que vaya a ser desde comunidades fanatizadas o parcializadas donde se vaya a regular la cosa. Si las distintas fuerzas políticas en determinados poderes o departamentos hacen un uso de herramientas como las fake news como instrumento de campaña y si el periodismo profesional actúa en connivencia con este tipo de prácticas, no le podemos pedir a los usuarios que lo resuelvan” concluyó.


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