¡Adelante, muchachos!
Se supone que los grandes aventureros no conocen el miedo y que se creen invencibles. Un historiador cuenta, en apoyo de esa teoría, que en el siglo XV Vasco da Gama, ordenó a sus oficiales: ¡Adelante, muchachos, el mar tiembla ante nosotros!. Tras lo cual, arrojó por la borda todos los instrumentos y cartas de navegación, para desesperación de la tripulación de su barco.
Intrépido -en el momento en el que «un error técnico» postergó la salida del default y el acuerdo con el FMI y que las naciones más ricas, por boca del ministro de Hacienda de Alemania, Hans Eichel, afirmaran que la Argentina «se arrincona sola» con su «mala fe»-, el gobierno parece imbuido de la misma filosofía que el marinero portugués cuando insiste, contra viento y marea, en mantener la propuesta de quita de un 70 por ciento de la deuda más grande del mundo.
El cortocircuito registrado entre el Presidente y el ministro de Economía por la caída, en tiempo de descuento, del banco -el de Nueva York- que debía hacer el canje de bonos viejos por nuevos en Estados Unidos, y la intransigencia de los acreedores italianos acicateados por los bancos y la administración de Silvio Berlusconi, provocó por unas horas un conato de rebelión interno. En medio de la tormenta, los seguidores de «rayado» Néstor Kirchner bramaron exigiendo las cabezas de los negociadores Guillermo Nielsen y Leonardo Madcur, en tanto que el timonel económico Roberto Lavagna, llegó a insinuar que daría un paso al costado si llegaban a tocarle a alguno de esos colaboradores.
La sangre, como se sabría después, no llegó al río. Se le quitó dramatismo al episodio y todos los reproches de Kirchner, luego de que se le pasó el enojo por la «imprevisión» del equipo económico, fueron para el premier italiano y los banqueros. El patagónico expuso el armisticio ante el ministro al que el ex presidente Eduardo Duhalde, acicatea para que se postule en 2005 para senador por la capital federal, como paso previo a un salto por la intendencia porteña en 2007: «No es tiempo de caprichos. Hay que actuar con pragmatismo y ser serios. El desenlace de esta operación se perfila muy bien». Dicho esto, el canje que iba ser lanzado el próximo lunes, se suspendió hasta el 17 de enero.
Kirchner -en contra de la «conspiración o apriete» de la que participarían bancos, bonistas, fondos buitres y países que quieren escarmentar a la Argentina-, se mantuvo inflexible en la cuestión central: se pagará -dijo- a los que se anoten y el resto tendrán que hacer sus reclamos judicialmente.
Con el paso de las horas, la relación turbulenta entre Kirchner y Lavagna dejó un resquicio para la armonía y el respeto, impuestos por necesidad. Ya anteriormente, el austero ministro que resguarda las finanzas -no menos celoso es el Presidente, quien dispone la llave de la caja fuerte-, había resistido las mejoras sociales y los aumentos para empleados públicos y jubilados. Pero, primó la autoridad del Ejecutivo, y mil millones de pesos serán volcados a fin de año para que los sectores más rezagados pasen unas «felices fiestas» consumiendo más.
El desbarajuste de último momento tiene un costo adicional: Argentina no recuperará a fin de año 2.100 millones de dólares en poder del FMI, y en el primer trimestre de 2005 deberá enfrentar con reservas vencimientos por unos 1.200 millones de dólares.
Mientras el Congreso logró aprobar el Presupuesto y darle superpoderes al jefe de gabinete Alberto Fernández -mecanismo que se tornaría inútil en el próximo ejercicio, según habría reconocido la senadora Cristina Kirchner, una de las ausentes notables en ocasión de votar-, el Presidente estaría armando un elenco alternativo para reemplazar al que encabeza Lavagna, una vez que se salga del default. Los más encarnizados enemigos del ministro -algunos dicen que se mueve en la Rosada como «un pavo real»-, recordaron las críticas contra él del saliente ex titular del Banco Central, Alfonso Prat-Gay. A Lavagna se le reprocha falta de diálogo con los bonistas y apurar trámites a destiempo. También lo ven con pretensiones inadmisibles de autonomía y, al mismo tiempo, leal a Duhalde.
Un K auténtico, Osvaldo Nemirovsci, despotricó contra la defensa que el bonaerense y su esposa «Chiche» hicieron de Lavagna. «Es inconveniente que se pongan en el medio… Es el Presidente el que está por encima de todo. El no regatea: ha dicho cuánto Argentina puede pagar en ejercicio de su soberanía y punto», expresó el diputado rionegrino que batalló por los superpoderes, negando que el Congreso se esté transformando en un instrumento decorativo como esgrime la desarticulada oposición.
La coyuntura, con las adversidades a la vista, sigue siendo propicia para Kirchner. Las corporaciones que pretenden esmerilar su poder están esperando un traspié más severo que el protagonizado la semana que pasó.
Hugo Moyano, de la CGT, está disconforme por la manera en que K manejó los anuncios con mejoras. Sostiene que el Presidente aspira a dividir a la central obrera privilegiando a Susana Rueda y vaticina que en marzo «cuando las papas quemen», empezará a desesperarse.
Es que el que viene será un año electoral. La unificación de los comicios está prevista para octubre, por lo que las candidaturas tendrán que estar definidas en julio.
Dante Dovena está planificando la avanzada en territorio de Buenos Aires. Kirchner lo quiere como candidato a diputado, junto con Carlos Kunkel. Ambos son promotores de la incierta nominación de Cristina y no se amilanan frente al aparato duhaldista. Van con la ambulancia rescatando heridos, y entre ellos hay muchos que supieron trabajar para el «exiliado» Carlos Menem.
Son habituales, en el peronismo, los pases más insólitos. Si Cristina llegase a incursionar en Buenos Aires, dejando Santa Cruz, muchos justicialistas no dudarían en jugar para Mauricio Macri. Y, llegado el caso, harían «la gran Argüello», en referencia a Jorge Argüello, quien se consagró diputado nacional por el partido del titular de Boca y hoy adscribe al kirchnerismo y, como tal, preside la comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara baja.
Así somos. El Presidente es consciente de estos tejes y manejes contradictorios. Sin embargo, está en las antípodas del parlamentario democristiano alemán Michael Gloss, quien acaba de acuñar una nueva palabra, argentinización, mala a su entender porque englobaría a las elites políticas descreídas de una república rica pero bananera y, como tal, inviable como Nación.
Arnaldo Paganetti
arnaldopaganetti@rionegro.com.ar
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