A cien años del nacimiento de un soñador

Saint Exupéry fue un hombre excepcional. Aventurero, intelectual, pero sobre todo un amante de la aviación. "Yo vivo realmente cuando vuelo", llegó a confesar. Recorrió el mundo y ambientó parte de su obra en la Argentina.

Buenos Aires (Télam). Hoy se cumple el primer centenario del nacimiento del escritor y aviador francés Antoine de Saint Exupéry, autor del ya clásico «El Principito» entre otras obras entre las que destacan «Piloto de guerra», «Vuelo nocturno» y «Ciudadela», y personaje real de una innumerable cantidad de aventuras que vivió entre el cielo y la tierra.

¿Aventurero? ¿Aviador? ¿Escritor? La breve -pero intensísima- biografía de Antoine de Saint Exupéry permite, como ninguna otra, recorrer sus días a través de cualquiera de estos signos devenidos (sobre todo a partir de su inesperada y misteriosa desaparición en el aire) una suerte de leyenda en la que conviven tanto sus proezas en el aire, como sus dibujos y sus historias; todos, en el territorio impreciso que separa la ficción de la realidad. «Saint Ex» -como lo llamaban sus camaradas de vuelo- nació el 29 de junio de 1900, en la ciudad de Lyon. A los 12 años vio por primera vez la tierra desde el cielo (nada menos que sobre un avión comandado por el célebre piloto Védrines) y entonces supo que sería aviador.

El deseo cobró forma nueve años después, cuando ingresó a la Fuerza Aérea de su país y obtuvo finalmente su licencia para volar…arrancaba uno los capítulos más fascinantes de su vida: su pasión por el vuelo y la aventura.

En poco más de dos décadas, Saint Exupéry sobrevoló los cielos de Europa, Africa, Estados Unidos y América del Sur; recorrió 8.000 kilómetros en cinco días sobre el Sahara; intentó el raid Nueva York-Tierra del Fuego (fallido, por un accidente de vuelo en los preparativos que le causó una conmoción cerebral) y puso en marcha las líneas de correo aéreo entre Francia y la Patagonia, una hazaña dado el nivel de desarrollo de la aeronáutica de los años 30.

«Yo vivo verdaderamente cuando vuelo», escribió alguna vez el aviador francés que amaba tanto el aire, como las palabras, o más bien, la literatura.

Entre vuelo y vuelo, Saint Exupéry construyó una producción de la que -por su nivel de difusión en el mundo entero- se recuerda «El principito» (publicado en Nueva York, en 1943, y en la Argentina, por Emecé en 1951, con traducción de Bonifacio Del Carril), pero que cuenta también con otros títulos como «Cartas a un rehén», «Ciudadela», «Vuelo nocturno» (prologada por André Gide y ambientada en la Argentina), «Piloto de guerra» o «Correo del sur».

Más allá de los formatos o de las temáticas de cada libro, si hay algo que atraviesa casi toda la bibliografía de Saint Exupéry es su intención, explícita y vocacional, por exaltar el valor de la camaradería, de la amistad, además de su pasión el vuelo y los paisajes del desierto.

«El hombre que se ha encerrado en su claustro y vive según reglas que nos son desconocidas sólo emerge, verdaderamente, en las soledades tibetana…¡Para qué vamos a visitar su celda!. Está vacía. El imperio del hombre es interior», señala, por ejemplo, en «Tierra de hombres», libro que presenta a un grupo de voluntarios de la guerra civil española, una experiencia que el piloto vivió de cerca, como periodista enviado del diario «París Soir».

También en esa pieza apunta, a propósito de la camaradería: «Sólo cuando estamos ligados a nuestros hermanos por un fin común y que se sitúa fuera de nosotros, sólo entonces respiramos, y la experiencia nos demuestra que amar no es mirarnos el uno al otro, sino mirar juntos en la misma dirección. No hay verdaderos camaradas sino cuando se unen en la misma línea hacia la misma cima en que han de encontrarse».

«Un día voy a partir y nunca más me volverán a ver», decía a menudo «Saint Ex». Y así fue.

El 31 de julio de 1944, fue asignado al grupo de reconocimiento «333», en la base aérea de Bastia-Borgho, en Córcega, en lo que debía ser una de sus últimas misiones, sino la última (el comandante de su unidad, había decidido prohibirle que continuara volando, pero el piloto casi le suplicó «una última misión»).

A las 8.30 de la mañana, se subió a un caza «Lightning P-38», sin armas, sólo para hacer un vuelo de reconocimiento sobre los Alpes franceses, ocupados por Alemania. Y desapareció en el aire, el mejor escenario para su aventura final.

Lecturas animadas de un clásico

ROCA (AR).- Hoy con motivo de conmemorarse el nacimiento de Antoine de Saint-Exupery la dirección de Cultura de la municipalidad de Roca realizará el Certamen de Lectura Animada de fragmentos de «El Principito» del citado autor. El acto, que será público, se realizará en la escuela N° 42 a las 14.30.

El jurado estará integrado por la Olga Corral, Lucrecia Reta y Natalio Kisnermann y los premios-ejemplares de «El Principito»- fueron donados por ADECS.

Al certamen sólo se presentarán las escuelas N° 155, 250 y 317.


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