Acordes de música milenaria para relajar la mente
Música originaria de la India es la propuesta de Ariel Ameijenda y Alan Wiüker, con el sitar y las tablas
NEUQUEN (AN).- Acordes que pueden ser un bálsamo, una forma de apaciguar los ánimos o simplemente un método de distensión y relajación, conforman la propuesta que trajeron a esta ciudad los músicos Ariel Ameijenda y Alan Wiüker.
Los artistas que el viernes brindaron en Neuquén un recital de música hindú con instrumentos orientales como el sitar y las tablas explicaron que el tipo de acordes que despliegan son «música clásica del norte de la india, es decir lo que se suele conocer a través de los músicos de ese género».
Ameijenda, que toca el sitar, explicó que la música clásica de ese país «se basa en lo que se llama la raga y el tala, las ragas son las diferentes escalas melódicas y después los talas son los diferentes factores rítmicos que se van haciendo después de todo un desarrollo muy complejo de la rítmica».
Ambos se iniciaron muy jóvenes en esta música y al parecer en cuanto la conocieron, fue amor a primera vista. «Tocábamos otros instrumentos teníamos formación musical y al escuchar música hindú nos fascinó y de ahí estuvimos contactándonos con gente y conseguimos los instrumentos», relataron casi al mismo tiempo.
Con la ayuda de su padre que es luthier, Ariel Ameijenda obtuvo su primer sitar y visitó la India. «Yo por mi lado conseguí mi tabla y tuve oportunidad de viajar allá», confió Alan sobre el camino que emprendieron para arribar a este sonido.
De voz suave y hablar pausado, Alan describió los acordes que destila como una música que «tiene efectos sobre la mente y es muy relajante, ya que toda la música tiene efectos sobre la mente, tiene un efecto muy tranquilizador, se usó en la antigüedad junto con el yoga para inducir un estado mental interior de relajación».
Sobre la historia del género que profesan, los dos explicaron que el estilo hindú «se empezó a difundir en occidente cuando los Beatles fueron a la India y estuvieron estudiando con (los maestros) de allá, porque ellos fueron quienes comenzaron a llevarla a Estados Unidos».
Para Ariel, lo más cautivante de esta música «es el sonido, porque es muy particular, fascinante y te atrapa enseguida. Cuando empecé con todo esto estudiaba musicología en la universidad y era luthier, construía instrumentos, y en segunda instancia era como que todo cerraba».
Convencido del sustento filosófico que hay detrás, el músico lamentó que «en general en occidente hacemos música, pero no sabemos bien para qué ni por qué, en cambio en la India todo está integrado, no se separa el cuerpo de la mente y del espíritu y se utiliza el sonido como una forma de comunión con el ser».
Ameijenda sabe delo que habla: comenzó a tocar el violín a los cinco años, después incursionó en guitarra con su padre que es luthier y estudió piano con su madre.
«Siempre me habían aburrido todos los instrumentos, pero en cambio con el sitar comencé a los 20, tengo 37, creo que estoy definido», concluyó.
NEUQUEN (AN).- Acordes que pueden ser un bálsamo, una forma de apaciguar los ánimos o simplemente un método de distensión y relajación, conforman la propuesta que trajeron a esta ciudad los músicos Ariel Ameijenda y Alan Wiüker.
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