Acertijos

Por Arnaldo Paganetti

os gobernantes uruguayos no se explican algunas conductas argentinas. «Ustedes son talentosos, pero deliran un poco», le dijeron al embajador en Montevideo, el radical Juan Manuel Casella, en medio de las gestiones «oficiosas» y «exploratorias» para analizar un posible asilo del ex presidente Carlos Menem, seriamente involucrado en la causa por el tráfico ilegal de armas a Ecuador y Croacia.

Robusteciendo esa teoría, el exitoso Juan Navarro, del Exxel Group, se mostró entusiasmado con el vaivén hiperkinético que observa en el ministro Domingo Cavallo. «La comunidad internacional debe ser conquistada – proclamó – por la locura revolucionaria que hace falta para cambiar la depresión económica».

El médico Carlos Chachques, quien nunca supo por qué estuvo «desaparecido» en la ESMA, ni por qué fue liberado, se declaró ahora, poco después de ser nombrado Caballero de la Legión de Honor del gobierno de Francia, en el bando de los que no comprenden a un país habitado por mucha gente educada, inquieta y con imaginación, con enormes riquezas naturales, pero que no logra resolver problemas que amenazan convertirse en endémicos.

Sin ningún tipo de rencor, Chachques se refirió a la corrupción política y empresaria, a la generalizada fascinación por la riqueza rápida, a la confusión de valores y a esa particularidad tan nacional de no fijar reglas claras y ocuparse siempre de los inmediato y rara vez de lo importante.

Desde su prisión en México, el ex represor de la Escuela de Mecánica de la Armada, el capitán de corbeta Miguel Cavallo, esbozó una teoría sobre la encrucijada argentina. «Hablamos de estas cosas – le manifestó a un periodista -, porque las Fuerzas Armadas jamás imaginaron que la represión antisubversiva iba a ser revisada. Fue igual que con la guerra de Malvinas: los ingleses no iban a venir. Lo de reclamar por los desaparecidos fue visto como una moda. Ya pasará, nos dijeron nuestros superiores».

Los ejemplos de incomprensión llueven. Discurramos sólo por la superficie de la vida cotidiana: los porteños están trenzados en una discusión interminable y perniciosa acerca de si pagar o no las multas de tránsito registradas por cámaras ocultas de una firma privada que trabaja para el gobierno autónomo de la ciudad. Un fiscal cordobés, denunciante de familiares de dirigentes partidarios beneficiados con la titularidad de registros automotores, confesó por radio que fue tratado como «un oso panda» en su provincia, porque renunció a una banca enojado con sus pares legislativos que se habían aumentado las dietas.

Todos parecen ser acertijos. Así lo hizo notar el sociólogo liberal Manuel Mora y Araujo, al preguntarse cuál es el lugar del cavallismo en el espectro político. Al ahondar en una cuestión que tiene a maltraer al desilusionado y decepcionante ex vicepresidente Carlos «Chacho» Alvarez, el consultor señaló que millones de personas se interrogan si Cavallo es un superministro ejecutivo en un gobierno presidido por un jefe de Estado no ejecutivo – a la europea -, o el ministro de un jefe de Estado que es también el jefe de Gobierno. ¿Qué hará en las legislativas de octubre Acción por la República? ¿Se presentará como fuerza independiente, acompañará a la Alianza o al PJ, hará sociedades distritales o impulsará una administración de unidad nacional?

Empeñado en lograr la confianza de los inversores, esquivos hasta después de conocerse el viernes el nuevo acuerdo con el FMI y la renegociación de la deuda externa, el ministro Cavallo se metió en otra ciénaga al sostener que son «ligeras» las acusaciones contra el ex presidente Menem, por el contrabando de armas, y sugerir el camino de la Corte Suprema de Justicia, para dilucidar un caso que puede complicar el fin del proceso depresivo.

Uno de los hombres de mayor confianza de «Mingo», Armando Caro Figueroa, justificó el accionar de su jefe: gana tiempo para llegar al desfiladero de la reactivación, pagando la deuda sin devaluar y sin recortar gastos sociales.

Es claro que Cavallo incurre en marchas y contramarchas impelido por el mercado, pero no abandona su desafío. «Aún no hemos podido torcer el brazo de los que apuestan en contra», sentenció tras generalizar el IVA (que, según él, toca a la clase alta) y antes de disponer rebajas impositivas para adquirir bienes de capital, como ocurrió en el sector metalúrgico.

El devenir de la crisis institucional sigue siendo complicado pues el juez Jorge Urso, le puso fecha, el 13 de julio, a la indagatoria de Menem, y llegaron las carpetas con datos sobre lavado de dinero, delito en el que están involucrados importantes personajes de la vida pública y empresas que operaron con el Federal Bank, de Raúl Moneta.

«Es conmocionante», reconoció el ministro de Defensa Horacio Jaunarena, al comentar la citación de Menem, mientras que el ex jefe del Ejército, Martín Balza, sindicado como organizador de las maniobras, se alineó con la rebelde radical Elisa Carrió. «Quiero la verdad, no impunidad, y por eso no quiero a la Corte», expresó descalificando al máximo cuerpo judicial, que funcionaba con una «mayoría automática» (obviamente menemista) antes de diciembre de 1999, según la caracterización de casi todos los medios periodísticos.

Es tan grave la situación interna, que pasó a un segundo plano la puja electoral de octubre. Los políticos no quieren ceder privilegios, pero si no pregonan con hechos, difícilmente la sociedad se encarrille por la senda honesta. El sanjuanino Alfredo Avelín y el bonaerense Carlos Ruckauf (que si algo tiene es olfato para los gustos populares), empezaron a hacer campaña para reducir cargos y sueldos, la utopía del nuevo siglo en un país a punto de perder para siempre a Aerolíneas Argentinas.

Arnaldo Paganetti


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