Absolvieron a la médica acusada de mala praxis

No hubo pruebas concretas sobre la responsabilidad de una pediatra de Cipolletti en las lesiones que sufrió un bebé

CIPOLLETTI (AC).- El juez Daniel Drake dijo que no contaba con pruebas categóricas que sustentaran la tesis de los acusadores y por eso ayer absolvió «por el beneficio de la duda» a la pediatra Mónica Reyna, quien estaba sospechada de haber cometido lesiones gravísimas culposas a un bebé por una supuesta intoxicación farmacológica.

Tanto el querellante, Leandro Segovia, como la fiscal, Rita Lucía, anticiparon que casarán la sentencia. Segovia consideró que hubo «demasiada parcialidad» del juez al analizar las pruebas.

A Reyna se la acusaba de haber prescripto una sobredosis de morfina a un bebé de 1 año y 11 meses que en la noche del 1 de octubre de 2003 ingresó a la guardia del hospital de Cipolletti con quemaduras de tipo A-B. Según la imputación, habría indicado la administración de 7,5 centímetros cúbicos y no 7,5 miligramos. También que habría indicado otra droga sin haber efectuado el control sobre el pequeño.

La pediatra aseguró en su defensa que prescribió la dosis correcta y afirmó que no fue ella quien la aplicó sino las enfermeras. Aseguró que tampoco le dio el alta sino que los padres se llevaron al chiquito de la guardia mientras ella atendía a otros pacientes. Sus abogados apuntaron a demostrar que las lesiones que sufrió el bebé (neurológicas, intelectuales y visuales, entre otras) fueron por una meningitis.

Drake, en su condición de juez correccional, recordó que los 7,5 cc quedaron asentados en un informe redactado por una enfermera, que consignó también la dosis de la otra droga tanto en centímetros cúbicos como en miligramos. «Resulta llamativa esa disparidad o doble estandar, situación que mueve -al menos- al desconcierto, y a la que hasta la fecha no encuentro otra explicación que un posible error material de escritura», consideró el juez.

Tuvo en cuenta además que el propio papá del nene en una primera denuncia habló de «7,5 mg»; que la madre dijo que a su niño le fueron aplicadas «gotitas»; que la médica solicitó datos de edad y peso del menor antes de prescribir la droga, lo que merituó «como un claro indicio de que la acusada realizó la actividad útil en cuanto al cálculo necesario para determinar la dosis»; la «vasta experiencia asistencial y académica» de Reyna; y la versión aportada por un estudiante de medicina que estaba presente y que dijo que la prescripción fue por «7,5 mg».

También, en base a lo informado «por la gran mayoría» de los profesionales que declararon, destacó que la morfina administrada vía oral produce sus efectos «rápidamente» (30 ó 40 minutos) y que se disipan en 3 ó 4 horas. «Me lleva a pensar que los efectos negativos se hubieran detectado en los momentos en que J. (el bebé) permaneció bajo la observación tanto de profesionales como de legos -me refiero a sus padres-«, dijo el juez. El niño regresó en estado crítico a la mañana siguiente. Los diagnósticos presuntivos en ese momento fueron varios, entre ellos intoxicación por morfina y meningitis.

El camarista consideró «un enigma» cuál fue realmente la dosis que le aplicaron al niño y, ante las sucesivas prácticas realizadas por los médicos, cuál de las dos hipótesis planteadas por las contrapartes fue la causante de las gravísimas lesiones que sufrió el menor. Ante esta duda, se inclinó por la absolución.


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