A recuperar el placer de leer
Darle sentido a la comprensión, todo un gran desafío.
OTRO ENFOQUE.-
CÓMO PLANIFICAR LAS LECTURAS
Hay que buscar variantes a la de “tomar” el argumento del libro. Esa es una versión muy pobre para asegurarse que el chico leyó el libro.
Nora Blok de Pecchia
blokpecchia@bariloche.com.ar
Llega marzo y la necesidad de planificar contenidos y textos literarios ocupa una prioridad en la agenda del docente. El territorio de la literatura en el ámbito de la educación permite –sin dudas– instalar la posibilidad verosímil antes que la posibilidad creíble. Y es así, como en palabras de la escritora Graciela Montes, podemos visualizar el compromiso de aceptar el pacto ficcional y sus reglas: suspensión deliberada de la incredulidad y decisión para aceptar la audacia. No busquemos el ejemplo moralizante, “la lección”, nada de eso…ni leamos por el placer mismo. Leamos en clase para ver qué entendió el chico y que lo pueda expresar con libertad, que discuta, que compare… que viva la historia que leyó y la comparta.
Una pregunta recurrente en el docente se escucha: “Después de leer, ¿qué?”. No siempre hay que escribir sobre el contenido o la línea argumental o los personajes o dibujar. Sí se pueden crear espacios con preguntas abiertas para discutir las diferentes interpretaciones y coordinarlas para que se enseñe y se aprenda la pluralidad de sentidos que ofrece la literatura. Lo que aquí se señala como “no” es lo que aburre porque es rutinario y porque exige de quien enseña saber e investigar previamente lo que seleccionó para leer y colaborar con contrapreguntas la fragilidad o consistencia de los sentidos otorgados al texto. Siempre recuerdo la anécdota de Gabriel García Márquez cuando a su hijo le hicieron leer en la escuela “El coronel no tiene quien le escribe”. Vino y le preguntó a su papá: “¿Qué simboliza el gallo en tu novela? Para mañana lo tengo llevar escrito”. Risas del padre-autor quien contestó: “No tengo la menor idea”.
En los primeros años el libro-álbum es una reciente construcción de diferentes autores, donde texto, ilustración y diseño constituyen una unidad de significado e interacción que no suele darse en otros libros. Esta es una literatura de interacción de palabras e imágenes. Se lee, se ve o se lee de otra manera y, por ello, hay que invitar una y otra vez a volver sobre las páginas y proponer imaginar lo que no está claro. De ese modo, sin dudas, colaboraremos en la formación de futuros buenos lectores.
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