Acusan a tres imputados por el secuestro de Pifarré
Un comisario retirado de la policía provincial apuntó contra Molina Ezcurra y Sergio San Martín, dos de los enjuiciados, y Jorge Di Pascuale, quien continúa prófugo de la Justicia.
NEUQUÉN (AN).- «Yo me sentía complicado. Con uno de Gendarmería nos negamos a participar y al tiempo nos enteramos», dijo el comisario retirado de la Policía provincial, René Poblet, consultado respecto de su participación en el secuestro de una joven estudiante de la UNC. «¿Recuerda el nombre?», preguntó uno de los querellantes. «Pifarré», respondió Poblet e inmediatamente puso apellidos a la orden que disparó el operativo: «San Martín (Sergio Adolfo), Molina Ezcurra (Jorge Eduardo) y Di Pasquale (Jorge, prófugo)». Aseguró que ante ellos se negó a participar, en una reunión «en el único lugar al que íbamos, el destacamento de Inteligencia».
Poblet fue el primer testigo en declarar ayer. Se quebró en dos oportunidades y, al igual que la mayoría de los ex policías que desfilaron por el Tribunal Oral Federal, aseguró no haber participado en secuestros, asesinatos o torturas. Pasaron los minutos y reconoció un solo operativo, al que interpretó como «legal», en el que detuvo, de noche y de civil, a un empleado del banco Los Andes, que tenía sede en calle Olascoaga. «Me identifiqué ante el gerente y el guardia. Mostré mi credencial», se defendió el comisario retirado, que en 1976 era jefe de la Brigada de Investigaciones de la Policía. Cuando sacó al hombre del banco, lo entregó a Molina Ezcurra y a San Martín: «Ellos dijeron que lo iban a hacer boleta y yo les dije que si lo mataban, los denunciaba. Unos días después, me aseguraron que el hombre había sido liberado», relató Poblet. Por ese hecho, las abogadas del Ceprodh pidieron al tribunal que se considere al ex comisario como «participe necesario» en los hechos que se investigan. Por la descripción del procedimiento, se trataría del secuestro de Eduardo París.
También declararon otros tres testigos: el comisario en funciones Segundo Carmona, Luis Pérez, que fue conscripto en 1976, y Juan Carlos Nordestrom, un telegrafista que trabajó 25 años como personal civil del Ejército (ver aparte).
Comisario retirado en tiempos de democracia (1985), Poblet dijo que, consumado el golpe de 1976, la Policía provincial y todas las fuerzas de seguridad quedaron supeditadas a los jefes del Ejército. Dijo haber participado en reuniones en el destacamento de Inteligencia, en el edificio ubicado en Sargento Cabral e Yrigoyen, al lado del comando, en las que identificó a Reinhold -a quien conocía desde antes-, a Gómez Arena -que dirigía los encuentros-, a San Martín y a Molina Ezcurra. «Estaban varios de los nombrados», dijo por los ocho imputados en la causa por 17 delitos de lesa humanidad.
Las reuniones en Inteligencia «eran para mantenernos activos», dijo Poblet y agregó que las órdenes de los operativos las daba el jefe de la Policía Osvaldo Laurella Crippa. «Nos decían que había que estar atentos a las personas que pudieran estar involucradas», dijo Poblet.
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