A poner la cara y asumir responsabilidades

Raúl Bernal rbernal@rionegro.com.ar

opinión

El sueño de José M. López de subirse a un Fórmula 1 terminó en la peor de las pesadillas. “Pechito” se merecía un lugar, porque se lo ganó en base a talento y resultados en todas las categorías en las que participó. Pero se equivocó feo a la hora de rodearse y lo pagó con un papelón. Si bien a esta novela de su ingreso a la Fórmula 1 se le agregaron muchos capítulos, su final no sorprendió, porque estaba cantado por cómo se fueron dando las negociaciones que quedaba afuera. Desde que nació el proyecto, hubo cosas que el entorno de López manejó mal y que termina desembocando en este fracaso, que no será el final de la campaña de “Pechito”, pero que lo sellará a fuego. La falta de criterio para reconocer que el proyecto del USF1 estaba estancado y con muchas posibilidades de caerse como un castillo de arena fue uno de los cuestionamientos más grandes que tuvieron sus negociadores. No atender los teléfonos, ni siquiera de los que pusieron la plata para hacer realidad el sueño de “Pechito”, fue otra de las equivocaciones del entorno, siempre cargado de una gran soberbia y nada de autocrítica. Debieron darse cuenta de que el equipo no tenía capacidad para terminar los autos y, si lo hicieron, al menos informar en comunicado en el momento y no esperar hasta que explotara la bomba. En esto no se salva “Pechito”, quien por su experiencia como tester de Renault se tendría que haber dado cuenta que algo no funcionaba cuando visitó la fábrica del equipo en Charlotte. Ser confiado no es lo mismo que ser mediocre. Su error puede haber estado en no escuchar a Bernie Ecclestone, el zar de la F-1, y descreer de las dudas que varios planteado. Para colmo, tampoco se escuchó a ex Fórmula 1 como Norberto Fontana y Esteban Tuero, quienes tenían sus reparos y descreían del manager Felipe McGough. No le erraron. Tanto el papá del piloto como McGough, periodista y empresario con un paso nefasto por algunas categorías, y Víctor H. Rosso, tendrán que rendir cuentas, porque en definitiva fueron los responsables de hacer pedazos el proyecto de “Pechito”. McGough reconoce que se hace cargo de lo que paso, pero su soberbia puede más. Ayer lo demostró en Corsaonline.com. donde declaró que “no soy ni el mejor ni el único. Lo que sí puedo asegurar es que las gestiones que realicé yo no las puede hacer nadie en Argentina”. Menos mal, porque lleva dos fracasos en fila con Fontana y López, al margen de su paso por algunas categorías o hasta su improductiva gestión en el rally argentino. Consumado el fracaso, López tendrá que definir qué hace con su campaña deportiva. Volver al automovilismo argentino será duro, pero es la posibilidad más fácil de concretar, por su talento. Ahora, se bancará la tortura de tener que responder mil veces que pasó que no llegó a la Fórmula 1.


Raúl Bernal rbernal@rionegro.com.ar

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